BETTY VE TELENOVELAS

Andrés y María, ¿comerán perdices o serán un matrimonio de tres en Sueños de libertad?

Después de algunas dudas, Andrés y María son ya marido y mujer en Sueños de libertad, pero esa boda nos causa una gran duda, ¿serán felices y comerán perdices o van rumbo a la infelicidad de ser un matrimonio de tres?

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Aunque en estos tiempos la frase "lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre" ya no resulte tan determinante como en otras épocas, lo cierto es que al menos el día de la boda todos apostamos por una feliz vida en común de los recién casados. Lo que el destino les tenga previsto, ya lo dirá el futuro, pero ese día de fiesta y celebración los contrayentes, las familias y los invitados confían en que, como en los cuentos de hadas, el menú de la boda se vea complementado con la felicidad de comer perdices.

Sin embargo, esta semana hemos asistido a una boda en la que una parte de los invitados, aquellos que asistimos desde el otro lado de la pantalla, tenemos serias dudas sobre el futuro de la pareja que se ha dado el sí, quiero básicamente porque el novio no podía dejar de pensar en una de las invitadas.

El efecto Begoña

Desde la primera vez que vimos juntos a Andrés (Dani Tatay) y Begoña (Natalia Sánchez) tuvimos más que claro que su relación no era la de cuñados al uso. Es cierto que su sintonía podría hacernos pensar en una profunda amistad o incluso que su cariño fuera mucho más fraternal que el del ex militar y su propio hermano.

Pero los acontecimientos fueron confirmando lo que nuestro sexto sentido seriéfilo nos había advertido. Su conexión estaba más allá de su vínculo familiar. Begoña no veía a Andrés como el hermano de su marido y Andrés no miraba a Begoña como la mujer de su hermano.

En cada una de las secuencias que comparten vemos a un hombre y a una mujer que se simpatizan, que se entienden, que se apoyan, que se ayudan, que se quieren, que se aman.

Sin embargo, su encuentro se produjo a destiempo. A pesar de ser una mujer fuerte, valiente y bastante empoderada para la época, Begoña no lo dejará todo para salir corriendo detrás con el que, literalmente, es el hombre de sus sueños. Tal vez se lo plantearía si no fuese su cuñado, pero ese vínculo que los une es precisamente el que más los separa.

La duda está en saber si Begoña será capaz de mantener el autocontrol que se ha impuesto a sí misma. Su matrimonio con Jesús es una bomba de relojería que puede estallar por los aires en cualquier momento, bien por el insufrible carácter de él bien por la necesidad de aire fresco de ella ¿qué pasará entonces? ¿se dará una oportunidad con Andrés o será demasiado tarde? ¿llegará el día en que prioricen lo que ellos dicen sobre el qué dirán?

María y Andrés
María y Andrés | Antena 3

Andrés se casa con otra

Si Begoña se ha autoimpuesto mantener la distancia con su cuñado, Andrés ha hecho lo propio aunque sea mucho menos contenido en sus emociones. Begoña es muy consciente de la importancia de las apariencias y sabe interpretar a la perfección su papel aunque su mirada sea sinónimo de tristeza.

Sin embargo, a Andrés se le da bastante peor disimular. Cada vez que Begoña entra en escena, no puede evitar que sus ojos la sigan. Sea quien sea con quien esté hablando, su mirada siempre busca el mismo objetivo: su cuñada.

Y el mejor ejemplo lo tuvimos en su propia boda. Se ha cansado de decirles a todos, incluida la novia, que está profundamente enamorado de María y que está seguro de que serán muy felices juntos. Pero él y nosotros sabemos lo que ha pasado en el altar. En el momento más importante de su vida, su mirada, sus pensamientos y sus deseos tenían un único destino: Begoña.

Es cierto que después recuperó la compostura y actuó como se espera que actúe un caballero, y más apellidándose De la Reina. Dijo sí, quiero; besó a la novia; repartió sonrisas en el banquete y disfrutó de su noche de bodas.

Pero por muy exultante que pareciese y por muchas veces que le diga a María (Roser Tapias) que la quiere, Andrés no puede evitar estar enamorado de Begoña.

Por eso nos causa inquietud este matrimonio. Como dice siempre Gema, Andrés es un caballero y, a su manera, quiere a María, por lo tanto no le hará daño gratuitamente, pero ¿será capaz de hacerla feliz pensando en otra? Cuando surjan, que surgirán, los problemas entre Begoña y Jesús, ¿será capaz de mantenerse al margen o intervendrá? ¿Serán capaces las razones de su cerebro de acallar los deseos de su corazón?

