BETTY VE TELENOVELAS

'Mar de amores' llega a puerto: todas las claves de su exitosa singladura en Nova

Hay despedidas que son agridulces como en el caso de la familia Akarsu. Nos entristece decirles adiós, pero, al mismo tiempo, nos alegra haber compartido todo este tiempo con ellos a través de la pantalla de Nova.

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Para construir algo muchas veces hay que destruir algo previamente. Algo así es lo que han vivido los Akarsu a lo largo de todos estos meses. Los conocimos cuando su familia se hizo trizas, pero tal vez todo aquel dolor, toda aquella desesperación, todos los problemas que han enfrentado han sido la travesía que han tenido que recorrer para llegar al puerto seguro de la estabilidad, la tranquilidad y la felicidad.

Cemile, el faro incombustible

Y en esta larga singladura por este'Mar de amores' Cemile siempre ha sido el faro que ha mantenido su luz a pleno rendimiento. No importaba la oscuridad de la noche. No importaba el fragor de la tempestad. No importaba la fuerza de las olas. No importaba la virulencia del viento. Por muy intensas que hayan sido las sucesivas y constantes ciclogénesis explosivas que han azotado a su familia, Cemile siempre se ha mantenido firme, sólida, entera, valiente, decidida.

Cemile no solo demostró que podía sacar adelante a sus hijos cuando su marido la dejó prácticamente en la calle, sino que además supo reinventarse cada vez que el destino le ponía nuevas zancadillas. La conocimos como ama de casa, pero después descubrimos que podía ser empresaria y comprobamos su habilidad como emprendedora.

Aunque, si somos claros, la mayor parte de los obstáculos tenían el nombre del padre de sus hijos. Ali no solo le rompió el corazón cuando la abandonó por Caroline, sino que también fue su mayor quebradero de cabeza cuando la euforia por la aventura holandesa se fue apagando. Ali no dudó a la hora de poner punto y final a su matrimonio, pero nunca permitió que Cemile pasara página. Es más, incluso cuando pretendía ser de ayuda para su mujer, no hacía más que complicar la situación.

Durante mucho tiempo Cemile vivió presa de los celos y la obsesión de Ali. Cada paso que daba, por muy inocente y decente que fuera, era auditado y censurado por su exmarido, que tenía muy claro eso de ''o mía o de nadie''. Y, de hecho, lo demostró en la boda de la madre de sus hijos y Hikmet.

Siempre nos quedará la duda de qué hubiera pasado si Ali y Arif hubiesen compartido espacio temporal. ¿Habría actuado igual que con Hikmet? ¿Habría aprendido la lección? ¿Cómo llevaría ver a su mujer feliz y enamorada de nuevo?

Sea como fuere, nos queda la satisfacción de haber conseguido ver a Cemile sonreír de nuevo. Ver a Cemile ilusionada de nuevo. Ver a Cemile enamorada de nuevo. Con Ali vivió el desamor y Hikmet no fue más que una ilusión por una nueva vida. Sin embargo, con Arif sí formó una pareja. Con Arif sí vivió a rajatabla eso de ''en lo bueno y en lo malo'' porque han vivido momentos felices, pero también han sufrido hasta la extenuación.

Cuatro hermanos, cuatro historias

Cemile no solo ha sufrido como esposa. Su maternidad tampoco ha sido fácil porque todos y cada uno de sus hijos se han encargado sucesiva o simultáneamente de provocarle un mar de lágrimas.

Sin duda, Mete ha sido el más habilidoso a la hora de meterse en problemas. Es imposible calcular la cantidad de veces que ha acabado el hospital con la cara amoratada y varios huesos rotos y también es complicado recapitular todas las ocasiones en las que ha sido detenido o retenido.

Su adolescencia estuvo marcada por el rencor hacia un padre ausente que nunca supo (o nunca quiso) comprender a un hijo que solo reclamaba un poco de atención y cariño. Y si la relación paterno-filial ya no era fácil, cuando Ali eligió a su amante por encima de su familia, la situación se hizo insostenible. Además, tampoco podemos perder de vista que el único refugio que encontró Mete a su rabia juvenil fue Inci, aquella profesora que supo ver que más allá del adolescente conflictivo había las bases de quien sería un buen hombre en el futuro. La lástima es que Inci no pudo ver a ese hombre.

Mete logró superar el dolor por la muerte de Inci gracias a la música. Y fue en ese momento cuando conocimos al mejor Mete. Estaba ilusionado con su profesión y hasta logró dejar atrás el rencor hacia Ali. Mete y su furgoneta multicolor eran el mejor ejemplo de que los Akarsu miraban hacia el futuro con ilusión y esperanza. Y hasta se dio una nueva oportunidad en el amor, pero, una vez más, su gen de meterse en problemas hizo acto de presencia y, una vez más, perdió a la chica.

Pero no se rindió y a la tercera fue la vencida. Todos pensamos que Aysa entraría en su vida en formato cuñada, pero los guionistas tenían otros planes y, aunque nos dolió la desilusión de Osman, apostamos por una pareja que también enfrentó una buena cantidad de tempestades.

Y la peor de ellas tiene nombre propio: Tugrul. Tardaremos mucho tiempo en olvidar la imagen de Mete total y absolutamente destrozado por el hambre, el frío y la tortura.

