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Antes de leer, recuerda: es una salvajada

La dieta Scarsdale promete una pérdida de peso de hasta 10 kilos en 15 días!

El universo de las dietas salvajes, totalmente antinaturales y, por tanto, nada recomendables desde un punto de vista nutricional tiene en la dieta Scarsdale, un plan de 14 días en el que pueden llegar a perderse 7 kg, uno de sus máximos exponentes.

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La Scarsdale, ideada por el cardiólogo Herman Tarnower, es una dieta hipocalórica que incide en el consumo de proteínas y que dura únicamente dos semanas. Si se hace a rajatabla, respetando siempre las cantidades estipuladas, sin sustituir ningún alimento por otro y siguiendo las pautas establecidas, es posible perder sin problemas hasta medio kilo al día. Una vez pasado el período de dos semanas, este método establece un programa de mantenimiento, que puede durar también unas semanas, para mantener el peso perdido pero empezar a introducir de nuevo otros alimentos. En el caso de que se quiera perder más peso, se pueden volver a repetir los 15 días intensivos, seguir con el programa de mantenimiento y así sucesivamente.

Hasta tal punto es hipocalórica una dieta que establece tres comidas diarias, entre las cuales consumiremos alrededor de 1.000 calorías, que su creador aconseja no realizar ejercicio físico demasiado agresivo mientras se realiza, lo que nos da una idea del escaso aporte calórico y de lo poco recomendable que es para la salud. Son muchos, sin embargo, los que recurren a ella para perder peso inmediatamente mediante un programa intensivo, sin tener en cuenta que van a perder masa muscular y que este tipo de dietas suelen dar lugar al terrible efecto yoyó.

Para que la pérdida de peso sea efectiva, la dieta Scarsdale realiza una serie de recomendaciones. En primer lugar, el aceite de oliva está totalmente prohibido, y las ensaladas se aliñan con vinagre y limón. Además, no se debe comer entre comidas –nada, pues, de las cinco comidas diarias de rigor–, y el método sólo permite comer zanahorias y apio en caso de ataques de hambre, y todas las que se desee. Las verduras también deben ingerirse sin grasas ni aceites, y las carnes deben ser magras. Es fundamental, además, comer en todo momento las cantidades indicadas, sin saltarse ni añadir nada, sin modificar el orden ni los horarios.

El desayuno es el mismo todos los días: medio pomelo, una rebanada de pan de proteínas y café solo o té. Después, no puede comerse nada nasta mediodía, que, en el caso del lunes y el sábado, puede ser una ensalada mixta de frutas y un café, o una porción de atún fresco y un pomelo el martes. Las cenas suelen ser más contundentes, aunque quienes han seguido esta dieta aseguran que se pasa hambre durante el día, si bien es cierto que las pérdidas de peso anunciadas son reales. Numerosos médicos y nutricionistas han alertado de los peligros de una dieta que no aporta las vitaminas y minerales necesarios, cuyo desayuno es incompleto y que además puede provocar somnolencia, cansancio y debilidad a causa de la falta de nutrientes.

Ni que decir tiene que la dieta perfecta es la que permite perder peso poco a poco, más o menos en la misma medida en que se ha ganado –entre 300 g y medio kg a la semana–, sin grandes hecatombes y, sobre todo, introduciendo hábitos saludables que puedan mantenerse de por vida.

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