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SON LA REALEZA AVÍCOLA

¿Por qué los pollos de pata azul están tan buenos?

El llamado pollo de pata azul ('pota blava') es una raza autóctona de El Prat de Llobregat, una localidad de la provincia de Barcelona, a pocos minutos de la capital, con una efervescente vida gastronómica gracias, en gran parte, a esta especie que se cría exclusivamente allí. Estos días se celebra el popular Quintotapa, hasta el 1 de noviembre, unas jornadas en las que numerosos restaurantes de la ciudad ofrecen tapas y cervezas a 2,50 € y 3,50 €.

Pota-blava

Pota blava roll, no digáis que no mola. Vanessa Martínez

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Ellos se llaman Pota Blava o Raça Prat y son unos pollos propios de la zona de El Prat de Llobregat que se caracterizan por tener un plumaje de un vivo color rubio oscuro, una cresta con cinco o seis puntas y los muslos llenos de plumas, alargados, de un color azul pizarra al que deben su nombre. Tienen la cara alargada, las orejas blancas y el pico oscuro. Viven en libertad en la zona agraria del Delta del Llobregat, un territorio que, por otra parte, abastece a Barcelona de buena parte del producto que se sirve a diario en bares y restaurantes. El boom del km 0 que ha tenido lugar en los últimos años se ha traducido en un incremento de la demanda de los productos agrícolas de la zona.

Los pollos Pota Blava tienen una alimentación íntegramente ecológica a base de productos naturales (maíz, pan con salvado y verde) y necesitan diecisiete semanas de crianza antes de ser sacrificados para el consumo. Su producción se extiende durando todo el año y la IGP (Indicación Geográfica Protegida) es la encargada de garantizar su calidad. Este compromiso se traduce en una carne de sabor inconfundible, potente, fina y melosa, ideal para cualquier creación.

Ya tenemos, pues, uno de los ingredientes estrella (sin olvidar la alcachofa, claro) de la vida gastronómica en El Prat de Llobregat, que los fines de semana acoge a gran parte de clientela de fuera de la ciudad, especialmente barceloneses decididos a dejarse seducir por los encantos de una oferta gastronómica moderna y creativa, que se basa en los ingredientes locales y se abastece casi íntegramente de ese gran huerto que es toda la ciudad de El Prat. Y no estamos hablando, cuidado, de la típica localidad residencial de clase media-alta de las afueras, sino de una ciudad de clase trabajadora que, en parte por la gentrificación y en otra porque cuando uno tiene un huerto al lado no le queda prácticamente otra que ingeniárselas para aprovecharlo, se ha convertido en un reducto de buena cocina y ambiente 'cool' en el extrarradio barcelonés.

Con esta materia prima y con muchas otras, numerosos establecimientos de esta localidad han creado tapas especiales que se podrán consumir hasta el 1 de noviembre a 2,50 € (las tapas de la casa) y a 3,50 € (las de Pota Blava), acompañados de un quinto Mortiz. Y además de las clásicas croquetas o guisos, todos los años encontramos en EL Prat creaciones tan vanguardistas como la que ofrece en restaurante Aprop, por ejemplo, que renuncia a los encantos del pollo para elaborar un rollo crudivegano con salsa de paté de remolacha y aguacate, o el Pota Blava Roll, con pollo y bacon, una maravilla que presenta la gente de Banzai Sushi.

¿Más ejemplos? La gente de Caldas 3 han elaborado un Ropa Vieja Pota Blava, mientras que Centric Gastrobar propone una Pota Thai, con pollo Pota Blava y verduras procedentes íntegramente del Parque Agrario. Vale la pena probar también las alcachofas rellenas de Pota Blava de Dolmar, los canelones de La Cova o el Tian Tian Pota Blava, con maíz y verduras, que ha elaborado el restaurante El Petit Bhuda.

Y la cosa no acaba aquí, porque todos los años los clientes votan por su tapa favorita y se alzan ganadoras tan fantásticas como el estupendo Pollycao del Cèntric Gastrobar en 2013 o el Trifàsic de Pota Blava de Ona Nuit, ambas una maravilla, por no hablar del milhojas de patata con dados de alcachofa y Pota Blava rustido que se alzó con el triunfo en 2012, y que han pasado a ser tapas míticas de la localidad.

 

 

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