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Desmontando mitos

Verdades y mentiras sobre el agua con gas

Se habla a menudo de los múltiples beneficios del agua con gas en materia de digestión e, incluso, en el marco de dietas adelgazantes. Pero, ¿qué hay de cierto en estas afirmaciones?

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Facilita la digestión.

Verdadero.

Más concretamente, el agua con gas favorece el tránsito intestinal. Las burbujas, y más particularmente el CO2, permiten una evacuación gástrica y una mejor digestión. Pero tampoco hay que abusar con su consumo, sobre todo si sufrimos aerofagia o hinchazón, porque podría empeorar los síntomas.

Hay que evitar beber agua con gas durante las comidas.

Falso.

Según los expertos en nutrición, ningún estudio confirma la veracidad de esta afirmación. Si tenemos sensación de pesadez no será, pues, por culpa de las burbujas sino más bien porque nos hemos pasado comiendo o porque lo hemos hecho demasiado rápido. Por el contrario, beber mientras estamos comiendo incluso puede resultar beneficioso ya que incrementa el efecto de saciedad y así consumiremos menos alimentos.

Ayuda a perder peso.

Verdadero y falso.

No hay consenso ni entre los mismísimos profesionales del sector. Como decíamos anteriormente, beber agua (con o sin gas) envía al cerebro una señal de hartazgo, lo que nos impide seguir comiendo en cuanto no tenemos hambre. Según algunos dietistas, es en este sentido que favorece la pérdida de peso. Además, también acelera el tránsito intestinal, lo que permite una mejor eliminación de los alimentos. Pero también hay algunos profesionales que apuntan que el alto contenido en minerales presentes en el agua es lo que permite adelgazar: rica en magnesio y bicarbonato, disminuiría la absorción de las grasas y reduciría la acidez del cuerpo (causado por la ingesta de carne, pescado, dulces, quesos, cereales procesados…) que hace ganar peso. Pero, hay un “pero”: más de un médico asegura que el elevado contenido en sal de numerosas marcas de agua con gas incrementa el apetito y favorece la retención de líquidos, por lo que el efecto sería el contrario al deseado…

Cualquier persona puede consumir agua con gas.

Falso.

Debido a su elevado contenido en sodio, está contraindicada para las personas que sufren presión arterial. Tampoco está recomendada para quienes deben seguir dietas pobres en sal, que deberán decantarse por el agua sin gas.

Es muy salada.

Falso.

Depende totalmente de la marca. Algunas no lo son y otras un poco más, pero siempre en una dosis razonable. Si dudáis, es recomendable decantarse por las aguas con gas con menor concentración de sodio.

El agua con gas es nutricionalmente más rica que sin gas.

Falso.

Que sea con o sin gas, el agua aporta minerales necesarios al organismo. Algunas, por ejemplo, contienen más calcio o más magnesio que otras. Lo que hay que hacer es leer la etiqueta y seleccionar el agua (con o sin burbujas) que mejor se adapte a tus necesidades.

Se puede vivir bebiendo únicamente agua con gas.

Verdadero.

Si es de bajo contenido en sal y si no tenemos problemas digestivos, puede ser consumida a diario. Un único consejo, variar la marca, para conseguir más variedad de minerales.

¿Es mejor consumir un agua gasificada de forma natural que otra industrial?

Falso.

Ningún estudio avala esta teoría. Si bien es cierto que el agua con gas de manantial es más natural, los aportes nutricionales de ambas son los mismos.

Ayuda a controlar los reumatismos, el colesterol…

Verdadero… pero… relativizando.

En realidad, son algunas curas completas de agua con gas las que contribuyen a paliar los efectos de ciertas enfermedades como los cálculos renales, el colesterol o la diabetes. Y también porque en este caso se preconiza el incremento de ejercicio físico, una dieta más equilibras, una mayor ingesta de agua…

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