Tragedia Barbate
Emotiva carta de despedida a uno de los guardias civiles asesinados en Barbate: "Qué dolor tan rabioso y miserable"
Luis ha escrito esta carta en sus redes sociales para despedir a su amigo Miguel Ángel González Gómez, el miembro del GEAS de la Guardia Civil que falleció tras la embestida de la narcolancha en el puerto de Barbate.
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Se llama Luis, y ha querido escribir esta carta en sus redes sociales para despedir a su amigo Miguel Ángel González Gómez, el miembro de los GEAS de la Guardia Civil que falleció tras la embestida de la narcolancha en el puerto de Barbate. Relata las duras horas esperando su cuerpo en la Comandancia de Cádiz: "La imagen de su novia llorando, abrazando a su hija, su padre sin apenas poder andar o hablar".
Y su inquebrantable amistad de 9 años. Ilustra la carta con una foto juntos: "Este es mi amigo Miguel, quien por desgracia anda ahora en escena de los dichosos telediarios" (...) "A este gran amigo lo conocí en 2015 a través de mi amigo Salvi. Migue, sin conocerme apenas, me invitó a unirme a él en el gimnasio que tengo cerca de casa (...) Hicimos migas a la primera, de las buenas. Él era el alma de la clase, saludaba a todo el mundo al llegar, sonriendo como era normal; diría obligatorio; corría rápido pues era un gran deportista, un apasionado del balonmano y, cada vez que me doblaba en el calentamiento, me daba una sardineta (...) Él es de esas personas que ven un plan genial en cualquier lugar, en cualquier compañía, en cualquier momento o fecha y cuantos más mejor".
"No tenía sentido que estuviera allí"
"Era un apasionado de su profesión, más aún si cabe de su amado buceo, que practicaba tanto o más en su tiempo libre en forma de pesca submarina. Amante incansable del mar. La misión del buceo es difícil y callada, lema que me enseñaste tú", prosigue. Pudo pasar a formar parte del GEAS, su verdadero sueño: "Este verano en la playa conoció a mi hija, él paseaba solo, tan chulo y sonriente como siempre, tratando de olvidar que venía de un pantano de rescatar un cuerpo".
Luis asegura que se enteró de su muerte por la televisión: "No puede evitar pensar en él, aunque no tenía ningún sentido que él estuviera allí. Cuando vi el video por la noche en las redes, me volví a acordar de él, pensando en que él sabría lo que había pasado y que le tenía que preguntar. No tenía sentido que estuviera allí".
"Ayer me llamaron de mañana y me comunicaron que, efectivamente, era uno de los fallecidos en aquella pequeña embarcación, que pretendía expulsar a las enormes narcolanchas, tan comunes y consentidas en Barbate, que fuera a la Comandancia que su cuerpo, nuestro Migue, no había llegado pero que íbamos a esperarle. Lo que viví allí fue desolador (...) La imagen de su novia llorando, abrazando a su hija, de tan solo doce años. Su padre, un gran marino, sin poder andar o hablar. Su familia diciendo que se lo habían matado y lo buen guardia que era, y todo el mundo, la formación de verde y algún que otro color, llorando al darle el adiós y gracias.
"Tu padre le dijo al político de turno que te habían mandado a morir"
"Una de las más dolorosas cosas que sucedieron fue la fortuita aparición del político de turno, a quien obvio nombrar para que no tenga una propaganda que no merece, que se acercó a tu padre (...) tu padre le dijo al "tal" que esto no tenía que haber pasado, que no se trataba de izquierdas ni de derechas, que te habían mandado ellos a morir. Tu novia, luego, ya contigo presente, también le dijo cuatro cosas sobre la gran chapuza que, entre algunos que jamás se han mojado el traje ni el uniforme, tejieron y os mandaron. Eso de disuadir a esos hijos de la fulana que se dedican a traer droga en esas pedazo de lanchas. El del cuello almidonado no miró a los ojos de nadie, ni contestó. A él le da absolutamente igual, nadie lo duda, y él sabe que las lanchas las habrían dejado allí si no hubiera estado él por la zona, que queda mal y es demasiado evidente".
"Ojalá rueden cabezas de esos que os mandaron a la Parca"
"Qué dolor tan rabioso, tan miserable y tan desleal, tanto como los que te mandaron allí, a pelo contra esos malvados. Si os hubiera salido bien nos lo habrías contado como una anécdota más. Ojalá esto sirviera para algo, pero no tenemos fe. Ojalá rueden las cabezas de esos que os mandaron a la Parca...Ojalá contestaras a mis mensajes sobre qué pasó. Ojalá, Miguel, en este país desaparezcan esos que se dicen de profesión políticos y que no son más que secuaces del narcotráfico, que no combaten por complicidad directa y que jamás se ven salpicados por una gota de ese agua salada que a ti te envolvía".
La carta termina dando las gracias a su amigo: "Siempre estarás en mi corazón, ojalá estés buceando y descansando en paz, gracias Migue, muchas gracias, gracias siempre".
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