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La dieta del pibón, la del hombre lobo... y otras dietas milagro
No todo va a ser hablar de comer. Llega la primavera y con ella el destape, el pánico, la cuenta atrás... el desastre que habíamos mantenido oculto tras parkas XXL y jerséis anchos. Dietas milagro, socorrednos.
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Vaya por delante que las dietas milagro no deben hacerse. Las dietas milagro son una aberración y contravienen cualquier atisbo de sentido común. Las dietas milagro están hechas para gente sin autocontrol, que sobrepasa sus propios límites día sí y otro también y luego se encuentra cada año con ese momento trágico, temido: la primera vez que se contempla en bañador frente el espejo tras el invierno. Las dietas exprés, amigos, son de 'losers'.
De hecho, los nutricionistas dicen que no sólo las dietas milagro son de 'losers', sino que también lo son las dietas a secas. Que hay que comer de todo, con moderación, que si un día te pasas al siguiente te controlas, y así podrás mantener el mismo peso durante toda tu vida.
La dieta, pues, es la enemiga del sentido común, y aún lo es más la dieta exprés: esas rocambolescas combinaciones de alimentos que llegan a nuestras vidas una vez hemos perdido la batalla y necesitamos una puesta a punto urgente, rápida y, sí, nada recomendable. Porque insistimos: las dietas milagro pueden hacerse esporádicamente, con sentido común y sólo en casos de extrema necesidad como el que nos ocupa (la playa a tiro de piedra) pero jamás pueden convertirse en un estilo de vida. Dicho esto, para todos los que hacéis las cosas mal y queréis perder varios kilos en las próximas semanas sin sufrir mucho, aún a costa de privar a vuestros redondeados cuerpos de algún nutriente, estas son algunas de las dietas milagro que tienen más éxito.
1- La Fast Diet
Arrasa en Gran Bretaña y su creador, el mediático médico Michael Mosley se ha convertido en un líder de masas. Su mérito ha sido inventarse esta dieta muy pero que muy efectiva que a priori no exige esfuerzos titánicos, sino únicamente una pizca de voluntad y mucha mentalización. Se trata, ni más ni menos, de ayunar. Pero no de ayunar en plan salvaje sino de ayunar con cierto control.
De los siete días de la semana comemos cinco y ayunamos dos. Los dos días que ayunamos deben ser alternos, y los cinco que decidimos comer no tenemos que seguir ningún tipo de control, sino comer de forma normal sin detenernos demasiado en las calorías. Los días que ayunamos, eso sí, sólo nos están permitidas alrededor de 600 calorías. O sea, casi nada.
Esta dieta tiene muchos seguidores en todo el mundo, y hay gente que la ha convertido incluso en un modo de vida. Mal. Nuestro objetivo debe ser comer ordenadamente, a diario, y de todo, sin privar durante dos días de siete a nuestro organismo de los nutrientes que necesita. No obstante, sí, funciona, y quienes la profesan dicen que no cuesta, dado que el día que ayunas resulta más llevadero al saber que al día siguiente podrás comer con normalidad.
2- La dieta 'Oh my God'
Es la dieta milagro del momento y su autor, Venice A. Fulton, un salvaje descerebrado que te promete convertirte en un pibón en seis semanas. De hecho, el libro en el que te cuenta cómo se titula así: 'Six weeks to OMG' en inglés y 'Seis semanas para ser un pibón' en castellano. Provocador donde los haya, Fulton comienza su libro diciendo: “La comunidad médica opina que no deberías leer este libro. Tus padres tal vez piensen que no deberías leer este libro ¿Y sigues leyendo? ¡Bien hecho! Es tu vida”. Y con esta declaración de intenciones nos brinda una retahíla de consejos que harían enloquecer a cualquier nutricionista, entre ellos suprimir el desayuno (“desayunar es de débiles”, dice) y sustituirlo por un baño de 15 minutos de agua fría (el frío ayuda a eliminar calorías), seguido de dos cafés (el efecto quemagrasas de la cafeína) y no comer nada hasta la hora de comer.
Fulton se carga lo de las cinco comidas al día y propone tres, en las que se abusa de la proteína y se reducen los hidratos de carbono. Entre comidas recomienda beber cantidades ingentes de té verde, también quemagrasas, y eliminar las frutas. El resultado de tanto sufrimiento son hasta diez kilos en seis semanas, aunque los nutricionistas se cansen de repetir que el resultado será siempre el efecto yoyó, resultado de la pérdida de masa muscular. Lo peor de Fulton y sus promesas de adelgazamiento exprés es que se dirige al público menos indicado, las chicas adolescentes: “adelgaza más que todas tus amigas”, les dice.
3- La Shangri-La
Otra salvajada que ha conquistado a millones de personas es esta dieta que se basa en que engañemos a nuestro cuerpo. Al parecer, nuestro organismo siente hambre en función de su punto de ajuste, esto es, del peso que la mente ha establecido que es óptimo para nosotros con el paso de los años. Por este motivo muchas dietas son tan difíciles de seguir. Se trata, pues, de “engañar” al cuerpo y hacerle creer que el punto de ajuste es otro, el que a nosotros nos interesa para adelgazar. ¿Y cómo se consigue eso? Fundamentalmente comiendo entre comidas alimentos insípidos, como son el agua con azúcar y el aceite vegetal, pues confunden al cerebro y le envían el mensaje que nos interesa: “no hambre”. Un vaso una hora antes y una hora después de las comidas y veremos cómo se reduce progresivamente la sensación de hambre.
4- La dieta del hombre lobo
Bonito nombre para esta dieta que se basa en seguir las fases de la luna para adelgazar, y que también se conoce así, como dieta de la luna. Es perro viejo en el mundo de las dietas y parece que la han seguido mujeres de múltiples generaciones (sí, hasta hace bien poco los hombres no hacían dieta: estaban gordos y punto) con notable éxito. Se trata de un ayuno de 26 horas seguidas, que debe iniciarse en el momento exacto en que cambia el calendario lunar, cuatro veces al mes. Esto significa una pérdida de peso exprés, a causa, dicen, de la influencia de la luna sobre los líquidos de nuestro cuerpo.
5- Esta sí que sí: la dieta del bocadillo
Suena a broma, tipo “la dieta del cucurucho”, pero lo cierto es que su creadora, la española Terica Uriol y sus miles de seguidores, dan fe de los resultados de esta dieta que nació como contrapartida a la Dukan y que es la única de la lista que se rige, a priori, por el sentido común.
La autora, escandalizada ante los estragos de la Dukan (una dieta que restringe los hidratos de carbono y que da lugar a extraordinarias pérdidas de peso exprés pero también a efectos rebote en un altísimo porcentaje de casos), se inventó la llamada dieta del bocadillo, que viene a decirnos que hemos de comer de todo (pan, por supuesto, también durante la cena), especialmente hidratos de carbono, que suponen el 60% del consumo diario en su dieta, y restringir en la medida de lo posible el consumo de grasas.
Así pues, dieta mediterránea en estado puro: pastas, cereales, arroz, pan... pero un pequeño porcentaje de grasas, que se asigna en función de la edad, la estatura, los hábitos y las necesidades.
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