Guerra
El 'plan de paz' de los asesores de Trump para la guerra en Ucrania: cortar la ayuda militar a Kiev si no dialoga con Rusia
A Ucrania no le quedaría más remedio que aceptar una mesa de trabajo porque, de lo contrario, se quedaría sin ayuda militar americana y caería en cuestión de semanas.
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No es ningún secreto y ni siquiera una revelación. Lo que Donald Trump acaba de hacer sobre Ucrania es recordar a todo el mundo que nada que tenga que ver con Estados Unidos se debe dar por hecho antes de las elecciones estadounidenses en noviembre y eso incluye, naturalmente, el futuro de la guerra en Ucrania.
Si gana Trump ha prometido medidas duras en inmigración incluyendo un aumento muy sustancial de las deportaciones. Nadie debería dudar que va a ser así y muy pronto se empezarán a filtrar también esos planes.
Ha prometido también cambiar la política comercial reforzando los aranceles para quienes pretendan exportar a Estados Unidos. Nadie debería dudar que va a ser así aunque esos planes serán más difíciles de implementar por el riesgo de aumentar la inflación en Estados Unidos.
Ha prometido reforzar los poderes de la presidencia en el equilibrio de poderes doméstico. Y nadie debería dudar que va a ser así -especialmente en todo lo que tiene que ver con la fiscalía del estado.
Y, finalmente, en política exterior ha prometido un giro que irá en dos direcciones y una filosofía: una dirección será relajar los vínculos con los aliados tradicionales -en especial con la OTAN- y otra tomar decisiones de manera más unilateral, y todo ello con una filosofía transaccional, es decir, Estados Unidos fijándose más en intereses y menos en principios.
Todo ello aplicado a Ucrania se traduce en lo que durante meses el propio Trump ha dado a entender y ahora revelan sus ex asesores que estaban en su Consejo de Seguridad Nacional durante su presidencia.
Trump, aseguran, inmediatamente forzaría a Ucrania y a Rusia a negociar. Es obvio que es mucho más fácil que Rusia acepte negociar porque ya tiene ocupadas varias provincias ucranianas además de Crimea.
A Ucrania no le quedaría más remedio que aceptar una mesa de trabajo porque, de lo contrario, se quedaría sin ayuda militar americana y caería en cuestión de semanas.
Una vez negociando, Trump asegura que podría forzar a Rusia a un acuerdo con una mezcla de promesas y amenazas. La promesa básica sería que Ucrania no entraría en la OTAN -lo cual Rusia ya da por hecho...- y la amenaza más importante sería que Estados Unidos armaría aún más a Ucrania si no hay acuerdo -lo cual Rusia no se cree y con razón porque es impensable que Trump arme a Ucrania más de lo que ya ha hecho Biden.
Es decir, en esta negociación que Trump impondría Ucrania tiene en principio mucho más que perder que Rusia. Rusia podría asumir, al menos a corto plazo, no conseguir todos sus objetivos en Ucrania -pero conseguiría que se reconociera lo que más teme Europa: que invadir las fronteras internacionalmente establecidas pueda acabar siendo asumido por el mundo.
Eso obligaría a Europa a redoblar su gasto militar -dependiendo, probablemente mucho más de proveedores estadounidenses- y permitiría a Estados Unidos gastar mucho menos en defensa militar en Europa...
La realidad es que nadie espera que a corto o medio plazo Rusia pierda y se retire sin más. Todo el mundo asume que se está en una guerra de desgaste.
En esta guerra de desgaste la administración Biden estaría dispuesta a seguir esperando a que Rusia flojee primero.
Pero una administración Trump estaría dispuesta a solucionarlo cuanto antes, buscando más qué ganar y menos qué principios defender.
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