MALA COSTUMBRE

Qué es el Síndrome de Wendy y por qué no debes estar siempre disponible para los demás

Estar siempre disponible para los demás y olvidarte de tus deseos, gustos y apetencias no es nada bueno para tu salud mental y física.

Una mujer acompaña a otra en su tristeza.

Una mujer acompaña a otra en su tristeza.iStock.

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Hay personas que se caracterizan por estar siempre disponibles para los demás, no solo esperan a que les necesiten si no que de forma proactiva también fomentan esa necesidad por parte de los que les rodean.

Son personas que parece que pueden con todo y que tienen una energía interminable, sin embargo, por dentro se van consumiendo y terminan padeciendo problemas relacionados con el estrés, la ansiedad y otros problemas de salud.

Síndrome de Wendy

Algunos autores utilizan el nombre de Síndrome de Wendy para referirse a un patrón de comportamiento que muestra una excesiva preocupación por los demás, la evitación del conflicto por parte de sus seres queridos y la capacidad de realizar enormes sacrificios para mantener la aparente armonía en su entorno.

No se trata de un trastorno ni de una enfermedad, simplemente de un comportamiento a revisar porque puede causar mucho sufrimiento y ser la causa de algunas relaciones de dependencia.

Cabe recalcar que según cómo sea el ambiente de esta persona los comportamientos exigidos para ser querido y valorado pueden cambiar. Es decir, en un ambiente se puede valorar más la bondad, en otro más la efectividad o en otro más la capacidad de socializar.

Según lo que se valore más en el ambiente, la persona con este síndrome se esforzará más por mostrarse de esa forma que se valore. Esto puede causar grandes diferencias en el comportamiento de personas que tienen en común el síndrome de Wendy.

¿Por qué hacen esto? Posiblemente ellos mismos no sean conscientes e incluso las personas a su alrededor no se hayan dado cuenta porque aparentan ser muy fuertes, pero en el fondo lo que los lleva a actuar de esta forma es la búsqueda de la aprobación y el miedo a no ser amados. Son personas que temen que los que se hallan bajo su protección y cuidados se liberen. Necesitan que les necesiten.

Entorno de las personas con el Síndrome de Wendy

Cuando siempre estamos disponibles generamos una dinámica diferente en nuestras relaciones personales. Las personas a nuestro alrededor pueden comportarse de la siguiente forma:

Culpabilidad: las personas alrededor de estas personas pueden llegar a sentir culpabilidad por el exceso de ayuda que se les brinda, sin ver tampoco muchas soluciones al respecto debido a la dependencia que se le pueda haber generado. Esto provoca que la relación sea jerárquica, no transparente, no del todo sincera.

Sobreexigencia: al contrario de lo que se explicaba en el punto anterior la persona que se relaciona con el que siempre está disponible y siempre se muestra proactivo para ayudar puede hacerse un poco adicto, dar por hecho esa ayuda, dejar de agradecerlo e incluso exigirle cada vez más llegando a enfadarse si se le niega esa ayuda.

Explosiones emocionales: de tanto "tragar" la persona que está siempre disponible puede tener alguna explosión de ira por la mala gestión de sus emociones. Si ignoramos nuestras emociones y necesidades y no les damos el lugar que merecen en nuestra vida, acaban saliendo de las peores formas.

En definitiva, en cuanto a las relaciones con los demás cuando estamos siempre disponibles, generamos relaciones de dependencia y resistencias por parte de los demás cuando queremos cambiar la dinámica.

Causas y consecuencias psicológicas del Síndrome de Wendy

Algunas causas y consecuencias psicológicas de este comportamiento son las siguientes:

Apego inseguro: las personas que siempre están disponibles para los demás normalmente parten de la base de haber recibido amor condicional, es decir, el amor se les ha restringido cuando no se han comportado como se esperaba o se exigía.

Por otro lado, sienten que no son suficientes porque no se sienten valorados por lo que son en esencia si no por lo que se obtiene de ellos. Además, en su educación suelen tener en común que sus progenitores o cuidadores principales han sido muy autoritarios en el sentido de imponer sus ideas sin preocuparse por desarrollar su pensamiento crítico.

A veces incluso son personas que han vivido malos tratos y negligencia, lo que los lleva a normalizar ciertos tratos y sobreexigirse para mantener un ambiente armonioso.

Evitación de sus propias necesidades: el apego inseguro les lleva a ignorar sus propias necesidades (ya sean emocionales o fisiológicas), a quitarles importancia, a ser incapaces de identificar estas necesidades o a pensar que ellos no son capaces de satisfacer esas necesidades y que por eso necesitan a los demás para ello. Este último punto les lleva directamente a esa dependencia por el otro y que su táctica sea que se les necesite.

Baja autoestima: la baja autoestima es una causa y una consecuencia, se trata de un círculo vicioso. Vivir para complacer a los demás produce una pérdida de la propia identidad, dejamos apartadas completamente nuestras necesidades.

Nos exigimos mucho más que al resto. Las personas a nuestro alrededor son válidas con poco, pero para ser nosotros válidos parece que nunca es suficiente. Las necesidades de los demás son mucho más importantes que las nuestras lo que hace que nos descuidemos al máximo.

Problemas de salud: los problemas de salud se relacionan directamente con el punto anterior. El descuido total que nos proporcionamos nos lleva a deteriorarnos tanto por dentro como por fuera, de forma física y de forma psicológica.

Algunos problemas de salud destacables pueden ser: estrés, ansiedad, depresión, problemas gastrointestinales, problemas de peso, cardiopatías, problemas de sueño, problemas dérmicos o problemas relacionados con las hormonas y la tiroides.

Perfeccionismo: la elevada autoexigencia nos lleva al perfeccionismo, parece que nunca es suficiente. Este punto también se relaciona con la inteligencia, es cierto que las personas con grandes habilidades y capacidades tienden a ser más perfeccionistas y que esto relacionado con todo lo anterior potencie todavía más que se vean sumergidos en responsabilizarse de lo ajeno.

Se percibe que ellos pueden hacer más rápido y mejor cosas que a otras personas les costaría mucho más y por eso también aumentan las probabilidades de que acaben asumiendo responsabilidades ajenas con todo el coste emocional y físico que esto conlleva.

Qué hacer para evitar padecer el Síndrome de Wendy

Es importante cambiar esta dinámica relacional, por ello se recomienda:

1. Poner límites: empezar a decir que no cuando no queremos hacer algo o cuando a pesar de que no nos importe demasiado notamos que esa actividad representa el hacernos cargo de las responsabilidades ajenas. Recuerda que también puedes decir que no simplemente porque en vez de realizar esa actividad quieras descansar y no hacer nada, tu descanso es primordial.

2. Autoconocimiento: es fundamental que pases tiempo contigo mismo, que conectes con tu ser y de esta forma aprendas a identificar emociones y necesidades para que comiences a satisfacerlas y a darles el lugar que merecen en tu vida.

3. Tiempo de calidad: priorizarte implica que empieces a pasar tiempo de calidad contigo mismo, esto es que realices actividades agradables en tu día a día, por lo menos unos minutos.

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