Camino de Santiago

Toni, el bombero forestal que convierte la iglesia de Melide en lugar de encuentro de peregrinos

Este bombero se considera así mismo un peregrino de la vida y cuenta que dedica su tiempo a compartir experiencias con los que pasan por Melide en su ruta hacia la Catedral de Santiago.

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Si en algo coinciden los peregrinos que hacen el Camino de Santiago, es en la hospitalidad de las gentes que se encuentran a su paso. Uno de ellos es Toni, se considera a sí mismo un peregrino de la vida y dedica su tiempo libre a compartir experiencias –y café- con los que pasan por Melide en su ruta hacia la Catedral.

Una vez dejamos atrás Sarria, nuestros pasos discurren por Portomarín, todavía en la provincia de Lugo, y Palas de Rei. Zonas en las que además de disfrutar de la frondosidad del camino o la belleza de extensos prados, también caminamos por el centro de sus villas conociendo el día a día de sus gentes.

Así llegamos a Melide, ya en la provincia de A Coruña, considerado el centro geográfico de Galicia. Y aquí, mención especial merece su iglesia, Santa María de Melide. Se encuentra en pleno Camino de Santiago y lo que más llama la atención al pasar por su puerta es, sin duda, la sonrisa y el saludo de Toni. Son incontables las veces que este bombero forestal puede decir "¡Buen Camino!" a lo largo del día, pero todas con la misma energía.

Invita a café, galletas o frutos secos a todo peregrino que se acerca, les enseña con gusto la ermita mientras les cuenta su historia. "Lo que intentas hacer es lo que te gustaría que hicieran contigo cuando llegas a un sitio”. Y consigue su objetivo, que no es otro que “darles un poquito de alegría”.

Toni es bombero forestal y esto lo hace en su tiempo libre. "Yo también soy un peregrino”. Habla con devoción de su iglesia y uno no puede más que escucharle.

Con las pilas cargadas, retomamos la ruta, y no tardamos en encontrarnos a Emmanuel y Olga. Son venezolanos, no tienen raíces en Galicia, pero conocieron el Camino gracias a unos amigos y no dudaron en cruzar el Atlántico para hacerlo. Él tiene 75 años, ella 65. “Llevamos años planeando este viaje”.

Y quien sabe, igual no es el último. Francisco ha perdido la cuenta de las veces que ha llegado caminando a Santiago. “El Camino saca lo mejor de ti”, nos cuenta. Nos lo encontramos saliendo de Arzúa, a menos de dos etapas de entrar en el Obradoiro. En su caso con pena por alcanzar la meta, por lo que para el año que viene planea ya repetir pero desde Roma.

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