Si con Mete sufrimos, con Aylin tampoco lo tuvimos fácil. Su relación con Soner nos ha provocado cierta división de emociones. Había momentos en que deseábamos que fueran felices y comieran perdices. Había momentos en que no comprendíamos su indecisión e inmadurez.

Y, desde luego, nunca asumiremos que justo cuando habían superado todas las confusiones, todas las mentiras, todos los obstáculos, que justo entonces su historia tuviese un punto y final tan dramático.

Eso sí, esa historia nos trajo a la luminosa Deniz que con sus coletas y su sonrisa siempre llenaba la pantalla de alegría. Y ella tampoco lo tuvo fácil con un padre que casi siempre era mucho más infantil que la niña.

Lloramos por Aylin y lloramos con Berrin, que tampoco tuvo una vida fácil. Se enamoró de un buen hombre, pero lo hizo en el momento equivocado. La política se interpuso en su relación de tal forma que él acabó en el exilio y ella casada con otro. Afortunadamente, la vida les dio una segunda oportunidad. Lograron ser felices, lograron casarse, lograron formar una familia.

Pero Berrin es una Akarsu y eso conlleva pagar peaje por la felicidad. Y ella lo pagó con creces. Perdió al amor de su vida justo cuando se enteró de que iba a tener un hijo del hombre de su vida. Porque, aunque después le dio una nueva oportunidad a Hakan, cortesía de la presión de su hija y su abuela, siempre tendremos claro que el gran protagonista de la vida de Berrin ha sido Ahmed.

Y en medio de las tempestades sentimentales de sus hermanos mayores siempre ha estado Osman, a quien hemos visto como un niño inquieto y avispado, como un adolescente con el don familiar para meterse en problemas, como un joven convertido en el hombre de la casa en ausencia de su padrastro y su hermano mayor y como un adulto que ha querido compartir con todos nosotros el homenaje que ha hecho a su familia en formato serie de televisión.

Una villana de altura

Aunque los Akarsu se las arreglaban bien solos para complicarse la vida, lo cierto es que también han contado con la colaboración de terceros a la hora de provocar marejadas en su singladura. Kenan no tuvo reparos en idear un retorcido plan para hacerse con lo que consideraba suyo por derecho y Tugrul no dudó en mostrar la peor cara del ser humano.

Obviamente la lista la encabeza Caroline, que no solo fue la primera en llegar a sus vidas sino que además tuvo la habilidad de perdurar en el tiempo. Irrumpió en la familia Akarsu como elefante en cacharrería y no dejó en pie ni la decoración de la casa.

A lo largo de todo este tiempo hemos aprendido varias cosas de Caroline. La primera que no tenía absolutamente ningún escrúpulo, algo que le permitía llevar a cabo sus planes sin demasiados aspavientos. Es más, casi podría decirse que ha sido toda una femme fatale. Todos los hombres que han pasado por su vida o, mejor dicho, todos los hombres que han tenido a Caroline en su vida han tenido un dramático final: Ali, Ekber, Kenan, Ekrem, Ibo...

Ahora, al hacer repaso de toda su trayectoria se nos plantea una disyuntiva ¿Qué era más fuerte en Caroline? ¿Su amor al dinero o su odio a Cemile?

Unos secundarios protagonistas

Una de las claves de 'Mar de amores' es que ha sido una serie coral. No solo por sus protagonistas, sino también por los secundarios que los han acompañado.

Mención especial merecen los vecinos de la calle de los Akarsu, que han sido casi nuestros vecinos y, en muchas ocasiones, han sido un reflejo de nuestras reacciones mientras veían en vivo y directo lo que nosotros contemplábamos a través de la pantalla. Junto a ellos por supuesto, ese trío inseparable, indisoluble e indescriptible que formaban Neriman, Kemal y Mesude.

¿Qué decir de las novias de Mete? Inci y aquel marido que nunca estuvo a la altura de las circunstancias. Nihal y aquellos padres que vendieron a su hija a un mafioso. Aysa y aquel hermano intransigente e intolerante.

Tampoco podemos pasar por alto al eficiente y diligente Suleiman. Soner podía ser un inmaduro, pero tuvo la inteligencia o la suerte de tener a su lado a este ¿amigo? ¿empleado? De Suleiman podría decirse que era solucionador de problemas de profesión. Cada vez que había un problema, Suleiman tenía la solución ya fuese una canción, una conversación, una persecución o una ráfaga de certeros disparos.

Y, por supuesto, la abuela Hasefe que desde su atalaya de matriarca ha estado siempre pendiente de toda su prole. De ese hijo que perdió la cabeza por una mujer extranjera. De esa nuera que era su hija. De esos nietos que tantas veces la necesitaron. De esos bisnietos a los que nunca descuidó.

En definitiva, 'Mar de amores' ha tenido una intensa travesía. Ha habido momentos para contemplar plácidas puestas de sol o ilusionantes amaneceres. Ha habido noches oscuras donde era imposible encontrar la luz de ninguna estrella. Ha habido camarotes llenos a rebosar de personajes y otros sombríos y solitarios. Ha habido risas y ha habido lágrimas. Ha habido mar rizada, marejadilla, marejada y fuerte marejada. Pero, a pesar de todas las inclemencias meteorológicas, sin duda siempre nos quedará un buen recuerdo de este viaje y de los personajes con los que lo compartimos.

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