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REIROS SI QUERÉIS, PERO HAY GENTE PARA TODO

Pis, sangre, agua de lluvia, agua de mar y otras cosas que no deberías beber

Crees que después de haberte pasado tu adolescencia bebiendo Licor 43 con Cacaolat tu estómago ya está curtido para beber cualquier cosa. Y tal vez sea cierto, pero mejor no empines el codo con estos brebajes que detallamos a continuación. Que es peligroso, leches.

Orinoterapia

Orinoterapiaeuropafm.com

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Orina

Una cosa es que te pique un bicho en plena montaña, se te ocurra usar algo de pis con barro para ponerlo sobre la picadura y pienses recordar esta hazaña de por vida en tus reuniones familiares, y otra muy diferente es que te bebas tu propio pis. Pero ojo, porque hay gente que lo hace. Es decir, que practica una pseudociencia conocida como orinoterapia que data ya de la época de los romanos. Estos utilizaban la orina para blanquear los dientes, al parecer, y siglos después, en pleno 2018, son muchos los que creen en los efectos curativos de la propia orina.

Dicen que la urea presente en la orina, que al fin es un 95% de agua, es un potente antibacteriano, y que el pipi contiene melatonina, de manera que relaja el sistema nervioso, mejora el estreñimiento y es bueno para el corazón. Lo malo de todo esto es que ninguna teoría científica ha certificado los beneficios de la orina, y lo bueno es que al tener un porcentaje tan alto de agua su toxicidad es bajísima. De hecho, se han documentado varios casos de personas que se han visto obligadas a beber su propia orina por cuestiones de supervivencia y no han sido intoxicados. Sin embargo, mejor evitarlo.

Sudor

Se puede beber si nos encontramos en un apuro, pues no es más que agua, pero no vale tomárselo como un ritual. No olvidemos que el sudor es el mecanismo que tiene el cuerpo para eliminar toxinas, de manera que si éste ha querido eliminarlas quiénes somos nosotros para volver a introducirlas en él.

Sudor a flor de piel
Sudor a flor de piel | Kullez en flickr cc

Sangre

Diversas corrientes new age muy minoritarias abogan por beber sangre menstrual no solo por sus propiedades saludables (contiene células madre), sino por una especie de ritual purificador y sanador por parte de la mujer que bebe su propia sangre y así la regenera y construye una especie de ciclo vital que te conecta con el universo. Este proceso resulta especialmente sencillo gracias a las copas menstruales, tan de moda, que en los últimos tiempos han popularizado nuevos usos de la sangre menstrual: desde para preparar mascarillas para la cara (dicen que la piel queda estupenda) o pintar cuadros, entre otros usos.

Después están quienes gustan de beber sangre no menstrual, una especie de vampiros contemporáneos que beben sangre humana ubicados en comunidades en zonas de Buffalo y Nueva Orleans. Por no hablar del vampirismo clínico, un trastorno psiquiátrico en que la persona bebe sangre humana compulsivamente, existiendo o no la creencia de que es un vampiro.

La copa menstrual
La copa menstrual | Agencias

Agua de mar

El consumo de agua de mar se ha popularizado tanto que ya se vende embotellada y convenientemente depurada, aguas procedentes de ecosistemas marinos especialmente ricos para regocijo de sus (cada vez más) consumidores. Sus ideólogos (en España, Ángel Gracia, autor de 'La dieta del delfín', siguiendo las tesis de René Quinton) insisten en sus numerosas propiedades curativas, mientras que la comunidad científica asegura que de momento no se han confirmado estas propiedades. Sobre todo no hay que beberla directamente del mar y no hay que excederse en su consumo, pues contiene grandes cantidades de sal.

Beber agua del mar
Beber agua del mar | antena3.com

Agua de lluvia

Probablemente en muchos casos sea más seguro tomar agua de lluvia que hacerlo directamente de ríos, lagos y embalses, en el caso de los países que no tienen una buena red de agua potable, pues estos últimos siempre estarán súper contaminados. Sin embargo, siempre es mejor tomar el agua filtrada para evitar disgustos. Si queremos beber agua de lluvia, lo mejor siempre es hervirla o filtrarla, ya que en su contacto con la atmósfera se puede haber contaminado con gases ácidos, polen, polvo o microorganismos.

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