La cervecería Carvi de Gijón es un local que abre desde la madrugada hasta el mediodía. Aquí, el 4 de marzo de 2010, muere asesinado Juan Carlos Roces, el dueño del bar. Le asestan 19 puñaladas. La policía investiga a los clientes que esa mañana visitan el Carvi y se detiene en uno de ellos, al descubrir que no dice la verdad. Se trata de José Antonio López Llorca. La versión policial apunta que José Antonio López vuelve al Carvi, tras recargar su teléfono móvil y asesina a su dueño. La policía cree que comete el crimen entre la una menos diez y la una de la tarde. Pero esta tesis se desmorona en el juicio cuando llegan los datos de los repetidores de telefonía que fijan la posición del móvil de José Antonio.
La policía descarta otras líneas de investigación, otros sospechosos. Decide centrarse en José Antonio, pese a que solo hay indicios y suposiones. Es detenido tres meses después del asesinato. La sección octava de la Audiencia Provincial de Asturias lo declara culpable tras el veredicto de un jurado popular. La condena: 18 años de prisión. Hasta que el Tribunal Supremo confirma su absolución, José Antonio permanece preso en la cárcel de Villabona, en Asturias, casi tres años. Más de mil días irrecuperables.
José Antonio se enamoró en prisión de otra interna y se casaron. La pareja tuvo una niña, Caley. Cuando él deja la cárcel, los Servicios Sociales de Asturias se negaron a entregarle a la pequeña y la dieron en acogimiento a una familia. Ahora el Tribunal Superior de Jusitica de Asturias le ha otorgado la patria potestad de la pequeña. Por fin le permiten ser padre y quiere recuperar cada momento perdido.