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CUATRO LOCALES QUE OFRECEN MUCHO MÁS QUE PLATOS

Cenas con algo más en Barcelona

El comensal moderno está harto de ir a los restaurantes únicamente a comer. Cada vez más, son muchos los que esperan un valor añadido, que por supuesto en líneas generales suele costar dinero, algo que vaya más allá de la gastronomía que convierta la experiencia de comer en algo sublime, transversal. Aquí van tres propuestas en Barcelona, muy diferentes entre ellas, que lo consiguen con creces.

spoonik

Han salido de la clandestinidad, pero siguen siendo inclasificables. Cocinatis

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SPOONIK
Jon Giraldo y Jaime Lieberman, chefs de esta criatura que ha irrumpido en Barcelona para sentirse aquí como pez en el agua, decidieron abrir un restaurante clandestino en su hermosa casa ajardinada para disfrutar de lo que más les gustaba pese a dedicarse a otras profesiones: la cocina. Comenzaron invitando a amigos a degustar sus propuestas, siempre creativas y arriesgadas, de cocina mediterránea fusionada sin tapujos con la gastronomía latina, y su éxito fue tal que decidieron abrirlo al público en forma de unas curiosas veladas clandestinas en el comedor de su hermoso loft. Allí, los asistentes podían disfrutar de un menú largo con maridaje en el que cada plato, y cada copa, eran una sorpresa, pues encontrábamos desde entrantes como el corneto de ceviche de gamba, el semiesférico de leche de tigre y kikos o la vieira con puré de tupinambo, reducción de naranjas, olivas y granada, o platos principales como el huevo trufado con pasta fresca o las texturas de yuca para el meloso de ternera cocinado 72 horas en su jugo. Todo ello en un entorno precioso, entre bucólico y descarado, que hace pocas semanas se ha expandido y ha dado lugar a un local convencional (aunque tratándose de ellos nunca nada puede ser convencional), a pie de calle, recién abierto en la zona de Sant Gervasi.

Eso no significa que las cenas clandestinas hayan desaparecido, pues los chefs no quieren renunciar a la idea que les llevó al flechazo con el público barcelonés, pero son mucho más esporádicas, pues ahora el meollo de Spoonik se halla en un local de estética setentera ubicado en una callejuela apenas transitada que por las noches se transforma en un espectáculo de fuegos artificiales. Y es que Spoonik ha renovado algunos de sus platos (y, por fortuna, ha mantenido otros) y ha ampliado y perfeccionado eso que ellos definen como una experiencia sensorial en toda regla capaz de trascender la gastronomía. Luces, música, maridajes aparentemente imposibles y un mimo infinito por el detalle, además de unos anfitriones que, pese a su rollo 'hipster', a los cinco minutos van a recordarte a tu madre por el amor con que te sientan a su mesa son las señas de identidad de un lugar que no tiene parangón en la ciudad. Y que nos va a costar lo nuestro, eso sí: 100 € por comensal sin maridaje.

Spoonik. Bertran, 28. Reservas en www.spoonik.com

ALMA HOTEL
No es una marcianada sorprendente como la de Spoonik, sino todo lo contrario. Vamos a otro tipo de público, el que disfruta empezando el fin de semana el jueves por la noche sin grandes excesos y siempre escuchando buena música. Para ellos, el Alma Hotel de L'Eixample barcelonés ha preparado una propuesta interesante, que son las cenas con música en directo en su bonito e íntimo comedor, una buena manera de empezar la distensión del fin de semana sin necesidad de quemar todas las naves el primer día y disfrutando de una cocina de mercado sencilla y sin pretensiones en forma de menú cerrado, con varios entrantes y un segundo a escoger. La oferta musical va variando en función del día pero suele discurrir por la senda del jazz y el R&B, y el precio del menú, todo incluído, es de 39 €. Tomad nota, 'tinderianos': es perfecto para una primera cita.

Alma Hotel. Mallorca, 271.

BACANAL
Café, bar, espacio de arte. Así se presenta este espacio abierto en Sant Antoni hace apenas unas semanas en el que se puede hacer desde un 'brunch' a un 'brinner' ('brunch' + 'dinner', el mundo está loco pero mola), tomar un cóctel rarito de su carta (apuestan por la coctelería poco convencional, hasta el punto de que no tienen mojitos, por ejemplo), leer algún ejemplar rara avis de la prensa internacional que ocupa sus grandes mesas de madera o contemplar una exposición en las cinco grandes paredes destinadas a este fin. Tienen 'pancakes', zumos naturales, tapas y bocadillos, entre otras opciones, en gran parte (aunque no al completo) elaboradas con productos ecológicos. El local es amplio y minimalista, moderno hasta la médula, y las exposiciones cambian aproximadamente cada dos meses.

Bacanal. Sepúlveda, 174.

 

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