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Cocina en confinamiento

¿Puede ser la bollería casera tan mala como la industrial?

A menudo justificamos el consumo de bollería casera con el famoso “ es casero”, pero esto no siempre significa que sea más saludable, y sobre todo, no implica que sea bajo en energía.

Preparando un bizcocho

Preparando un bizcochoiStock

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O que por ser casero ayude a la pérdida de grasa, más bien todo lo contrario.

Alimentarnos con materias primas más simples, alimentos en su forma más simple, debe ser la base de nuestra alimentación, por salud, pero más aún si tenemos un objetivo de pérdida de grasa. Esto quiere decir que será muy diferente el consumir unos huevos revueltos con un bol con yogur, una manzana y unas cuantas nueces, a consumir un bizcocho de manzana, yogur y nueces. Podrás pensar que son los mismos ingredientes, huevos, yogur, manzana y nueces, pero si lo proceso en casa, por mucho que te parezca comida real, ha perdido algunas de sus propiedades, no tanto nutricionales, más bien las que afectan a nuestro patrón de consumo. Es quizá más palatable, por supuesto, pero en definitiva seguimos consumiendo bollería.

Si se entiende como algo ocasional, vale. En lugar de un bizcocho o galletas ultraprocesadas, que incluirán nutrientes menos saludables y será aún más palatable (tenderemos a comerlo más sin control), hacemos uno en casa, será estupendo.

Pero si esto se hace casi diariamente, como ha pasado durante este confinamiento, termina por ser casi igual de negativo que la bollería industrial, más a aún si nuestro bizcocho o galletas caseras contienen harinas de cualquier tipo, azúcar, exceso de aceites.. Te aseguro que tenderemos a comer más de la cuenta por estar en ese formato.

Bizcocho casero
Bizcocho casero | iStock

Os traigo las reflexiones que comparto con mi compañero Óscar Forquet, también dietista-nutricionista. En estas últimas semanas ha crecido de manera sustancial la venta de harinas y levaduras, en ocasiones, llegando a causar problemas de abastecimiento en los supermercados.

Algunos psicólogos apuntan que esta tendencia puede estar relacionada con que, dentro de este periodo de confinamiento crear y contemplar cómo crecen estos bizcochos, postres, etc. pueden proporcionarnos sensaciones positivas.

No obstante, cabe recalcar, que un bollo, aunque sea hecho de manera casera, sigue siendo un bollo. Por supuesto, siempre será mejor nuestro bollo “casero”, donde tú controlas los ingredientes que utilizas, en comparación con su homólogo creado por la industria alimentaria.

Con esto quiero decir que debemos tener en cuenta que casero no es igual a sano. Puesto que si le otorgamos a nuestro bollo un halo de salubridad puede que aumente nuestra frecuencia de consumo. En otras palabras, si piensas que te estás comiendo un bollo saludable puede que suceda lo que yo denomino como “efecto Pringles” (cuando haces top ya no hay stop).

Por otro lado, en el contexto actual, nuestro gasto energético es posible que se haya visto disminuido significativamente. Además, el estrés de la situación, puede favorecer la hiperfagia (tengamos más hambre) al menos en dos tercios de la población. Asimismo, esta situación, aumenta la probabilidad de que tengamos mayor alimentación emocional, también la llamada hambre por aburrimiento, etc.

Sin embargo, tener claro el concepto de que casero no es igual a saludable, que la recurrencia de ingesta importa y si no eres capaz de controlar esos impulsos hedónicos por la comida, quizás sea mejor que guardes tus dotes de reposter@ para otro momento.

No decimos que dejéis de hacer recetas de bizcochos y panes caseros. Si te ayudan a conectar con la cocina, es una ventaja, cocinar, en cualquiera de sus formas, en los tiempos que vivimos tan alejados de cocina, tiene tu lado positivo. Pero siempre siendo conscientes de su consumo y lo que implica.

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