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LA VIDA EN PRISIÓN DE MONSERRAT GONZÁLEZ

La asesina confesa de Isabel Carrasco: "Esto no está nada mal"

La vida en prisión de la asesina confesa de Isabel Carrasco y su hija es muy diferente. Monserrat se muestra entera y hasta satisfecha, mientras que su hija se sigue preguntando por qué esta en la cárcel.

"Bueno pues, esto no está nada mal". Esas fueron las primeras palabras de Monserrat González nada más ingresar en prisión. La autora confesa del asesinato de Isabel Carrasco afronta su día día en la cárcel con entereza y gallardía. No muestra ningún signo de arrepentimiento y se vanagloria de lo que hizo hace una semana. Dicen quienes tratan con ella que es de mucho hablar e intenta hacer amigas. No sólo entre las internas, con las que se turna para estar, sino también con el resto de reclusas del módulo. Les hace preguntas y, a día de hoy, mantiene una relación cordial con la mayoría.

Conversaciones en las que no sólo no oculta la autoría del asesinato, sino que explica a las reclusas cómo llevaba años planeándolo y cómo avisó a Isabel Carrasco de que tuviera cuidado con ella. Lo primero que preguntó al equipo de tratamiento con el que se entrevistó antes de pasar al módulo 10 es si iba a estar con su hija. Al no poder los educadores asegurárselo, los amenazó diciéndoles que hablaría con quien fuese necesario para que su abogado sacase a Triana de prisión porque ésta no tenía nada que ver.
Una hija a la que podrá ver, una vez a la semana por cristales, en lo que se llama comunicación interna en el locutorio. Un contacto de 40 minutos más 1 hora y media de vis a vis al mes que podría dejar de existir siempre que la jueza lo estime oportuno.

Madre e hija están completamente separadas. La vulnerabilidad de Triana ante la situación podría haber provocado que ahora esté en un espacio distinto al de su madre. Según ha podido saber Espejo público, la hija de Monserrat se encuentra en el llamado módulo de respeto. Es un lugar que tiene como finalidad la convivencia entre los internos. Las normas de limpieza, actividades etc, dejan de ser algo impuesto por la prisión para pasar a ser voluntarias. Así, el recluso pasa a considerar éste día a día como algo propio y su comportamiento en diversas actividades será evaluado. Pero no sólo individualmente sino también en grupo.

Un día día algo más llevadero para una mujer que, al parecer, llora con frecuencia y ha solicitado medicación para dormir. Triana cuenta a sus compañeros de prisión que aún no sabe por qué está encarcelada. Que nada tiene que ver con lo que ha hecho su madre. Un asesinato que asegura sólo lo ha escuchado y que aún no se lo cree porque su madre no es agresiva. Eso sí, no duda en cargar su ira contra la víctima de la que sigue hablando entre rejas asegurando que les ha hecho mucho daño.

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