¿ODIAS EL DEPORTE? ESTE ES TU POST
Cómo adelgazar caminando
El verano ya está a la vuelta de la esquina. Bikinis y bañadores ojean desde todos los escaparates, y tú has acumulado algunos kilos que te hacen temer el momento de ir a la playa, pero odias el deporte, y preferirías hacer lo que sea, ¡lo que sea!, antes de encerrarte en un gimnasio. ¿Hemos acertado? Si es que sí, hoy te alegramos el día.
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Para adelgazar no es necesario montarte en una máquina y correr hasta reventar: con un paseo, y algunos trucos, conseguirás bajar de peso. Estamos tan acostumbrados al coche, la moto, el metro, el bus, que nos olvidamos que tenemos pies. Caminar es una actividad física que pone en movimiento todos los músculos de nuestro cuerpo, es divertido y… ¡gratis!
Al principio te costará un poco, pero no hay prisa. Empieza bajando una parada antes y ve a casa caminando. Si vas a buscar el pan, no cojas el bus. Sube por las escaleras del metro y evita los ascensores. Si vives en un sexto, empieza por bajarte en la quinta planta y ve subiendo. En tan solo un par de semanas, estarás listo para bajarte en la tercera y en un mes subirás hasta tu casa sin esfuerzo.
Si trabajas a pocas paradas de bus de tu casa, comprueba la ruta en google maps. A veces, el trayecto en bus es más o menos igual de largo que el trayecto andando. Una solución óptima es ir en bus y volver andando. Al cabo de unos días, empezarás a notar los beneficios: te cansarás menos, recuperarás el aliento más rápido, tu paso se acelerará, te sentirás menos hinchado y dormirás mejor. Además, ir (o volver) del trabajo andando te ayudará a despejar la mente. Si caminas a la ida, tendrás tiempo de despertarte y planear tu día con calma. Si caminas para volver a casa, paso a paso dejarás atrás tus problemas, te desahogarás y una vez hayas llegado estarás listo para relajarte y disfrutar.
Esto te animará a ir un pasito más allá. A parte de tus pequeñas caminatas diarias para ir al trabajo, a comprar el pan o a recoger a los niños del cole, poco a poco te sentirás listo para enfundarte en unas zapatillas cómodas y salir expresamente para caminar. Empezarás con paseos por el parque o la playa, que cada vez se te harán más cortos porque te sentirás con más fuerzas y resistencia.
A estas alturas, los cambios en tu cuerpo serán visibles: habrás bajado seguramente un par de kilos, tu tono muscular habrá mejorado y sentirás más ganas de cuidarte. ¿Por qué? Porque caminar, aunque no lo parezca, es un deporte de baja intensidad. Como todos los deportes, libera endorfinas, las sustancias responsables del buen humor. Caminar ya no será un esfuerzo para ti, y el día que por cualquier razón no puedas hacerlo, lo echarás de menos. Será el comienzo de tus cambios de hábitos, porque te interesarás más en lo que comes, en tu estilo de vida, y, lo que es igual de importante, sentirás que estás dedicándote tiempo a ti mismo y te preguntarás cómo lo hacías antes de empezar. Será un giro radical en tu salud, y como todo en la vida, lo difícil es dar el primer paso, nunca mejor dicho.
PD: Lo que acabamos de contarte no sirve de mucho si cuando llegas a casa te metes con la cabeza dentro de la nevera y arrasas con lo que encuentras. Sobre todo en los primeros días, intenta consumir alimentos ricos de potasio, como los plátanos o los tomates, y acuérdate de beber mucho. Aunque no vayas a un ritmo muy rápido, perderás sales minerales y deberás reponerlos. En cambio, evita las bebidas con gas o con azúcar.
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