Pisos turísticos
"Estos eran pisos de trabajadores. Ahora sólo quieren guiris". Retrato de un barrio humilde
Los vecinos del barrio malagueño de Lagunillas denuncian que están siendo "expulsados del barrio" por la proliferación de apartamentos vacacionales. "El casero saca en una semana el triple de lo que yo le pago al mes". Hay vecinos que tienen que recurrir al banco de alimentos para poder seguir pagando el alquiler

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“Todo eso es turístico, y esos locales comerciales. Eso también es turístico. Y todo esto… y lo que te queda…”. Curro nos guía por un recorrido de apenas 500 metros en su barrio malagueño de Lagunillas, donde las rejas de los portales están sembradas de candados. Guardan las combinaciones para acceder a las llaves que permiten entrar a los apartamentos turísticos. Calcula que hay más de 180 en el pequeño puñado de calles que forman su barrio humilde: “eran viviendas de gente trabajadora, pisos de 500 o 600 euros de alquiler”. ¿Y cuánto pagan ahora?, preguntamos: “Ahora no pagan nada porque los echan directamente. Solo quieren guiris. Maletas con guiris, que es lo que da dinero”.
Ya no hay comercios. A tienda cerrada, piso turístico abierto
Curro también ha recibido una carta de su casero anunciándole que no renovará el contrato de alquiler. “Estoy pagando 450 al mes. Ahora lo alquilará por el triple cada semana”. Unos turistas ingleses se asoman a la puerta del piso que han alquilado por tres días y nos permiten entrar a verlo: encontramos dos camas desechas en una vivienda de apenas 40 metros cuadrados por la que pagan 100 euros por noche: “Esto era una cafetería. Aquí había seis puestos de trabajo. En el barrio ha habido ochenta cambios de uso de locales comerciales a pisos turísticos”. Es fácil comprobarlo. En Lagunillas casi todos los comercios tienen el cierre echado a la espera de una reforma.
Recurrir al banco de alimentos tras 40 años asando sardinas en un chiringuito
En Lagunillas también hay un banco de alimentos que abastece a vecinos que prefieren seguir pagando el alquiler. Antonio ha sido “espetero” durante 39 años. “Me llega para el alquiler, lo que no me llega es para seguir. Una casa como en la que yo vivo o más pequeña cuesta 1.000 o 1.100 todos los meses. El alquiler ha quedado sólo para los guiris”. Tanto turismo también deja beneficios, pero a muchos las cuentas no les salen. Sara fue camarera de pisos turísticos: “En el último trabajo que hice me pagaban 1,72 euros por habitación”.
Patada en la puerta
Es común escuchar en el barrio que ya no hay posibilidad de encontrar vivienda si eres vecino. Antonio ha “okupado” uno de estos preciados bajos y lleva un par de años dentro con toda su familia. “¿Sabes cuánto cuesta el alquiler de un piso en este barrio?”, le preguntamos. No tiene ni idea. Para él la solución ha sido la patada en la puerta.
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