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Coronavirus

Cuentos en cuarentena contra el coronavirus: "Voy a comedte"

En la web de Antena 3 Noticias seguimos contando con La Escuela de Cuentacuentos para contar una historia diaria para "escapar" con la imaginación del confinamiento. La de este lunes es muy, muy divertida y va dedicada a nuestros niños, atentos porque el lobo no siempre es el malo de la película...

En la web de Antena 3 Noticias os estamos contando un cuento diario con la ayuda de los profesores y los alumnos de La Escuela de Cuentacuentos.

La historia de este lunes es perfecta para los más pequeños de la casa. Este cuento está dedicado a todas las niñas y niños que piensan que los lobos no tienen por qué ser malos.

#CuentosEnCuarentenaA3N: "Voy a comedte!

En casi todos los cuentos los lobos son malos. En algunos son los que destruyen casas, otras veces fingen ser abuelitas adorables, o incluso hay unos cuantos en los que se disfrazan de ovejas para pasar desapercibidos. Pero no todos los lobos son malos. Algunos son inocentes y muy tiernos a los que les pasan cosas divertidas. Bueno, divertidas para nosotros, pero no para ellos, claro.

#CuentosEnCuarentenaA3N: "¡Voy a comedte!"

En el bosque, entre los abetos, había un lobo...¡Un enorme lobo! Estaba siempre hambriento..., muy hambriento..., pero que muy, muy, muy hambriento...Y siempre esperaba ansioso a que pasase ante él un buen plato de carne fresca.

Una mañana, por el camino, apareció un conejo. Un conejo blanco, tierno, bien relleno, sonrosadito, camino del mercado a comprarse tres kilos de zanahorias frescas.

El lobo, lo vio y dio un gran salto y gritó:

–¡¡¡¡Ahhhh!!!! ¡¡voy a comedte, conejito blanco!! ¡¡voy a comedte ahoda midmo!!

–¡Espera..., enorme lobo, espera! ¿Puedes repetir lo que has dicho?

–Sí, clado. He dicho: ¡voy acomedte, conejito blanco! ¡voy a comedte ahoda midmo!

–¡¡Ohhhh!! me da la impresión de que tienes un pelo en la lengua y que debe ser muy molesto... Venga, enorme lobo, abre la boca para que pueda ver si...

–¡¡Ahhhh!!

–Así, no. ¡Ábrela bien grande que así no veo nada!

–¡¡Ahhhhh!!

–En efecto. Tenía razón. Tienes un pelo en la lengua ¡y bien largo! ¡qué digo largo! ¡larguísimo! ¡No te muevas, enorme lobo! Quédate así. Voy a buscar unas pinzas de depilar y vuelvo enseguida para quitártelo. Pero sobre todo ¡No te muevas!

–¡Vale, peo ate pdiiisa!

–¿Cómo? ¿qué dices?

–Digo que: vale, peo pod favod, ate pdisa, No uedo estad ucho tiempo azí.

El lobo esperó 1 hora. 2 horas. 3 horas.

Cuando de repente apareció por el camino un conejito rojo.

–¡¡Voy a comedte, conejito dojo, voy a comedte ahoda midmo!!

–¡Mírale! ¡no tienes ni idea. Ni la más remota idea, enorme lobo! Si quieres comer conejo no puedes hacerlo así. Para cazarme primero tienes que esconderte detrás de un árbol, y que no te vea, que no te oiga... ¡Y encima tienes un pelo en la lengua! Venga, inténtalo de nuevo: escóndete detrás de ese árbol, yo me voy y hago como si no te hubiera visto, y en cuanto me oigas llegar...¡zas! Sales de tu escondite, saltas sobre mí y me atrapas ¿vale?

–Vale. Oye, muy amable de tu padte. Muy amable. Edes un conejito dojo encantadod.

El lobo se escondió detrás de un gran abeto y esperó.

Tenía hambre, Mucha hambre. Cada vez más hambre. Se podría decir que tenía más hambre que un lobo

El lobo esperó 1 hora. 2 horas. 3 horas... cuando de repente ¡oyó un ruido! El lobo pensó en hacer exactamente lo que le había dicho el conejito rojo. Salió de su escondite y saltó como una fiera sobre el conejito con la boca abierta de par en par. Salvo que el conejito, aunque era rojo, en efecto, no era para nada pequeño. Al contrario, era grande. Muy grande. ¡Pero que muy, muy grande! ¡Era enoooooorme! ¡Y no le gustaba nada que le mordieran el trasero! ¡Era un oso!

–¡Oh, peddón, señod oso paddo! ¡me he equivocado! ¡le he confundido con un conejito dojo! ¡Un lindo conejito dojo!

–¿Cómo? ¿yo? ¿un lindo conejito rojo? ¿tú estás mal de la cocorota? ¡como te pille te vas a enterar!

El lobo corrió, corrió, y corrió a toda velocidad. Corrió como un loco perseguido por el oso feroz. Tan rápido corrió que...¡PUM, PATAPLAF! Su alocada carrera acabó delante de un enorme roble que casualmente estaba allí, justo en medio de su camino.

Cuando volvió en sí, se dio cuenta de que había perdido todos los dientes. Sí, sí, todos los dientes.

Se puso muy triste, porque sentía que la suerte no le sonreía. Se había dado un mamporro huyendo del feroz oso quedándose con un chichón en la cabeza y, además, sin dientes, con lo que ya no podría comer carne fresca, Y el pobre lobo seguía hambriento, muy hambriento, pero que muy, muy, muy hambriento.

Aparte de eso, también sintió que el conejito blanco y el conejito rojo le habían mentido para que no se los pudiera comer. Así que estaba dolorido, triste y defraudado.

Mientras se acurrucaba al lado de un abeto para llorar a gusto, oyó unas pisadas ¡eran del conejito blanco y del conejito rojo que lo estaban buscando porque le traían todo lo necesario para ayudarle a quitarle el pelo de la lengua y para enseñarle a ser un lobo un poco menos inocente y un poco más feroz.

Así que ¡atención! Si alguna vez vais de paseo por el bosque lo más probable es que os encontréis con este enorme lobo. Pero vosotros tranquilos, no tenéis nada que temer, no pasa nada, ya que desde ese día el enorme lobo, al no tener dientes se ha hecho ¡vegetariano!

Y colorín colorado...¡uy! un diente de lobo me he encontrado.

FIN

Por que sigamos conociendo y encontrando lo mejor en los demás.

Y el cuento de mañana martes dedicado a los trabajadores de comercios

Cada día de la cuarentena te contaremos un nuevo cuento. Mañana contaremos uno especialmente dedicado al personal de tiendas de comestibles, supermercados y a todas las personas que deben seguir trasladándose a sus trabajos para que podamos seguir adelante. ¡No te lo pierdas!

#CuentosEnCuarentenaA3N

Narradora: Laura Nogales, alumna de La Escuela de Cuentacuentos.

Título: "Voy a comedte"

Autor: Jean-Marc Derouen.