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MIGUEL ÁNGEL BLANCO: EL PRINCIPIO DEL FIN

Ana Crespo, concejal que afilió a Miguel Ángel Blanco: "Si pudiera dar marcha atrás no lo haría"

Quienes conocían a Miguel Ángel Blanco lo describen como una persona tranquila que vivía un momento de ilusión y con muchos planes de cara al futuro. Decidió afiliarse al PP porque aseguraba que tenía sus ideas y que quería participar y no dudó en llamar "asesinos" a los presos durante un pleno.

Uno de los comandos de ETA había fijado su cuartel general en Basauri, una localidad cercana a Bilbao. Allí, la Guardia Civil encuentra una carta que deja claras las prioridades de la banda terrorista. "Levantad a un concejal del PP", ordena la dirección en la misiva. "Dad un ultimátum de días para que los presos estén en Euskadi" añade. El manuscrito, del jefe de comandos, acaba con una frase contundente: "Si no podéis secuestrarlo, le dais caña y a por otro".

Corría el año 1977 y la dispersión de presos tenía enrabietada a ETA, que asesina a cinco funcionarios de prisiones.

En abril de ese año, Juan José Baeza se libra por muy poco de la muerte. Logra refugiarse en el portal de su casa mientras dos terroristas le disparan varias veces por la espalda y pese a que una bala le alcanzó en el cuello, tuvo suerte y no murió. Una de las pistolas utilizadas fue una Beretta del calibre 22.

Tres meses más tarde, un vecino de Usurbil creyó tener un mal día porque le habían robado el coche, un Ford Escort marrón. El coche, la pistola y la carta serían más tarde determinantes para la vida de un modesto concejal de Ermua y para el futuro de ETA.

Ese verano de 1997, el funcionario de prisiones Ortega Lara fue liberado tras 532 días de secuestro en un zulo bajo tierra. La Guardia Civil había dado un duro golpe a la banda y no se descartaba que ETA quisiera venganza.

Así comienza la historia de Miguel Ángel Blanco, un joven que estaba "en un momento de ilusión, de muchos planes de cara al futuro, con muchas ganas de hacer cosas", según cuenta su hermana, Mari Mar Blanco.

Ahora, Miguel Ángel Blanco descansa en el pueblo de su madre, a 600 kilómetros de Ermua, donde su tumba había sufrido en varias ocasiones actos vandálicos

Tras el traslado, es su tío Aurelio el encargado de cuidar del panteón familiar cuando sus padres no están en Galicia y él es el testigo de que su memoria sigue viva. "Aquí es raro el mes que no aparece flores. Entre Canarias, gente de Andalucía, Valencia, Cataluña...", cuenta Aurelio Garrido, quien explica que la familia le lleva flores todas las semanas. "Esta es su tierra, la de sus padres, aquí está bien cuidado y nos acordamos de él", asegura.

Aurelio Garrido cuenta que su sobrino era "muy alegre" y que nunca atuvo ningún problema en la zona. Además asegura que "para mí el pueblo vasco es el más noble de España, pero hay chiflados".

Miguel Ángel compaginaba su labor como concejal con su trabajo en una gestoría de Eibar, donde iba todos los días en tren y desde donde regresaba para comer en su casa. Era el concejal más joven de Ermua, se encargaba de las actividades deportivas del pueblo.

Ana Crespo, concejal del Ayuntamiento de Ermua en 1997, explica que le preguntó por qué quería afiliarse al partido y que Miguel Ángel le contestó que era porque tenía sus ideas y quería participar. En ese momento Crespo lo afilió "cosa que hoy en día, si pudiera dar marcha atrás no lo haría", cuenta.

Miguel Ángel era tranquilo, pero si tenía que hablar de ETA, no tenía ningún miedo e incluso durante un pleno "llamó asesinos a los presos de ETA y aquello chocaba porque era bastante habitual tener un discurso no agresivo hacia el entorno de ETA", cuenta Carlos Totorika, alcalde de Ermua.

Sin embargo Ermua es "un pueblo donde no pasa nada nunca, no tenías la sensación de que te persiguieran ni que te hicieran nada porque era un pueblo muy tranquilo", cuenta la concejal Ana Crespo, que asegura que "nunca tuvimos la sensación de que pudiéramos estar en peligro". Pero, pese a esta sensación de tranquilidad, la concejal le decía que no se enfrentara a los terroristas porque "son bastantes, nos tienen enfilados y puede traernos consecuencias".

También le avisó de los riesgos Jaime Senegalés, amigo de Miguel Ángel Blanco y compañero suyo en el grupo de música 'Poker'. Senegalés, que describe a su amigo como alguien "entrañable, generoso y muy cariñoso", dice que el cantante del grupo le dijo a Miguel Ángel que estuviera atento a lo que podía ocurrirle, pero él se echó a reír porque aseguraba que solo hacía "un pleno cada tres meses".

Tampoco faltaron los avisos de su familia. Mari Mar Blanco cuenta que su madre le pedía que cambiara sus horarios. Le decía "tú que en el trabajo no tienes problemas, por qué no cambias el horario, unas veces entras más tarde, unos días bajas en tranvía, otros en coche".

Eran avisos que tenían parte de razón. Alguien controlaba sus viajes en tren y su horario en la gestoría de Eibar. Apenas 200 metros de la gestoría, trabaja Ibon Muñoa, un concejal de Herri Batasuna que colabora con ETA. "Es el que pasa las coordenadas al 'comando Donosti, seguramente', relata Miguel Ángel Mellado, autor de 'El hijo de todos'.

Añade que Muñoa también fue el encargado de proporcionar a los asesinos de Miguel Ángel Blanco, 'Txapote', Amaya y 'Oker' un piso familiar.

Mellado cuenta que después de un intento fallido de secuestro, Amaya esperó a Miguel Ángel Blanco y "de alguna manera lo debió embaucar para que la acompañara", no se sabe si a punta de pistola o simplemente pidiéndole ayuda. Una vez que logró captar su atención, lo llevó al sitio donde estaban sus compañeros y lo secuestraron, comenzando así el comienzo del fin de ETA.

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