Castillo de San Felices de los Gallegos, en Salamanca

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DECLARADO BIEN DE INTERÉS CULTURAL

Un pueblo salmantino hereda de su párroco un valioso castillo del siglo XIII

La fortaleza en San Felices de los Gallegos, mandada construir por Dionisio I de Portugal, se encontraba en ruinas cuando dos personas de la localidad la compraron en 1924. La vendieron años después al padre y al tío del sacerdote que ha donado el castillo tras su muerte el pasado miércoles.

El pueblo salmantino de San Felices de los Gallegos, uno de los Conjuntos Históricos de la provincia de Salamanca, ha heredado uno de los castillos de mayor relevancia de la frontera hispanolusa tras la muerte este miércoles de su párroco, que lo había donado al Ayuntamiento. Se trata de un castillo construido entre finales del siglo XIII y principios del XIV, cuando el sexto rey de Portugal, Dionisio I, conquistó la villa de San Felices de los Gallegos, por ser uno de los enclaves estratégicos de la frontera.

La torre del homenaje, que forma parte del recinto amurallado del pueblo, estaba muy devaluado en el primer cuarto del siglo XX, por lo que dos personas de la localidad, Filomeno Román y Agustín Vieira, lo compran en el año 1924 por un total de 33.000 reales, ha explicado el regidor de la localidad salmantina, Jesús Gajate.

Cuatro años más tarde, dos hermanos, Ángel e Ignacio de Dios (padre y tío del sacerdote que ha donado el castillo), deciden comprar la fortaleza y, al fallecimiento de ambos, lo hereda el párroco Francisco de Dios.

El castillo se ha convertido en los últimos quince años, gracias a varias inversiones realizadas por el área de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, en el Centro de Interpretación de la Ruta de las Fortificaciones de Frontera.

Esta torre del homenaje, desde donde se divisa el Parque Natural Arribes del Duero, es un Bien de interés Cultural y, según ha precisado el alcalde de la villa, seguirá siendo una zona habilitada como museo y con visitas guiadas.

El párroco, un año y medio antes de morir, anunció al pueblo sus intenciones y lo donó al Ayuntamiento para que estuviera exento de impuestos de donaciones, ya que el castillo se ha revalorizado mucho en las últimas dos décadas.

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