Galicia
Unos okupas destrozan un piso familiar en Ferrol antes de abandonarlo
”Lo reventaron todo, incluso una tubería de propano que casi provoca una desgracia”, explica su dueño
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No es la primera okupación que se produce en Ferrol y tampoco será la última, pero la historia de Roberto sirve de ejemplo del dolor más absoluto. “Han roto todos los recuerdos de mi madre, de nuestra casa de la infancia, donde crecimos… Estoy destrozado”, comenta con cierto nerviosismo.
Roberto tiene 50 años, es deportista, padre de dos hijos mayores de edad y heredero, junto con su hermano, del piso del barrio de Caranza, en Ferrol, en el que su familia pasó la vida entera. El capítulo más duro de su existencia se remonta a 2022. En ese año sufrió un accidente de tráfico, se partió la pelvis por tres lugares diferentes y esto le obligó, hasta hace una semana, a vivir sobre una silla de ruedas. A este episodio, y a la imposibilidad de hacer deporte o desarrollar su vida con normalidad, como antes, se agregan las continuas visitas a un psicólogo para poder superarlo.
Ese mismo año, en diciembre, recibe una terrible noticia. Su sobrino, que vive en Suecia, es alertado por un vecino de lo que ocurre en su casa familiar. “Le preguntan si hemos alquilado la casa, porque hay gente viviendo dentro”. Les resulta asombroso porque solo hace una semana que no pasan por allí. “Mi hermano va una vez cada siete días pero esa semana, por la cuestión que fuese, no fue. Y pasó lo que pasó”, se lamenta.
Arrancaron una tubería de gas y provocaron un escape
Unos okupas se hicieron con la vivienda, pero la Justicia, aunque lenta, dio la razón a los dueños de la casa. Esas personas debían abandonar la vivienda el día 25 de enero, este jueves. ¿Batalla ganada? No. El martes algo cambió en la suerte de Roberto y su familia.
Cuando pensó que todos sus problemas habían terminado, incluso estaba comenzando a andar, recibió un nuevo mensaje de alerta. Los inquilinos ilegales de su vivienda arrancaron un trozo de una tubería de gas y provocaron un escape que movilizó a las fuerzas de seguridad y obligó a desalojar el inmueble. “¿Tú sabes lo que es ver a tus vecinos de toda la vida, mayores, en bata y zapatillas abandonando su casa? Es que no hay derecho”, dice con impotencia.
Por fortuna, todos pudieron regresar a sus domicilios pasadas unas horas, pero lo que no esperaban era encontrar su casa familiar como lo hicieron. Los okupas se habían ido, sí, pero antes lo habían destrozado todo. Rompieron muebles, ventanas, puertas, se llevaron las manillas de las puertas, la grifería, partieron el bidé y un lavabo, acumularon basura… “No sé ni cómo enumerar todo lo que hicieron, es mejor verlo en fotos porque yo me rompo solo con contarlo”.
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Roberto, al menos por ahora, prefiere no atendernos ante la cámara: “Es que estoy destrozado, no duermo, no sé si la van a volver a okupar y pienso en todos los recuerdos que se han llevado de nuestra vida, allí, con mi madre”. Pero sí quiere hacer hincapié en que la Justicia debe velar por la seguridad de los propietarios de los inmuebles, y no por la de quienes los okupan: “esta misma mañana me llamaron de la Policía porque yo había entrado en mi propia casa y los okupas habían colocado una alarma de una empresa que, al no responder a la llamada que hacen al cliente, alertaron a las autoridades”. Pide que esto no quede impune mientras se recupera del peor episodio de su vida.
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