Jesús y María oyen campanas

Aunque a nosotros nos encantaría que Begoña y Andrés decidieran pensar solo en sí mismos y dejar atrás a cuantos intentan dirigir sus vidas, también somos conscientes de la difícil posición de María.

Si somos sinceros, a ninguno nos preocupa demasiado herir los sentimientos de Jesús (Alain Hernández) porque, a fin de cuentas, sería aplicarle su propia medicina y, además, no es, en absoluto, un buen marido. Jesús ha dejado claro que no respeta en absoluto a su mujer. Además de haberle sido infiel, en más de una ocasión ha estado a punto de agredirla. Y eso no tiene ninguna justificación.

Además, Jesús no se cansa de alabar sus virtudes como esposa y como madre, insiste en que es muy afortunado de estar casado con una mujer como ella, pero tampoco pierde la oportunidad de dejar claro, con mayor o menor vehemencia, que es casi de su propiedad.

Por eso le enfurece tanto la relación que tienen Begoña y Andrés porque, aunque su ego no le permita ni plantearse que su mujer pueda preferir a su hermano, su inconsciente sabe que ellos comparten algo que él no comprende. Y no lo comprende porque Jesús no tiene la capacidad de empatizar con nadie que no sea él mismo. Begoña no se enamoró de Andrés por capricho. Lo hizo porque encontró en él a un hombre que la escucha, que la entiende y que la apoya. Justo lo contrario de su marido, que siempre encuentra un reproche para hacerle o una razón para considerarse una víctima.

Por eso nos encantaría poder ser testigos de ese momento hipotético en el que Begoña le dijera a Jesús que quiere a su hermano y que se va con él. No sufriríamos ni medio segundo por el marido abandonado y nos alegraríamos inmensamente por la nueva pareja.

Sin embargo, no nos pasa lo mismo con María.Ella quiere sinceramente a Andrés y sueña con hacerle feliz. Por eso, entendemos sus miedos y sus dudas. Porque María sabe que algo ha cambiado entre ellos. Porque María sabe que el Andrés con el que se ha casado no es el Andrés de Jaca. Porque María sabe que el hombre que quiere siempre quiere mirar a Begoña. Porque María sabe que esa presunta carta de su padreha sido determinante para convertirse en la señora De la Reina.

Tanto Jesús como María saben que entre sus respectivos cónyuges hay algo más que una relación familiar, pero lo afrontan de forma diferente. Jesús considera que Andrés se ha inmiscuido en su matrimonio por envidia, pero no llega a imaginarse la dimensión real del vínculo que se ha formado entre ellos. Porque Jesús ni se plantea la posibilidad de que Begoña pueda preferir a su hermano antes que a él.

En el caso de María, ella también intuye que entre los cuñados hay una conexión diferente a la que ella tiene con Andrés. Tal vez porque no es tan fría como Jesús y, desde luego, es mucho más empática, más de una vez se ha planteado que entre ambos exista algo especial. Por ahora, los acontecimientos han ido acallando esa voz interior que le dice que las cosas no están bien y la emoción de cumplir el sueño de su vida ha mitigado la sensación de estar viviendo una mentira.

Pero, ¿y ahora qué? Begoña y Andrés han levantado un muro entre ambos por el bien de sus respectivos matrimonios, pero es evidente que siempre encuentran una rendija por la que reencontrarse. ¿Se convertirán esas rendijas en grietas? María tenía el objetivo de casarse y ya tiene el libro de familia y la bendición de don Agustín, pero ¿es eso garantía de felicidad? ¿Qué pasará si el Andrés marido le crea las mismas inseguridades que el Andrés novio?

Una boda es sinónimo de alegría, felicidad e ilusión. Es un día de fiesta y celebración. Sin embargo, la boda de Andrés y María ha tenido un halo de tristeza, melancolía y añoranza. Hemos entrado en la iglesia con la sensación de que no sabíamos que iba a pasar y hemos salido con la impresión de que todo puede pasar a partir de ahora.

Este matrimonio abre un nuevo capítulo en la historia de la familia De la Reina y su contenido se escribirá en base a una de las siguientes dos hipótesis.

La primera es que esta boda haya sido un punto de inflexión para Andrés. En este caso, eliminará de la historia el borrador del capítulo que pudo haber protagonizado con Begoña y se dedicará a escribir su cuento de hadas con María.

La segunda es que esta boda ha sido un intento de sobreescribir ese capítulo, pero que la versión original sigue guardada en algún lugar de su corazón y que solo espera el momento de resurgir con más fuerza.

Por lo tanto, casi podríamos decir que es el momento de abrir las apuestas. ¿Serán felices y comerán perdices Andrés y María o su matrimonio va encaminado hacia el fracaso?

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