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'The Marvelous Mrs. Maisel': Claves de la esperada temporada 4 con Rachel Brosnahan

En la cuarta temporada de 'The Marvelous Mrs. Maisel', Midge resurge de sus cenizas tras su despido. No le faltará su escudero Susie, que también necesita el dinero. Estas son las claves de un regreso que promete ser más cañero que nunca.

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Empezar de cero

Las tetas, más arriba que nunca… En esta cuarta temporada de 'The Marvelous Mrs. Maisel' (que se estrena este 18 de febrero en Prime Video), el eslogan que comparten Midge y Susie para animarse antes de las actuaciones, “¡Arriba las tetas!”, adquiere un nuevo significado. Dejamos a las chicas tiradas en medio de un aeropuerto –muy a lo ‘Casablanca’– cuando el cantante Shy Baldwin despedía a Midge por reírse de su masculinidad encima del escenario. Midge se quedaba sin trabajo y, por ende, Susie, también. Se las prometían felices con esa gira que lograría sanar las cuentas de Susie, que lo había perdido todo en las apuestas (algo que Midge desconoce aun). Y que facilitaría la compra del piso de la niñez de Midge, que ahora se encuentra con una hipoteca de miedo. En su desesperación, las chicas tienen que urdir un nuevo plan, ponerse las pilas y empezar de cero.

En un arrebato, visualmente muy potente por lo que tiene de físico, Midge se desnuda en medio de la calle, deshaciéndose de su elegante traje color beige a juego con la pamela, y quedándose solo con un escueto (y elegante, eso sí) corsé, que oculta debajo para realzar su figura. Es una escena que me recordó a aquella de Sandra Oh en ‘Anatomía de Grey’ cuando se asfixia dentro de su vestido de novia. Eso es como arrebatarse de encima lo que sobra y lo que le sobra a Midge en esta (ya) cuarta temporada es el postureo, seguir fingiendo que es una dama de clase bien que se empodera delante del micro. Midge no tiene un duro. Quiere dejar de ser telonera, pero no le resultará fácil emprender un nuevo rumbo. Al menos, no está sola, tiene a Susie, su fiel escudero.

Rachel Brosnahan en la temporada 4 de 'The Marvelous Mrs. Maisel'
Rachel Brosnahan en la temporada 4 de 'The Marvelous Mrs. Maisel' | Prime Video

Regresa la familia

En el taxi de vuelta, con todas sus maletas y sombrereras, en una continuación del final de la tercera temporada, la rabia se apodera de Midge. La señora Maisel no quiere volver a Queens con el rabo entre las piernas. No quiere que sus padres vean que ha fracasado una vez más. Pero cuenta con una gran baza, que el tiempo lo desgasta todo. Ahora, Rosie y Abe no andan en su mejor momento. No tienen nada de que presumir. Al menos de ese estatus social del que tanto alardeaban. Abe se ha convertido en crítico de teatro, como adelantó el final de la anterior entrega, pero el sueldo es simbólico. Y Rosie, bueno, ella sigue intentando superar un bache económico que es sobre todo emocional.

Midge parece haber encontrado la solución a este desajuste familiar. Sin gira por delante y con la idea firme de conseguir recuperar su lugar en el mundo, sabe que, al menos, sí puede contar con sus padres, su ex marido y sus hijos. Y es en ese piso lujoso que le recuerda lo mejor de su pasado, donde Midge encuentra la paz, rodeada de tonos pastel y un espectacular mobiliario con el que crear un nuevo hogar. Porque Midge quiere que sus hijos crezcan allí como hizo ella. ¡Adiós Queens, hola Manhattan! Otra que tira de la familia es Susie. De su hermana, concretamente. Con ella urdió ese incendio provocado que les daría el pasaporte a un futuro más holgado tras la muerte de la madre. Ahora toca cobrar el cheque, algo que no resultará sencillo, y las dos hermanas se unirán más que nunca con tal de conseguirlo.

