Esta cocina es un infierno
¿Vienen tus suegros a comer a casa? Diez reglas para sobrevivir
Ella siempre será tu invitada más crítica. Imposible competir con su paella o sus albóndigas... ¡Ni lo intentes! Él sabe de vinos, detesta las excentricidades culinarias y puede que tenga diabetes y alto el colesterol... ¿Preparado para sorprenderles?
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Documéntate. Averigua qué platos les gustan más y cuáles menos. Tu pareja los conoce desde que nació. Pregúntale antes de elaborar la lista de la compra. Así será más fácil acertar con sus gustos y evitar cocinar algo que no sea muy de su agrado.
Aparca tu lado competitivo. Siempre has escuchado que la tortilla de patatas de su madre es la mejor del mundo y que su merluza rellena no tiene parangón en el planeta. Pues bien: olvida ambas recetas y opta por cualquier otra. Hay decenas, cientos de alternativas que a ti te salen muy bien.
Prepara un aperitivo (para ganar tiempo). Es posible que te pille el toro, pero hay algunos truquillos para sacar unos minutos extra: prepara un pequeño aperitivo sin complicarte demasiado, como unas sencillas toreras encurtidas con un vermut o unas cervezas con unos frutos secos. Mientras se lo toman, podrás ir emplatando el primero.
Deja los experimentos para tus amigos. No cometas la torpeza de cocinar para tus suegros algo que no hayas ensayado antes. Huye de las elaboraciones complicadas y de las recetas a la plancha que te obligan a estar en la cocina hasta el último momento. Hoy, mejor horno o cazuela.
No peques de exótico. Al no ser que estén recién llegados de un viaje por otras latitudes del globo, confía en los ingredientes de temporada que encuentres a buen precio en el mercado y evita los toques exóticos. Hoy no es día para el sushi ni para el sashimi.
Acierta con el vino. Si de vinos no controlas más que lo justo, no te la juegues. Elije un par de botellas: apuesta sobre seguro con un comodín (Cvne, Marqués de Murrieta, Protos vedejo...) y arriesga con algún otro vino rompedor que pueda sorprender incluso a los más clásicos (4 Kilos –un tinto crianza producido en Mallorca, por ejemplo-). Ofrece ambas botellas y deja que sean tus suegros quienes elijan cuál abrir primero.
¡No bebas ni comas de más! Aunque estés nervioso, procura no comer como si fueras el demonio de Tasmania ni beber como si tuvieras un hijo en la cárcel. En el primer caso, te verá como un tragaldabas. En el segundo, acabarás dando la nota.
Antepón su postre. Puede que hayas dedicado horas a preparar ese arroz con leche o esas natillas caseras que te han dado fama entre tus amigos. Pero si tus suegros se presentan con un helado o una bandeja de pasteles de la confitería de la esquina, no lo dudes: saca primero lo que hayan traído ellos.
Operación Míster Proper. Antes de que lleguen, limpia la cocina como si no hubiera mañana. No te olvides de repasar el horno, cada centímetro de la encimera y de revisar esos recovecos que a veces se te "escapan", como debajo del microondas. No habrá "ojo de halcón" capaz de encontrar una mácula.
Piensa en un plan para la sobremesa. Prepara café e infusiones y sirve unos petit fours clásicos (yemas, lenguas de gato, trufas...). Aunque lo más fácil sería enchufar la tele, planea un fin de fiesta entrañable. Podéis sacar las fotos (no censuradas) de vuestro último viaje o tomar una copa tranquila. El pacharán, el oporto y el licor de hierbas nunca fallan. Si aún quieres marcarte la traca final, prepara un gin tónic en copa de balón. Serán los suegros más 'trendy'.
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