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Ventanas del sueño: la clave para saber cuánto le toca dormir a tu hijo

La asesora de sueño infantil Sara Traver comparte algunas claves para mejorar el descanso de los niños.

El sueño de los niños es una de las mayores preocupaciones de los padres.

El sueño de los niños es una de las mayores preocupaciones de los padres.iStock

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Si hacemos un ranking de los temas que más inquietan a los padres, sobre todo a los primerizos, uno de los que va a estar más arriba es, sin lugar a dudas, el sueño de sus hijos. En general, adaptarse a las rutinas de sueño de los bebés no es fácil y los primeros meses (o años) de vida de los pequeños suelen traducirse en padres sonámbulos y ojerosos, que ya ni siquiera sueñan con lo que es dormir ocho horas.

Se ha estudiado y escrito mucho sobre esta cuestión, aunque no hay soluciones mágicas y, como suele decirse, cada niño es un mundo. Lo que está claro es que el sueño es evolutivo y las necesidades varían según la edad de los niños.

En el mundo del sueño infantil, uno de los conceptos que más ha calado en los últimos tiempos es el de las ventanas del sueño. Pero, ¿de qué estamos hablando? Desvelamos algunas claves que te puede ser de mucha ayuda para mejorar la calidad del sueño de tus pequeños con la ayuda de Sara Traver (@saratraver_ en Instagram, donde cuenta con 80,5 K de seguidores), asesora de sueño, entre otros aspectos de la crianza, y autora del libro 'Dulces sueños para niños despiertos'.

Un niño, durmiendo profundamente.
Un niño, durmiendo profundamente. | iStock

¿Qué son las ventanas del sueño?

Se trata del tiempo de vigilia entre períodos de sueño diurno, es decir, el tiempo que transcurre mientras el bebé o niño está despierto desde que se levanta y entre siestas, cuenta la experta a NovaMás. Dependiendo de la edad del pequeño, asegura, hay una serie de valores recomendados para que después el sueño nocturno se desarrolle en las mejores condiciones y así el niño esté descansado y de buen humor durante el día.

A más edad, menos sueño

La asesora de sueño infantil parte de esta premisa. “Hasta los seis meses, aproximadamente, es importante seguir los ciclos vitales de los pequeños totalmente a demanda”, asegura. En general, cada dos o tres horas el bebé realizará un ciclo completo (dormir, comer, cambio de pañal). A medida que van creciendo, las ventanas de sueño se amplían y las horas totales de sueño decrecen. En un día completo (24 horas), el bebé deberá dormir entre unas 12 y 15 horas.

La siesta: ¿imprescindible para los peques de hasta 3 años?

Si aplicamos la teoría, casi todos los niños suelen hacer siesta hasta los cuatro años, aunque no es una ciencia exacta. Traver cuenta que muchos dejan de hacerla a los tres años, cuando empiezan el cole, y también hay casos excepcionales en los que ya no la necesitan con dos años. “El descanso diurno es útil para que el niño mantenga su actividad y buen humor, pero no todos siguen el mismo patrón, aunque podemos convenir que los tres años serían una edad media razonable para dejar de hacer siesta”, añade la asesora de sueño.

¿Y si no duerme suficientes horas?

Las consecuencias de la privación de sueño, conviene la experta, son las mismas en un niño o bebé que en otra persona de cualquier edad: sobrecansancio, mal humor, propensión a rabietas…

¿Hay que enseñar a dormir a mi bebé o respetar sus ritmos?

Esto también depende mucho de cada caso, cada niño tiene sus ritmos y algunos necesitan más ayuda que otros para dormir, es algo totalmente normal. Eso sí, conviene tener claro que un bebé de 3 meses, por ejemplo, no va a dormir 11 horas seguidas por la noche. Traver añade que “siempre siguiendo los ritmos del niño, ajustando las expectativas a su edad y a las posibilidades reales, se puede trabajar para mejorar su descanso”.

Qué aportan las asesorías del sueño

Sobre la base de su experiencia como asesora de sueño, Traver afirma que aportan “confianza y recursos” y pueden ser muy útiles para hallar un camino que funcione y se ajuste a su modelo de crianza de cada familia. No todo es cuestión de suerte y, aunque el carácter y la genética tienen su influencia, “una estructura correcta y unos hábitos saludables pueden marcar la diferencia”, concluye la autora de 'Dulces sueños para niños despiertos'.

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