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'Deadwood: La Película', la mejor despedida posible

Al Swearengen y Seth Bullock se vuelven a ver las caras 12 años después. Recordamos cómo acabó la serie 'Deadwood' y por qué los fans van a disfrutar de esta esperada resurrección en forma de película. Un desenlace tan épico como la serie.

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Cómo acabó la serie

Hace 12 años, 'Deadwood' (2004-2006) se canceló a traición, sin avisar, tras su tercera temporada. El aclamado e hipnótico western de David Milch, ambientado en 1870, acabó de forma abrupta con un cliffhanger que dejó varias tramas abiertas. ¿La excusa? La ficción de HBO resultaba demasiado cara para la cadena. Los premios –ocho Emmy y un Globo de Oro para Ian McShane– no fueron suficientes para reanudar la serie, aunque hubo algunas tentativas. Cuando se les preguntaba a sus protagonistas –como ocurrió con McShane en su visita a Madrid hace casi 10 años para presentar Los pilares de la Tierra– estos intentaban defender la insólita decisión, pero no podían disimular su disgusto. "Algo incomprensible", decían, echándose las manos a la cabeza. Ninguno de ellos esperaba, a medida que pasaba el tiempo, que llegara tan esperado desenlace.

En el pueblo de Deadwood, un campamento ilegal lleno de criminales y proscritos sin ley, Al Swearengen (McShane), el despiadado propietario del bar (y burdel) The Gem, y el sheriff Seth Bullock (Timothy Olyphant), que comenzó como propietario de una ferretería, tienen continuos rifirrafes. El caos del inicio –el auge de la fiebre del oro, entre otras cosas– es el caldo de cultivo para mostrar cómo se construye una sociedad desde la nada. La intensa rivalidad entre ambos encuentra su punto álgido al comienzo de la segunda temporada, cuando se enzarzan en una furiosa pelea cuerpo a cuerpo. Alrededor de ellos pululan docenas de personajes –casi todos ellos existieron realmente–, también la propia ciudad sucia y llena de barro de Deadwood, un personaje en sí mismo (tanto como el lenguaje malsonante, un anacronismo deliberado). Unos desean que prospere; otros, que se mantenga tal y como está.

Nadie estaba a salvo en esta parcela violenta del Salvaje Oeste. Unos morían por disparos accidentales o a bocajarro, o por la viruela o degollados; otros, desaparecían engullidos por los cerdos del señor Wu. Asesinatos y traiciones, monólogos magistrales, guiños a la depravación llenos de poesía. 'Deadwood' sorprendía siempre. Destacaban el doctor Cochran (Brad Dourif); Merrick (Jeffrey Jones), el editor del diario; Trixie (Paula Malcomson), la prostituta favorita de Al; Farnun (William Sanderson), el dueño del hotel; Alma (Molly Parker), la mujer de un hombre de negocios que se instala en el hotel (y cuya muerte destapa una mina de oro) y que cuida de una huérfana; el dueño del casino-burdel Tolliver ...

Al final de la tercera temporada, a punto de integrarse con Dakota, se anuncian elecciones en Deadwood. Un tipo llamado George Hearst (Gerald McRaney) intenta por todos los medios hacerse con el poder, lo que provoca que Trixie le dispare; que Alma le venda la mina y huya del pueblo, y que Al se vea obligado a matar a Jen, otra prostituta, haciéndola pasar por Trixie (ya que Hearst exigía su castigo). En la última secuencia, Hearst se iba de Deadwood satisfecho y Al limpiaba la sangre de su injusticia. ¿Eso era todo? ¿Cómo era posible que Hearst se fuera de rositas?

De qué va la película

El anuncio de la continuación de Deadwood en forma de película fue muy bien acogido por los fans. También por todo el reparto original, que se unió al proyecto, excepto Powers Boothe, fallecido en 2017. Su personaje, Tolliver, el propietario del bullicioso salón, fue uno de los hombres más sádicos y crueles de la serie (torturó a la ladrona Kristen Bell). Aunque reticente al principio, Timothy Olyphant se animó finalmente a despedir con todos los honores a su icónico héroe del Oeste. La intención no era otra que cerrar las tramas y darle el mejor de los finales a Deadwood.

Casi como en la vida real, ha pasado el tiempo, estamos en 1889, el pueblo minero ha crecido. Algunos de sus personajes se han vuelto más pacíficos y otros, más crueles. Todos regresan a Deadwood ante la celebración de la adhesión de Dakota del Sur a la Unión, como su Estado número 40. Swearengen no está en su mejor momento, se le ve alicaído, su poder ha disminuido. En la serie recordamos cómo las pasó canutas cuando expulsaba una piedra del riñón con ayuda de sales aromáticas. Mientras, Bullock, que añade a su look de cowboy un profuso bigote canoso, se ha convertido en un marshall.

Alma regresa a la ciudad, lo que provoca cierta tensión sexual con Bullock, que está felizmente casado (con Anna Gunn) y es padre de tres hijos. También George Hearst, ahora convertido en senador, al que todos miran con recelo (como siempre). Trixie está embarazada, junto a Sol (John Hawkes), y vuelve a temer por su vida. De entre todos los personajes, la nostalgia nos invade cuando escuchamos a Calamity Jane (Robin Weigert), que sigue soltando píldoras de sabiduría, y recordando a Hickock (Keith Carradine), y cuando nos reencontramos con el entrañable Charlie Utter (Dayton Callie). Un asesinato provocará de nuevo el caos en la tranquila Deadwood, con consecuencias terribles.

Lo mejor y lo peor

La película dejará satisfechos a los fans. Esta 'Deadwood' no se puede analizar como si fuera un filme pensado para una sala de cine, más bien parece dos episodios con los que rematar la trama inconclusa. De hecho, el inicio recuerda a 'Westworld', que para eso compartían los mismos escenarios. Los menos fans, aquellos que no hayan tenido tiempo de ver la audaz serie original, se perderán en el detalle, y no vivirán la emoción tan de cerca, pero uno de los aciertos de la película son sus continuos flashbacks, que sitúan al espectador en todo momento. Lo mejor es su final agridulce, inesperado, con la máxima tensión. No me imagino otro desenlace mejor. Lo peor es haber tardado tanto tiempo en llegar hasta aquí. Es una pena no contar con Tolliver o que no se dé más cancha a algunos personajes por la limitación de tiempo. Pero, en general, la película de 'Deadwood' cumple con su cometido. Cierra las heridas, hace justicia y encumbra a su protagonista, Al Swearengen, como uno de los mejores personajes de la ficción televisiva. Y, lo mejor de todo, ha provocado que nuevas generaciones hayan descubierto la serie y que volvamos a hablar de esta pequeña joya de HBO, que regresa igual de sucia y deslumbrante, como ejemplo fascinante del sueño americano.

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