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Llámalo malabares

Conciliación, esa gran mentira

Corres por la mañana para dejar a los niños en el colegio. Luego corres para llegar al trabajo. Corres para comer algo y aprovechar al máximo el tiempo. Corres para recogerlos, llevarlos a sus clases extra escolares y corres para llegar a casa a una hora medianamente decente y poderte permitir cinco minutos de sofá.

Mujer con niño en la oficina

Mujer con niño en la oficinaiStock

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Y entre toda esa vorágine de carreras, que bien podrías haber hecho una maratón, haces recados y compatibilizas los tiempos con tu pareja para que la tarea sea un poco más repartida. ¿Y la conciliación? ¿qué era eso que nos prometieron?.

Dice la leyenda que conciliar es el arte de combinar la vida familiar y profesional siendo sus tiempos más o menos equitativos. La RAE dice que es un nombre femenino y vaya si lo es. Las bajas por paternidad han aumentado y siguen haciéndolo, pero en la vida real conciliar sigue siendo un asunto de mujeres.

¿Te has planteado cómo distribuyes tu tiempo? Solo tienes que ponerlo sobre papel. En esos escasos minutos en los que te sientas a disfrutar de un café coge un folio y, tomando el 100% como tiempo total productivo del día, distribúyelo en tantos por ciento según el tiempo que dedicas a cada cosa. Ahí verás en qué dedicas más el tiempo. No te deprimas, casi todas estamos igual.

Diana Oliver, periodista freelance, creadora del blog Marujismo y co-fundadora de Tacatá comunicación, afirma que “La conciliación, tal y como está planteada, no existe; porque, entre otras cosas, es imposible hacer dos cosas al mismo tiempo”.

Elecciones y selecciones

Estar dedicándole tiempo a tu familia o a tus hobbies con el móvil en la mano mientras contestas mensajes de trabajo o revisas el correo, lo has hecho y lo sabes. Ese tiempo que ibas a dedicar enteramente a algo que no era trabajo se fue contagiando del virus del correo entrante y pitido del teléfono. ¿De qué sirve dedicar ese tiempo a otras actividades si no es un tiempo de calidad? Ahí es donde debemos poner el foco, en la calidad del tiempo que dedicamos a cada cosa.

La conciliación tiene un apellido y es elecciones. Sí, hay que elegir y abandonar algunos planes o intenciones que teníamos en detrimento de otros. La vida está llena de estas situaciones y esto se incrementa cuando el tiempo a repartir no es solo para nosotras mismas y el auto-cuidado, sino el cuidado de otros.

“Es muy complicado encontrar el equilibrio sin hacer malabarismos imposibles. Y aún haciéndolos no siempre se encuentra. Siempre me ha gustado más hablar de elecciones que de renuncias pero es cierto que no todos podemos elegir libremente. Hay muchos condicionantes que influyen en ellas, desde la situación económica o la profesión hasta el propio carácter o intereses de cada cual”.

Mujer con niño
Mujer con niño | iStock

“Si hablamos de renuncias creo que son renuncias que se dan en ambos sentidos: ¿debo renunciar a criar para producir?, ¿debo externalizar los cuidados para cumplir con una jornada extensiva incompatible con la vida?, ¿debo renunciar a mi profesión y olvidarme de ella para poder criar?, ¿puedo económicamente mantenerme al menos tres años fuera del sistema productivo sin que haya consecuencias? Siempre se habla de las renuncias profesionales pero no sólo se trata de las que tienen que ver con el trabajo remunerado, también están las renuncias que se hacen a nivel familiar y personal”, añaden desde Marujismo.

Nos preguntamos si la solución podría estar en cambiar la forma de trabajar o si el teletrabajo es un camino viable para conseguirlo. La imagen de estar frente al ordenador con el bebé enganchado a la teta tampoco es el paraíso. Sí, estamos conciliando, pero ¿de qué manera? Lo que realmente parece que podría funcionar y es a lo que la mayoría de mujeres les gustaría optar son jornadas flexibles y compactas. “Creo que uno de los grandes problemas es la falta de flexibilidad de las empresas en cuanto a horarios, teletrabajo, organización por objetivos… Y, por supuesto, la ausencia de políticas familiares que permita a las personas vivir más dignamente sin tener que renunciar permanentemente, sea en el sentido que sea” matiza.

Estamos perdidas y no sabemos qué hacer. Colectivos como el Club Malasmadres han creado un servicio de asesoramiento gratuito de orientación legal dentro de su asociación Yo no renuncio, un movimiento que impregna las redes sociales.

Entre nosotras nos apoyamos, pero el sistema sigue ahí. ¿Qué hacemos contra esto? “Muchas veces siento que sólo nos quedan dos opciones: resignarnos e integrarnos al sistema tal y como está o buscar la forma de hacerle trampas y sobrevivir sin alejarnos de nuestros principios para que la culpabilidad no nos devore” concluye Diana Oliver.

Las no mum también concilian

Aunque no seas madre o no tengas personas dependientes a tu cargo no significa que no tengas a alguien de quién cuidar. Te tienes a ti, una persona imprescindible para ti misma y a la que también debes dedicar tiempo.

Cuando se habla de conciliación hablamos de familias, de hijos, hijas, abuelos y abuelas a los que dedicamos el tiempo que queda fuera del laboral, pero ¿y nosotras? Las personas sin pareja o en una relación sin hijos también concilian. La compra no se hace sola, las tareas se acumulan igual y ya os sabéis todo lo demás que hay en nuestras vidas que vamos dejando por los rincones a costa de trabajar.

La conciliación es un juego de malabares donde el tiempo y la productividad es lo que dicta las reglas. ¿Seremos capaces de encontrar el equilibrio y construir la vida a nuestra medida?

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