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De estar rodeado de lujos a vivir en un zulo: así arruinó el síndrome del impostor la vida de José y su familia

Era un empresario de éxito que trabajaba en compañías internacionales, pero el constante pensamiento de que todo lo alcanzado era por suerte y que no se lo merecía hizo que dejara su trabajo. Empezó a perder dinero y acabó viviendo en 5 metros cuadrados y sin dinero ni para comer.

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José Costas era un alto directivo de banca y tenía un nivel de vida altísimo, además de una carrera de éxito con propio despacho de abogados y una beca internacional que le ofrecieron varios altos cargos en empresas de relevancia.

A él y su familia no les faltaba de nada. Sin embargo, el síndrome del impostor les arruinó la vida. Este trastorno le hacía creer que no valía para nada y que sus triunfos eran un fraude.

Y es que, debido a este síndrome, José sentía que no merecía ninguno de sus éxitos, algo que no era cuestión de autoestima, sino de un trastorno psicológico con una característica muy singular: el temor a no ser válido.

"Son falsos mensajes a los que les das mucha credibilidad"

José Costas sufre síndrome del impostor

José tenía constantemente este pensamiento, una obsesión que le llevó a renunciar a todo y acabar viviendo en una habitación llena de trastos, de la que tenía que salir al patio para ir al baño y cuyo techo se volaba con el temporal.

Fue un momento en el que tocó fondo, y se autoconvenció de que le iría bien con su propia empresa, pero, una vez más, estaba escapando, ha explicado. Después de dejar su trabajo, no le fue bien y acabó en la ruina.

El síndrome hacía que no disfrutara de lo que tenía. "Estaba convencido de que todo esto era por suerte", ha asegurado. Esto es algo que, según ha contado, le pasaba desde pequeño.

En el colegio, siempre copiaba del compañero de al lado porque siempre pensaba que su examen era mejor del suyo. "Creía que era tonto", ha dicho.

Esto hizo que su vida pasara de todo lujos a vivir en un zulo, lleno de suciedad y desorden y sin apenas dinero para comer. Incluso empezó a automedicarse porque no tenía dinero para psiquiatras, algo que aún le trajo más problemas.

Hasta los 53 años no supo cómo controlar estos pensamientos. "Son falsos mensajes a los que les das mucha credibilidad", ha aclarado.

Hoy, años después, ayuda como voluntario a aquellos que tienen el mismo trastorno que él para que sepan que no están solos y puedan salir del abismo de esta patología.

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