Infiltrado en la red terrorista

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Antonio Salas es El Palestino

Muhamad Abdalá es un musulmán venezolano. En 2004 los israelies matan a su esposa en Cisjordania. Desde entonces consagra su vida a matar infieles, a convertirse en un matir de la yijad.

Sin embargo, Abdalá no existe es Antonio Salas, el periodista que ya se infiltró en una banda de neonazis, y en el mundo del tráfico de mujeres, ambos mundos retratados en "Diario de un skin" y "El año que trafiqué con mujeres", respectivamente.

Se convirtió al islam, aprendió árabe y creo un falso, pero sólido pasado para Abdalá. Durante 6 años vivió en un territorio donde la vida y la muerte se deciden por pequeños detalles. "Tuve que aprender dónde estaba la Meca y hasta dejar de fumar y beber", asegura. Para superarlo tuvo que convertirse, literalmente, en otra persona.

Su investigación empezó en Venezuela. Un país donde su árabe con acento latino era más creible. Allí pudo grabar con cámara oculta los campos de entrenamiento para terroristas. Contactó con varios grupos armados, incluso conoció al histórico etarra Arturo Cubillas, acusado de tres asesinatos en los años 80. "Estuve semanas esperando a que me admitieran", finalmente en 2008, la tapadera da resultados.

Con el tiempo se gana la confianza de uno de los  terroristas más sanguinarios del mundo Illich Ramirez, alias, Carlos "el chacal". Se convierte en editor de su página web y en su amigo.

Pero todo tiene un fin. En abril del año pasado, tras la muerte de un conocido terrorista al que había entrevistado, una bomba vuela por los aires el coche de Abdallah. "Eso me sobrepasó, la verdad. pensé que era un aviso y el momento de dejarlo, ya había tentado demasiado a la suerte".

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