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Además de arte, buena gastronomía

Cinco museos en los que también se come

El arte alimenta el espíritu, pero nada más. Muchos museos y centros de arte tienen restaurantes. El San Telmo, de San Sebastián, el Niemeyer de Avilés, el Museo Nacional de Arte de Catalunya de Barcelona, el IVAM valenciano o el Guggenheim de Bilbao son ejemplos de ello.

Las vistas desde el restaurante Óleum, en el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC).

Las vistas desde el restaurante Óleum, en el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC).Web del MNAC

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No hay como tener amigos graciosetes. El otro día, para preparar este artículo, les pregunté si habían comido últimamente en algún museo. La respuesta unánime fue “Sí, en el Museo del Jamón”. Risas y más risas. La verdad es que, bromas aparte, no hay muchos grandes restaurantes en museos españoles. Se pueden contar con los dedos de las manos los que ofrecen una buena experiencia gastronómica. Hemos seleccionado cinco centros de arte en los que el arte puede ir de la mano de la cocina.

En un espacio impresionante - Óleum (MNAC)

Hay que decirlo: el Museo Nacional de Catalunya impresiona, ¡vaya que sí! Es plantarte en la Plaza de España y mirar a tu derecha y decir ”pero, pero, pero, ¡¡¡mira que cacho edificioooo!!!” como si fueras un Paco Martínez Soria cualquiera. Dentro de este edificio de 1929, construido para la Exposición Universal de 1929, hay obras de arte románico, modernista y noucentista. Todo un tesoro artístico, cuya visión podemos digerir (además de alguna cosa más) en el restaurante Óleum, ubicado en la primera planta del edificio, en el llamado Salón del Trono. Con unas espléndidas vistas sobre la ciudad, el interior del espacio también resulta impresionante, gracias a los enormes espejos y la arquitectura de las cúpulas del techo. En el plato, cocina mediterránea bien entendida con platos como el risotto de ceps, calabaza y trufa, los Raviolones de puerro confitado con espinacas a la catalana o el bacalao gratinado con muselina de miel y pisto. Atención a la terraza, que también quita el hipo.

Cocina en miniatura - Museo San Telmo (San Sebastián)

El Museo San Telmo es el más antiguo de todo el País Vasco. Fundado en 1902, en 2011 abrió de nuevo sus puertas tras un proceso de reforma convertido en un centro dedicado a la difusión de la evolución de la sociedad vasca. La cafetería del edificio, cómoda y diáfana, cuenta con la cocina en miniatura del grupo Bokado, de los hermanos Jesús y Mikel Santamaría, pioneros de esa vuelta de tuerca al pintxo de toda la vida que se conoce como cocina en miniatura. Como cabría esperarse de una ciudad tan gourmet como San Sebastián, el Bokado San Telmo no se queda atrás con propuestas como la croqueta de almeja, el guiso de txangurro y crema de coliflor o el pequeño pero gran postre Pantxo Kolate, una vuelta de tuerca en versión mini al bocata de crema de cacao de nuestra infancia. Cuando el tiempo lo permite, ponen terraza en la Plaza Zuloaga y, cuando hay partido del Athletic, se ve en pantalla gigante, que no solo de delicatesen vive el hombre. ¡Aúpa!

Para una experiencia con estrella Michelin - La Sucursal (IVAM)

Le puede pasar a cualquiera: entras en el IVAM, te recorres la colección permanente y la exposición de turno de algún primera espada del arte moderno y te vas a casa sin haberte dado cuenta de que, en la primera planta del museo y sin hacer mucho ruido, hay un restaurante con estrella Michelin esperándote. La Sucursal ofrece cocina mediterránea reinventada en su espacio con capacidad para una docena escasa de mesas. Los hermanos Javier y Jorge de Andrés le echan imaginación entre fogones para crear un menú degustación en el que sobresalen fogonazos de creatividad como el licuado de hierbas con edamame y vieira o la merluza asada con un pil-pil de algas. Una experiencia gastronómica moderna que combina perfectamente con el museo en el que se sirve.

Para (otra) experiencia con estrella Michelin - Nerua (Guggenheim Bilbao)

Solo faltaría que un museo de la categoría del Guggenheim de Bilbao no contara con un restaurante a su altura. Los mismos que alucinan con la araña de Louise Bourgeois ubicada en la parte que da a la ría o que lo flipan con la escultura arquitectónica de Richard Serra, tienen todo el derecho a pedir una experiencia gastronómica de ese nivel. El chef al frente de Nerua, Josean Alija, posee una larga trayectoria en la creación de platos no solo delicioso, sino también estéticamente bellos. La carta es un desfile de platos insólitos y geniales como las castañuelas de cerdo ibérico, repollitos y extracto de café verde; el nabo blanco con nuez moscada y láminas de papada ibérica o el pichón de Bresse, yema de arroz guisada y raíz de perifollo. También hay dos menús degustación, de seis y nueve platos, que son un ejemplo de que el arte de Alija con los productos naturales puede llegar a impactar tanto como una obra de Mark Rothko.

Para disfrutar de vistas – D’ Miranda (Centro Niemeyer, Avilés)

La breve historia del Centro Niemeyer de Avilés, nacido para ser un centro multidisciplinar en el que unieran las últimas corrientes de cualquier disciplina artística, no ha sido sencilla. Cambios en la dirección, reorientaciones y modificaciones, que también han tenido su reflejo en el apartado gastronómico, en el que finalmente se ha asentado Koldo Miranda como chef titular. Un ambicioso menú degustación, en el que destaca el solomillo de gochu (cerdo) asturiano, marinada nikkei, yuca e higos, marca la pauta de una cocina moderna, que no renuncia a la moda de los cócteles comestibles (Coco-colado) o al trampantojo al grito de “¡nada es lo que parece!”. Sus cenas amenizadas con DJ son solo otro de sus múltiples atractivos.

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