En Londres ya pasa y todo indica que va a ser tendencia aquí
'Food trucks' que se convierten en restaurantes (y no al revés)
Nos lo contaba Richard Johnson, el fundador de British Street Food, un festival con gran renombre en Reino Unido que acoge a lo más florido de la gastronomía en este país, siempre en formato caravana. Según este periodista de la BBC y columnista en medios como The Guardian el futuro de la gastronomía está en las calles, como demuestra lo que está ocurriendo en Londres: algunos de los restaurantes más populares de la City comenzaron siendo una 'food truck'. La tendencia, afirma Johnson, es imparable, y no tardará en llegar a países como España y Portugal, en los que actualmente ocurre al revés.
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El periodista británico, uno de los mayores expertos en 'street food' del mundo y conocedor de los recovecos del sector no sólo en Gran Bretaña, sino en el mundo, lo explicaba bien claro estos días en la Word Food Turism Summit, la cumbre mundial de turismo gastronómico que se celebra en Estoril (Portugal): algunos de los restaurantes más populares de la ciudad fueron en sus inicios 'food trucks', y ahora son centros de operaciones del moderneo londinense decidido a comer bien, de forma rápida y barata, pero, esta vez sí, sentados cómodamente en una silla.
Y es que cualquier 'foodie' que se precie, asegura Johnson, debe decir un sí rotundo a los mercados de comida callejera, generalmente en forma de caravanas. Y debe hacerlo por diversos motivos, pese a la incomodidad que para muchos puede representar comer a la intemperie y en platos de plástico tras hacer cola de pie ante una camioneta. Si hay un mercado que garantiza la frescura de la materia prima y la transparencia en su elaboración, ése es el de los 'food trucks', que no pueden permitirse métodos de conservación elaborados y, además, se ven obligados a elaborar el plato ante tus narices.
Los 'food trucks' contemporáneos tienen su máximo exponente en España en el itinerante Van Van Market barcelonés o en el MadrEAT madrileño pero todavía están a años luz de lo que se cuece en países como Londres, Alemania o Estados Unidos (lugares en los que, en líneas generales, hace un frío de mil demonios pero a nadie parece importarle cuando se trata de hincar el diente a un hot dog gourmet a temperaturas de bajo cero). El problema tanto de España como de Portugal, afirmó Johnson, "es una legislación demasiado restrictiva con este tipo de establecimientos itinerantes, ya que el único requisito debería ser, en mi opinión, que no se establezcan al lado de restaurantes tradicionales, a los que puedan hacer la competencia".
En Londres, por ejemplo, hace años que la 'street food' se ha hecho la dueña de la calle, y cualquiera que haya visitado la ciudad puede dar fe de las auténticas delicias que uno puede encontrarse en el interior de una camioneta. Hasta tal punto los mercados callejeres de comida de Londres son un hervidero de creatividad (haciendo bandera de este tándem formado por sencillez e ingredientes frescos) que muchos de los 'food trucks' más populares han acabado por convertirse en restaurantes. Lo contrario ocurre tanto en España como en Portugal, afirma Johnson, países que por su clima son ideales para este tipo de manifestaciones gastronómicas, que a la hora de la verdad no dejan de ser apéndices de restaurantes ya consagrados. Así pues, muchas de las camionetas que nos encontramos en las capitales españolas proceden de restaurantes ya consolidados, y no al revés.
Johnson está convencido, sin embargo, de que esta tendencia va a invertirse y que va a hacerlo por diversos motivos. Uno de ellos puede ser que el 'street food' es una especie de válvula de escape para todos aquellos padres modernos que antes iban a festivales de música y ahora que tienen hijos quieren mantener junto a su descendencia una parte de aquel espíritu. Esos padres de mediana edad con un nivel cultural alto y comprometidos con las cosas del comer van a ejercer, en este sentido, como ya ocurre en Londres, como el más implacable de los jurados para decidir si una caravana debe o no convertirse en restaurante. Eso ya está ocurriendo, y tener un British Street Food Award es lo más parecido a hacerse con un Globo de Oro, y son diversos los establecimientos que comenzaron siendo caravana y ahora ya son restaurantes. Estos son un par de ejemplos muy populares, pero hay muchos más.
Meat Liquor. Empezó siendo 'street food' y ahora es un auténtico imperio. Y no es para menos, porque su creador llegó a obsesionarse hasta tal punto con las hamburguesas que preparaba en su caravana, de excelente vacuno con pan y guarnición de gran calidad, que estuvo buscando durante dos años el queso perfecto, cosa que le creó numerosos dramas existenciales. Tras dos años en que su nevera estaba permanentemente repleta de quesos de todo tipo, al fin dio con él, pero no lo suficientemente a tiempo para que su novia no le abandonase a causa de su obsesión con este producto. El resultado de estos tejemanejes son unas hamburgueserías gourmet que se han establecido ya en diversas ciudades británicas, un auténtico referente cuando se trata de comer carne de calidad a muy buen precio (y con un queso que quita el hipo).
Pitt Cue. Cócteles y salchichas a precios realmente ajustados teniendo en cuenta cómo se las gastan los británicos (aquí podréis cenar dos personas por unas 30 libras) en una versión British de las clásicas barbacoas americanas.
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