NovaMás» Cocina

UN TIPO CARISMÁTICO Y UNOS VINOS ESTUPENDOS

¿Quién fue Jean Leon y cuál es su legado?

Los Angeles, 1956. Abre el restaurante La Scala de la mano de un carismático personaje conocido como Jean Leon, pese a que su verdadero nombre era Ceferino Carrión. Este santanderino dio vida al más prestigioso restaurante de Beverly Hills, que reunió a todas las estrellas del Hollywood dorado, y, años más tarde, creó también unas bodegas que llevan su nombre en pleno Penedès. Repasamos la historia de Jean Leon, del hombre, sus vinos y su restaurante, y nos adentramos en una vida de película que parece recién salida de aquel Hollywood que tanto amó Ceferino.

Jean Leon

¿Qué decir de un hombre que fue amigo de James Dean? Cocinatis

Publicidad

Hace apenas unas semanas dábamos la bienvenida al nuevo año con una cena íntima convocada por las bodegas Jean Leon, que crearon un entorno inspirado en 1956, año en el que se abrió La Scala, para recordar la vida de un tipo al que muchos hubiésemos querido tener como amigo. Como quiso James Dean, entre muchas otras 'celebrities' que disfrutaron de la compañía (y los platos) del siempre carismático empresario español.

Un grupo de comensales que se habían hecho con la plaza en esta cena de lujo gracias a un concurso promovido en Facebook compartieron mesa a la luz de unos candelabros para conocer más de cerca a Jean Leon, su historia, sus peripecias y una vida repleta de anécdotas en las que participaron las grandes divas y galanes de Hollywood.

De hecho, la historia de Ceferino Carrión, un tipo apuesto, elegante, 'cool' hasta la médula, parece efectivamente recién salida de una de esas películas de aquel Hollywood que tanto amó. Hoy le reconocemos por sus vinos, pero pocos saben quién fue el hombre que se esconde tras las bodegas Jean Leon y que se escondió en su día tras el celebérrimo restaurante La Scala, en Hollywood.

Nacido en Santander, se trasladó a Barcelona con su familia a los 12 años, y enseguida empezó a trabajar. A los 18 decidió probar suerte en Francia y, tras un par de años desempeñando diversos oficios, decidió colarse como polizón en un barco que zarpaba a Nueva York. Hubo de probarlo varias veces hasta salirse con la suya, y si lo hizo fue (y aquí empieza el sueño americano) gracias a un marinero afroamericano que le descubrió escondido en la bodega y que en lugar de delatarle, conmovido por la osadía de ese español flacucho y descarado, le ayudó en su misión proporcionándole agua, abrigo y comida.

Así fue como Jean Leon llegó a Nueva York con una mano delante y otra detrás y se puso a desempeñar oficios varios siempre con la máxima de triunfar en el país de las oportunidades. Corrían los años 40, y la efervescencia norteamericana contrastaba con el oscurantismo de España en particular y de Europa en general, ambas recuperándose aún de los estragos de las recientes guerras.

Pese a que llegó sin dinero y sin saber inglés, y a los pocos días le robaron la documentación (cosa que le hizo plantearse la idea de cambiar de nombre), enseguida se puso a trabajar de recogeplatos en el Rockefeller Center, y más tarde de taxista, entre otros trabajos.

En Nueva York entabló amistad con James Dean, hasta tal punto que acordaron abrir un restaurante juntos, en Hollywood. Era la década de los 50 y, con ese proyecto en las manos, Dean falleció en un accidente de coche y Jean Leon no cejó en su empeño de seguir adelante con el proyecto que había diseñado con su amigo. Fue así como abrió La Scala en Beverly Hills, que enseguida se convirtió en el restaurante de referencia de aquellos famosos de Hollywood que ahora son mitos.

Allí, en el comedor de La Scala, comentaban sus ligues Truman Capote y Marilyn, o cenaban Natalie Wood y Robert Wagner muy a menudo. Allí se pelearon por un hombre nada menos que Bette Davis y Rita Hayworth, ambas recién divorciadas y con ganas de juerga. En La Scala celebró Joan Collins que le habían dado el papel de Alexis en Dinastía y comía Liz Taylor unos canelones de los que era tan fan que en ocasiones hacía que se los llevasen en avión al Savoy de Londres. Otra diva, Marilyn Monroe, pidió una cena de La Scala a domicilio la noche en que se suicidó, consolidando el mito de un local que, todavía hoy, levanta pasiones.

Fueron años de excesos, fiestas y buena vida, que llevaron a Jean Leon a seguir con sus sueños, dado que de momento la vida no le había tratado mal. Uno de ellos era tener su propio vino, y por ello se desplazó hasta el Penedès para fundar las bodegas que llevan su nombre, insatisfecho del vino que servían en su restaurante.

Así nacieron las Bodegas Jean Leon, que en la actualidad dan vida a algunos de los vinos más interesantes de nuestro panorama. Está, claro, el llamado Vinya La Scala, un Gran Reserva que fue en su día el primer Cavernet Sauvignon elaborado en España. Es un vino de fuerte carácter, intenso y voluptuoso tras 24 meses de crianza en barricas de roble. Destaca también el 3055, un vino ecológico (en su variedad blanco, rosado y tinto, este último un monovarietal merlot estupendo), que debe su nombre a la licencia del taxi que Jean Leon, genio y figura, condujo en Nueva York.

Tal fama alcanzaron en Estados Unidos estos vinos que Ronald Reagan los escogió para la recepción que dio en la Casa Blanca tras ser investido presidente, gesto que dio fama mundial (aún más, si cabe) a este emprendedor español cuya vida daría para rodar unas cuantas películas.

En este sentido, y para acabar, nos quedamos con la frase que dijo uno de los asistentes a esa cena ambientada en 1956 que nos permitió conocer a un Jean Leon de carne y hueso en la piel del actor Jaume Montané: "tanto hacer películas de los maquis, ¿cómo puede ser que a ningún director español se le haya ocurrido filmar la vida de este señor?". Pues estamos de acuerdo. ¿Te animas Eduardo Noriega?

 

 

Publicidad