'The Marvelous' Mrs. Maisel
'The Marvelous' Mrs. Maisel | Amazon Prime Video

Choque generacional

Midge acabó a regañadientes con su madre por hacer de casamentera con su ex, Benjamin. De ahí surgió uno de los enfrentamientos más fríos entre las dos, pues Rosie sigue considerando que su hija lo hizo todo mal. Una serie de sucesivos encontronazos (Midge no sabe qué hacer con su vida) llevarán a Midge a sentirse como una prostituta (recordemos que Rosie le insistía con este tema: ser cómica y fulana eran prácticamente lo mismo). Pero Midge le puede demostrar ahora a su madre que está equivocada, que puede salir hacía adelante por sí misma, no necesariamente como cómica si la necesidad aprieta. Con quien tendrá más feeling será con Abe, ahora que trabaja entre plumillas que no tienen donde caerse muertos. Eso es ser artista y a pesar del sueldo calderilla, Abe se siente pleno y feliz con su nuevo oficio.

Hay un nuevo choque generacional (y cultural) entre Joel, el ex marido de Midge, y su novia china, Mei. También aparecen los padres de ella en la ecuación. Joel montaba el club de sus sueños y lo hacía con su apoyo (con esa timba extraña del sótano en la que se concentraba media Chinatown). Pero todo apunta a que Joel no puede olvidar a Midge. Recordemos que Susie, de una forma bastante cínica, le recordaba al empresario que siempre estará enamorado de ella. Que se le nota. Ahora que Midge está sola y que todo ha vuelto un poco a estar como al principio, Joel podría formar parte relevante de nuevo en su vida. Al menos, la familiar. De hecho, hay una magnífica secuencia rodada en la Coney Island de los 60, en la que todos suben a la icónica noria, divididos cual confesionarios en las cabinas, diciéndose más de una verdad a gritos (muy al estilo del matrimonio Sherman-Palladino, los creadores). Por cierto, la ambientación es brutal, de lo mejor del primer episodio.

Nueva perspectiva

Si Susie confiaba las cuentas de Midge a Joel porque temía malgastar sus ganancias jugándoselo en las carreras, ahora volverá a recurrir a él para salir del agujero en el que se encuentra. Estos dos que prácticamente no habían cruzado una palabra podrían hacerse aliados de alguna forma. También es novedoso que Susie sufra alucinaciones, un detalle refrescante en la trama, ella que es tan pragmática. Otra historia que interesa es la de Imogine y Archie, la pareja desavenida que podría arrejuntarse. Pero Imogine, lo tiene claro: debe buscarse la vida, aprender un oficio y no depender de Archie en el caso de que volvieran juntos. Se convierte en una émula de Midge, que ya va creando escuela.

En esta nueva perspectiva tendrá que ver mucho la nueva década en la que se ambienta esta temporada, los años 60. Midge y Susie comparten una conversación en la cafetería que marcará un poco el rumbo de ambas. Midge no quiere más bolos ni depender de nadie. Quiere convertirse en su admirado amigo, el cómico Lenny Bruce. Y para ello necesita a Susie, su inseparable Susie. “Hagamos que el negocio cambie”, se dicen. Y del rosa chicle volamos al negro absoluto con Midge encima de un escenario clamando venganza. Pero tendrá que alcanzar su sueño con los pies en la tierra. Si quiere mantener a su familia unida no le quedará otra que trabajar y nadie mejor que ella con su sonrisa y su encanto personal para ir de tienda en tienda vendiendo marketing puro y duro. La mejor de las relaciones públicas para atraer gente a los negocios del barrio. Con ese sueldo mínimo tirará hacía adelante con un único objetivo: romper el molde.

Al final del segundo episodio se atisba el cambio. Sobre el escenario escucha los mismos chistes a un cómico, no hay improvisación ni desparpajo. En los 60 el almidón en las camisas desaparecerá y también ese encorsetamiento sobre el escenario. Y aquí ‘La maravillosa señora Maisel’ podría transformarse en ‘La maravillosa y desvergonzada señora Maisel’, cuando descubra que aquellas mujeres de la noche de las que se averguenza su madre, las mismas que llevan el corsé pero al descubierto, tal vez tengan mucho más que aportarle para resurgir de sus cenizas.

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