Ignacio Elguero nos trae con 'Cosas que ya no decimos, no hacemos, no existen' una pizca de morriña, un recordatorio de un tiempo no muy lejano en el que las cosas sucedían y se hacían de otra manera.
En el prólogo explica que hay situaciones tales como hacer la mili o llevar a revelar un carrete de fotos que han desaparecido por completo de nuestra vida. Dar cuerda al reloj, alquilar películas en sistema Beta o VHS, comprar tebeos, hervir leche, las cartas de amor con sobre y sello, las hombreras o esperar dos horas para hacer la digestión antes de bañarnos son, simplemente, cosas que ya no hacemos.
Los cambios sociales y educativos derivados de múltiples factores hacen que las diferencias entre las nuevas generaciones y las de sus padres y abuelos, sean inmensas.
La tecnología ha avanzado a un ritmo frenético, provocando nuevos hábitos de consumo y comportamiento que han obligado a descartar utensilios, objetos o costumbres que pocos años atrás era de máxima actualidad.
Cosas que ya no hacemos...
No movemos las antenas de la tele ni le damos golpes para estabilizar la imagen; no jugamos al fútbol con las chapas, el chico ya no invita a la chica a todo, no cargamos la baca del coche, ni nos sonamos la nariz con un pañuelo de tela. No fumamos en clase, no cambiamos la aguja al tocadiscos, no asustamos a los niños con que viene el coco ni jugamos a las prendas.
Cosas que ya no existen...
La marca de la vacuna contra la viruela ya no está en nuestra piel, los dos rombos en la tele ya no aparecen cuando hay escenas subidas de tono, las maletas sin ruedas están en peligro de extinción y la bolsa de leche en bolsas de plástico pasó a mejor vida. Los teléfonos de rueda, la paga en pesetas, los pañales de tela, la sesión continua en el cine, el sereno y el COU son 'cosas', que a los nacidos este siglo, ni les sonarán.
Cosas que ya no decimos...
Ya no decimos, ni escuchamos, al afilador, ni la expresión 'los niños vienen de París o los trae la cigüeña. Ya no citamos a Rita cuando quieren que demos algo de vuelta (Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita), no decimos que alguien se ha quedado para vestir santos o que con un seis y un cuatro, hacemos la cara de tu retrato. No rezamos Cuatro esquinitas tiene mi cama, no 'nos damos el lote', ni damos 'besos de tornillo', ni tampoco decimos 'chispas tres marcas de leche' cuando decimos algo a la vez.
