Volcán de La Palma

Cuatro horas encadenado para pedir que les dejen volver a sus casas, en zona de exclusión por culpa de los gases del volcán

Francisco Rodríguez Pulido entró a Puerto Naos con su medidor de gases para protestar por la gestión que se está haciendo en la zona y que mantiene el pueblo cerrado 16 meses después de la erupción.

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Llevan 16 meses fuera de sus casas, primero fue la erupción y la lava pero los problemas para los vecinos de La Palma no pararon cuando el volcán se apagó. Más de un millar de vecinos y empresarios siguen fuera de sus casas ubicadas en los núcleos de Puerto Naos y La Bombilla a pesar de estar intactas, porque, según las mediciones de Involcán y el IGN, las concentraciones de gases no son compatibles con la vida. Los vecinos entienden el riesgo pero también creen que la gestión que está haciendo no es la correcta. Es lo que piensa Francisco Rodríguez Pulido, profesor de química que se ha erigido como portavoz improvisado de los afectados.

"Es cierto que hay zonas, sobre todo en el interior de algunas viviendas, en donde las mediciones superan las 1.200 ppm de carbónico (1.200 partes por millón de dióxido de carbono) pero para poder reducir ese nivel pedimos que se abra el agua, que nos permitan ventilar nuestras casas", asegura.

Este fin de semana, cansado dice de la inacción del Cabildo insular, decidió bajar a Puerto Naos con un amigo, lo hizo de madrugada pero a pesar de estar en “zona de exclusión” nadie le impidió el acceso. Se encadenó a un banco de la conocida como Playa Chica, "Esta es una de las zonas donde los medidores 'oficiales' dan los peores datos pero yo llevé mi propio medidor y no pasó de 400 p.p.m., lo cual es completamente compatible con la vida. No entendemos cómo puede haber datos tan diferentes en apenas unos metros", nos confiesa Pulido.

Estuvo atado cuatro horas

Permaneció atado unas cuatro horas hasta que poco después del mediodía se personaron unos agentes de la Guardia Civil que le invitaron a marcharse: "me dijeron que estaba en zona restringida, pusieron en marcha sus medidores y comprobaron que la concentración de gases no era nociva. Mi protesta ha sido pacífica, no opuse resistencia pero tuvieron que cortar la cadena para poder levantarme de allí".

Los agentes, que confesaron que se habían enterado de la situación a través de las redes sociales, le informaron de que si no se marchaba por su propio pie tendrían que detenerlo.

Pulido asegura que se encadenó, no solo como medida de protesta, sino que "se trata de un acto para levantar conciencias ya que hay gente que sigue teniendo miedo". "Queremos que haya criterios de salud pública para evaluar si se puede o no vivir en Puerto Naos. Desde hace meses decenas de trabajadores acuden a este núcleo diariamente sin ningún tipo de protección. Pedimos que instalen estaciones automáticas para poder hacer seguimiento online de las viviendas, que se abran las redes de saneamiento ya que están saturadas y son vías catalizadoras para la difusión de estos gases", indica.

Solo piden que las autoridades escuchen sus propuestas y abran la mano a nuevas propuestas que permitan que los más de 1.000 vecinos puedan regresar a sus casas dieciséis meses después de la erupción.

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