LA IMPORTANCIA DE LA PSICOLOGÍA

Qué significa no querer ir al psicólogo

Cada vez más, las personas hablan abiertamente sobre ir al psicólogo, pero es cierto que muchas personas siguen sintiendo gran aversión a realizar terapia. Aunque hayamos avanzado bastante en este sentido, parece que sigue habiendo obstáculos.

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Ir al psicólogo es un gesto fundamental para fomentar nuestro autocuidado y bienestar emocional, pero aún hay personas que aún necesitando ir a terapia, se resisten y rechazan esta ayuda profesional.

¿Qué lleva a una persona a no querer ir al psicólogo?

Estas son algunas de las razones más frecuentes para no ir al psicólogo:

  • Vergüenza: muchas personas niegan su necesidad de ir al psicólogo porque les da mucha vergüenza admitir que necesitan esa ayuda y que el psicólogo les pueda decir que lo que tienen es algo grave. Piensan que pedir este tipo de ayuda es de "débiles" y prefieren ponerse la máscara de persona dura antes que aceptar los errores, desarrollar la autocrítica y buscar soluciones. A veces la vergüenza no es solo por el qué dirán los demás si no por hablar sobre algo con lo que no se sienten cómodos y por lo que pueda pensar el psicólogo de ellos. Es decir, vergüenza por lo que puedan pensar ellos de sí mismos, las personas cercanas y el propio psicólogo sobre ellos. Por ejemplo: tener un motivo de consulta relacionado con problemas de sexualidad o cuestiones íntimas.
  • Desconocimiento: también existe la opción de evitar ir al psicólogo por no saber a qué se dedica realmente el psicólogo y lo que puede hacer para ayudar a sus pacientes, así como por desconocimiento de que lo que les pasa tiene un nombre y un tratamiento psicológico. Por ejemplo: muchas personas no saben que lo que tienen es ansiedad y no solo eso, sino que la ansiedad es un problema psicológico y, por tanto, tiene una solución psicológica. Por otro lado, otro ejemplo sería pensar que para qué ir al psicólogo si para hablar ya se puede hablar con un amigo.
  • Falta de capacidad de introspección: muchas personas carecen de un mundo interior desarrollado y por tanto cuando experimentan sufrimiento o malestar emocional no saben de qué se trata o no saben cómo identificarlo. En esta línea, muchas personas identifican que el problema que tienen está ocasionado por factores externos y que lo que ellos hacen está bien o es lo máximo que pueden hacer. Por ejemplo: tener problemas de sueño y achacarlo directamente a la carga laboral sin ver nada más en lo que ellos pueden cambiar para mejorar su situación.
  • Narcisismo: cuando se piensa que las personas alrededor son "inferiores" o "culpables" parece que los que tienen que ir al psicólogo son todos ellos y no el que se siente así. Muchas personas tienen una aversión absoluta en reconocer sus propios errores y prefieren achacar sus males a los errores ajenos. Aunque inicialmente el carácter de estas personas pueda ser duro, se trata de una visión de la vida bastante pasiva y victimista porque no les permite buscar soluciones. En esta línea, muchas personas menosprecian el trabajo de los psicólogos y piensan que, si ellos solos no han podido solucionar lo que les pasa, que cómo va a venir un psicólogo a hacer lo que ellos no han sido capaces. Por ejemplo: pensar que quien tiene que ir al psicólogo es su hijo por portarse mal y no pensar que como padres tienen mucho que mejorar para fomentar que el comportamiento de su hijo sea mejor.
  • Prejuicios: por último, aunque la situación ha mejorado, muchas personas no quieren ir al psicólogo por el prejuicio que tienen asociado a esto. Antiguamente se creía que ir al psicólogo era de "locos" o de personas que no eran lo suficientemente fuertes. Hoy en día sabemos que ir al psicólogo es la forma más eficaz de hacernos responsables de nuestros problemas, ya que todas las personas tenemos problemas y es muy importante adquirir habilidades para gestionarlos. Por ejemplo: pensar que ir al psicólogo es lo mismo que estar loco.
  • Antecedentes: los psicólogos somos humanos y como en el resto de las profesiones existen psicólogos buenos, malos y psicólogos con los que unas personas conectan mejor que otras. Por esta razón, si alguien acudió al psicólogo y por el motivo que sea no fue una buena experiencia puede poner un muro enorme a la hora de acceder a volver a ir a otro diferente. Por ejemplo: haber ido a un psicólogo con el que se haya sentido incómodo y no volver a intentarlo o que una persona cercana le haya contado una mala experiencia yendo a un psicólogo.

En conclusión, el hecho de que alguien se niegue a ir al psicólogo es en sí mismo un motivo para pensar que necesita ir al psicólogo.

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