Patatas fritas, croquetas, empanadillas... todo al horno
Siete comidas que son muuuuuucho más sanas si las haces al horno
A veces, una decisión a tiempo puede echarle un cable a nuestra maltrecha salud. Olvídate de la freidora o de las sartenes rebosando aceite y utiliza el horno para quitarle grasuza a algunos de tus platos favoritos.
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Hay veces en las que no importa tanto el qué comer sino el cómo comerlo. Nos explicamos: tendemos a apartar de nosotros algunos platos cuando, si variamos la forma de cocinarlos, serán muuuucho menos calóricos y nos sentarán mejor. Y sin perder ni un ápice de sabor, oiga. Apunta estas siete comidas que te pirran y que puedes hacer al horno en lugar de freirlas.
Patatas fritas. Hay quién no toca las patatas fritas ni con un palo por su alto contenido en aceite: al fin y al cabo se fríen sumergidas ya sea en sartén o freidora. Sin embargo, se pueden hacer al horno. La mismísima Gwyneth Paltrow, toda una estrellona en esto del comer sano, tiene una receta en la que nos propone meterlas al horno durante 25 minutos con dos cucharaditas de aceite y tachán: hecho, es simple.
Albóndigas. En los últimos años, no son pocos los que han cambiado la olla por el horno para hacer la albóndigas. Se cocinan de la misma manera y sin gastar tanto aceite. La única precaución que hay que tener es la de no cocinar demasiado las albóndigas: como se nos pasen, tendremos una versión mucho más secorra de las tradicionales, así que toca vigilar los tiempos.
Empanadillas. Aquí sí que no hay color. Si la masa de hojaldre nos ha quedado bien, agradeceremos cocinarlas en el horno en lugar de freírlas. ¿Por qué? Pues porque así evitaremos que el exceso de aceite modifique por completo la textura de la masa, dejándolas grasientas o empapadas. Además, resultarán mucho más ligeras y lo más importante, ¡podremos comer más!
Croquetas. No hay mayor clásico de la freidora que las croquetas. Eso sí, toca vigila que no abran. En este caso, el truco es no meterlas en el horno congeladas, no dejarlas demasiado tiempo o que nuestra receta en cuestión no haya quedado demasiado blanda. Las soluciones son, por este orden: descongelarlas antes, vigilar que no pasen una eternidad en el horno o echarles un poco más de harina la próxima vez.
Huevos. Aunque no se puede emular el efecto puntilla del huevo frito en la sartén, hacer unos huevos al horno permite reformular la receta de manera exquisita. Podemos meterlos con un poco de queso, con patatas y jamón o con un poco de pan. Las posibilidades son numerosas y tendremos la seguridad de que engordan menos.
Churros. Ay, los churros, ese guilty pleasure que siempre asociamos a una masa entrando en un inmenso perolo de acero con aceite hirviendo. Pues bien, se pueden hacer al horno. De verdad de la buena. Es la misma masa y solo hay que cambiar los dos minutos en humeante aceite por veinte en el horno. Lo que luego se haga con ellos, ya sea hundirlos en chocolate industrial o anegarlos en azúcar, ya no es cosa nuestra...
Aros de cebolla. Otro clásico 'gorder' que, como tantos otros rebozados, también puede hacerse al horno. La cebolla se cocina perfectamente y el rebozado, siempre que no sea masa industrial resistente al calor nivel Hulk, también. Como en el caso de los churros, si luego los acompañamos de salsas infames, el efecto se habrá perdido. Eso sí, no digáis que no os lo estamos advirtiendo...
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