Corrida impropia y unas gotas de Cayetano en 'Paquirri'

Cayetano Rivera Ordóñez fue, de salida, más Rivera que Ordóñez, más Paquirri que Cayetano. Se fue a los chiqueros con torería y allí, rodilla en tierra, esperó la salida del segundo toro, desafiante, como hiciera tantas veces su padre. Salió el de Daniel Ruiz como un tren, y Cayetano lo aguantó hasta el embroque. Entonces llegó lo mejor. Enseguida en pie, seguro, lanceó a la verónica a un toro con todo su poder, rematada la serie con una suerte de larga cordobesa. Valor, técnica y torería.

Ahí acabó todo, porque en la muleta el toro fue a menos, y el torero se enfrascó en una faena anodina, de series cortas, en las que cantó aún más la sosería del toro. Nunca la muleta alante. Ni fu... ni fa.

Al quinto, tampoco le encontró las teclas Cayetano. Elegante con el capote, pero hasta un puntito vulgar con la muleta. La poca calidad del toro fue luego poquísima fuerza, como sus hermanos. Sonó el aviso y todo había pasado sin darse cuenta nadie, sobre todo los tendidos.

Sebastián Castella no se acuerda de la última vez que sorteó un buen lote, sobre todo en Sevilla. Sus dos toros -uno sobrero, de Parladé, otro de la ganadería titular- tuvieron parecidos defectos. Poca casta y menos fuerza. Calidad si tuvo el cuarto, pero se quedó sin gasolina muy pronto.

Parecida suerte corrió Daniel Luque. Al sevillano le tocó primero en suerte un sobrero de Montealto imposible. Por manso, por soso, por suelto, porque no quiso pelea. Luque lo probó todo y no consiguió nada. Y el sexto fue peor. Unió a su falta de cualquier atisbo de bravura, picante, peligro o algo que la grada pudiera llevarse a la boca, encima se puso antipático.

Dos horas y media para  ver un toro y cuatro capotazos.