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NÚMERO DE SERIE

'State of Affairs': un soberano aburrimiento

Desde que Katherine Heigl abandonó (con muy malas formas) 'Anatomía de Grey' no se había dejado ver por la pequeña pantalla y lo cierto es que su retorno a una serie de televisión no ha podido ser más decepcionante. 'State of Affairs' es una serie soporífera, plana, de ritmo pasmoso y con una Katherine Heigl absolutamente perdida en su papel de agente de la CIA. La serie, que se estrenó el pasado lunes, pasó el examen con aprobado raspado: 8 millones de espectadores y poco más de 2 puntos en público 18/49.

Katherine Heigl en 'State of Affairs'

Agencias Katherine Heigl en 'State of Affairs'

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Nada que no hayas visto antes, nada que te pueda interesar como espectador. Ni siquiera los (pocos) fans de Katherine Heigl van a disfrutar con ‘State of Affairs’, una serie que falla absolutamente en todo. La conocida actriz interpreta a Charleston Whitney, una analista de la CIA que sufre un trastorno de estrés postraumático tras el asesinato de su prometido, quién, casualidades de la vida, es a su vez hijo de la presidenta de Estados Unidos.

Con ese punto de partida la serie intenta ser un thriller de espionaje con tintes de drama pero se queda en una serie prescindible, de guión pésimo y dirección catastrófica. Te servirá, sobre todo, si quieres regodearte con Katherine Heigl rozando el ridículo al interpretar a una agente de la CIA más vestida para irse de marcha a una discoteca que para dirigir misiones de alto riesgo. Nada puede hacer ante un personaje tan mal construido.

Hay bastantes escenas que chirrían, pero especialmente bochornosa es la conversación que tienen la presidenta de Estados Unidos (interpretada por Alfre Woodward, lo único decente de la serie) y Charleston Whitney, cuando la analista de la CIA promete matar a todos los implicados en el asesinato de su prometido. “Esa es mi chica”, le dice la primera mujer de Estados Unidos y a la postre suegra de la protagonista.

Otra de las grandes tramas es el acoso que sufre la pobre Charleston, que recibe mensajes anónimos y que (atención) van apareciendo en pantalla a modo de realidad virtual. Con este panorama se entiende más que nunca que el showrunner, Ed Berberno, abandonase ‘State of Affairs’ por discrepancias creativas.

La serie, que se vendió bajo el eslogan “El Ala Oeste de la Casa Blanca conoce a Scandal”, resulta tan osada como fallida, porque no consigue ser ni un buen guilty pleasure, ni desde luego una serie que vaya a suscitar algún tipo de interés; el espectador termina de ver el piloto sin ningunas ganas de ver el segundo episodio. No hay interés porque no hay historia.

‘State of Affairs’ logra que ‘Homeland’ sea una serie de culto y desde luego consigue que ‘Anatomía de Grey’, serie por la que Heigl es hoy conocida, sea una serie respetable al lado de este despropósito que (muy posiblemente) no tendrá segunda temporada.

 

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