LEJOS DEL ESTRELLATO Y A BUEN PRECIO
Cinco restaurantes (sin Michelin) que valen la pena en Asturias
Lejos de los grandes estrellas Michelin que figuran en todas las guías, Asturias cuenta con gran cantidad de restaurantes de excelente nivel, sin alardes y a precios moderados, que sirven una cocina tradicional magnífica. Tomad nota, viajeros.
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Casa Pedro
En Parres, muy cerca de Ribadesella, hay que circular por una estrecha carretera de montaña para llegar al restaurante Casa Pedro, ubicado en plena naturaleza y con una hermosa terraza en la que disfrutar del buen tiempo asturiano. La historia de este restaurante familiar se resume en dos generaciones: la primera, que daba de comer al personal con una cocina tradicional asturiana sencilla y rica, y con uno de los menús de mediodía más solventes de la zona (que aún se conserva), y la segunda, a cargo del cocinero Christian De Diego, que ha tomado el relevo de sus padres para aportar a Casa Pedro un toque contemporáneo sin que por ello el local haya perdido su esencia.
Así, platos de siempre como la fabada o un chuletón de ternera de 1,2 kg ("por menos no te sientas en la mesa", bromeaba el camarero) conviven con otros de espíritu más contemporáneo como la llamada Yema 2.0 (un huevo a baja temperatura servido con parmentier de patata y un toque de trufa en un tarrito), el torto de foie, manzana y queso azul (imprescindible) o algunas curiosidades como unos nems de panceta y bacalao. Su hamburguesa de 200 g, que se elabora con la carne del chuletón, es de lo mejorcito que hemos comido en Asturias. Si tienen tarta de la abuela, no la dejéis escapar.
Gloria
Ahora sí, el típico restaurante moderno y cosmopolita que encontramos en cualquier gran capital. Gloria es la propuesta 'low cost' del dos estrellas Michelin Nacho Manzano, un local agradable y 'trendy' ubicado en el centro de Gijón que cuenta con algunos platos que encontramos también en la carta de Casa Marcial. Es el caso de su arroz con pitu (un pollo riquísimo), que convive con unas croquetas de ibérico merecedoras de un lugar de honor en cualquier ranking y de los tortos con revuelto de la casa, este último típico de Casa Marcial desde 1993 y emblemático de la cocina del chef. Buena carta de vinos (cuidado con los blancos asturianos, son ácidos hasta decir basta) y buenos postres, como su torrija, completan la oferta de este local ideal para una cena informal antes de, por ejemplo, atacar la coctelería de Varsovia.
Bar Begoña
También en Gijón, la otra cara de la moneda del sofisticado Gloria es esta casa de comidas en la que la iluminación es un desastre, está a reventar de gente, hay un ruido ensordecedor pero siempre hay colas en la puerta. Es el Bar Begoña, el lugar donde elaboran, dicen los expertos, el mejor cachopo de la ciudad, ya que la carne se guisa al horno antes de rebozarse, y se sirve con verduras y unas patatas fritas caseras la mar de ricas. Su tamaño es aproximadamente similar al de la Sagrada Família, lo que significa que con un cachopo que nos costará 20 € pueden comer perfectamente dos personas, que sin embargo deberían dejar un hueco para otro de sus platos emblemáticos: el bonito, buenísimo, acompañado de una salsa casera de tomate muy top. Imprescindible.
Castru Gaiteru
Cerca de Llanes, en Celoriu, encontramos este restaurante que será una grata sorpresa para los amantes de las brasas. Sus pescados, deliciosos, llegan a la mesa con apenas un toque de brasa y acompañados de una ensalada con productos del huerto, sencilla y rica, una combinación que hace bandera de aquello de que menos es más. Aunque su producto estrella es, sin duda, una carne a la brasa de vaca vieja famosa en la zona. No hay que perderse tampoco sus delicadas croquetas de ibérico, con un rebozado perfecto.
Casa Consuelo
Este restaurante ubicado en Otur, cerca de Luarca, un bonito pueblo marinero de visita obligada, es una parada obligatoria para los amantes de la cocina casera asturiana, que aquí se elabora con un producto de primera, en un ambiente sencillo e informal y con un servicio la mar de solvente que funciona como un reloj suizo y que, además, es más majo que las pesetas.
En Casa Consuelo hay numerosos platos interesantes, pero conviene pedir siempre su popular fabada. Un platazo que a primera vista nos parece sólido, de una contundencia y sabor sensacionales que podemos pedir perfectamente para compartir con el objetivo de dejar un hueco para otras delicatessen de la carta. En nuestro caso fue el revuelto de langostinos y erizo de mar, riquísimo, que nos hizo dejar para otro día su archiconocida tortilla Otur. Completó el ágape uno de los mejores flanes caseros que hemos comido nunca, que nos dejó con las ganas de regresar a este paraíso de la buena mesa abierto, se dice pronto, en 1935 y hacernos con uno de sus pescados a la brasa, también muy populares. Otra vez será.
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