Que lo sepas
Llevas comiendo mal el pan toda tu vida
Desde elegirlo mal hasta conservarlo en malas condiciones. Llevas toda tu vida haciéndole al puñeta al pan y, ojo, porque está cabreado. ¿Por qué no comienzas a tratarlo cómo se merece?
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Ay, el pan. Pobrecito. Le han caído de todos los colores. Y él, sin quejarse. Desde hace años, bajo la premisa de que engorda, son muchos los que lo han desterrado de su dieta y aquí nos hallamos, con los niveles máximos de obesidad de nuestra historia, y con los niveles mínimos de consumo de pan. Pues bien, ¿no será que llevamos comiéndolo mal toda la vida? Pues va a ser eso. Atentos al tema.
¿Demasiado barato? Desconfía. Sí, el pan es uno de los alimentos que se han abaratado claramente con los años. Si antes de la entrada del euro era difícil encontrar una barra que costara menos de 60 pesetas, ahora el pan 'low cost' campa a sus anchas. Suelen ser panes que se elaboran en un par de horas y que no tienen nada que ver con los que se hacen a través de masa madre que ha reposado durante un par de días. Uno es un producto de baja calidad, el otro, es todo lo contrario.
Pan ligero, mal rollo. Por ahondar en el tema del precio, vamos a hablar de una variable clara: el peso. Un pan demasiado ligero suele ser sinónimo de poca calidad. El pan artesano tiene peso por varias variables: por la masa con la que está elaborado, por el grosor de la corteza, por la densidad de la miga... A mayor peso, mayor rendimiento. O dicho de otra forma, a la hora de elegir pan no hay que fijarse en el tamaño, sino en el peso. Con una hogaza de 1 kilo, tendremos para varios días. Con una de 500 gramos, para bastante menos.
El pan bueno se conserva mejor. O se conserva: a secas. Una barra barata y con poco peso suele estar dura seis horas después. Un buen pan es capaz de llegar en buenas condiciones al día siguiente, siempre que lo conservemos bien...
Guárdalo en una bolsa de tela. Este es uno de los temas más complejos y que peor llevamos desde siempre. Tradicionalmente, no hemos sabido guardar el pan en pos de una mayor conservación. Ni debe dejarse al aire ni debe guardarse en una bolsa de plástico. El primer método lo convertirá en una pieza totalmente secorra y el segundo lo reblandecerá hasta el extremo. Lo mejor es apostar por la bolsa de tela que ya utilizaban nuestras abuelas y que es capaz de mantener la humedad de la hogaza de manera perfecta.
Si está recién hecho, déjalo al aire. Todo lo anterior se aplica en caso de que el pan esté frío. Si aún está caliente porque se acaba de sacar del horno, es mejor mantenerlo al aire hasta que se enfríe. En caso contrario, lo único que haremos es provocar que se quede correoso.
Mejor el integral. Tradicionalmente siempre hemos consumido más pan blanco que integral y es el momento de revertir esta tendencia. El pan integral se digiere mejor, nos deja saciados durante más tiempo y contiene fibra. El blanco, por el contrario, tiene menos vitaminas y nutricionalmente es mucho menos interesante.
Mejor tostadito. Dice Javier Marca de la panadería Panic de Madrid que no tiene sentido pedir las hogazas que estén "más blanquitas", ya que los sabores y olores del pan que él elabora se realzan mucho más cuando el tiempo de horneado es mayor. Por eso, esa tendencia a pedir la barra de color más pálido, quizá heredad de generaciones anteriores, no tiene sentido.
Ojo al cortarlo. El pan rebanado siempre se secará de manera más rápida que el que no lo está. Por eso, es mejor ir rebanándolo a medida que lo comemos. ¿Un truco? En el caso de las hogazas redondas, dividirlas a la mitad y sacar de ahí las rebanadas. Tras cortar, volvemos a 'unir' las dos mitades, para evitar que la acción del aire las reseque.
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