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¿Por qué han aumentado las disfunciones sexuales?

Disfunciones sexuales como el vaginismo, la eyaculación precoz, la anorgasmia o la disfunción eréctil han aumentado considerablemente en los últimos años, sobre todo en los jóvenes.

Pareja en la cama

Pareja en la camaiStock

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Las disfunciones sexuales son las dificultades relacionadas con el deseo, la excitación o el orgasmo durante cualquier etapa del acto sexual. Por ejemplo: vaginismo, eyaculación precoz, anorgasmia o disfunción eréctil. Estas disfunciones han aumentado en los últimos años, sobre todo en jóvenes. ¿Por qué? Existe un gran componente psicológico, veámoslo a continuación.

Factores de riesgo más frecuentes en la actualidad

Dificultades en la relación de pareja

Las dificultades sexuales normalmente nos hablan de las dificultades de la propia relación. Específicamente, la dificultad de pareja más común es la comunicación, ya sea porque es escasa o porque es inadecuada. Si una pareja no se sabe comunicar en su día a día, ¿cómo va a comunicarse de forma adecuada en el ámbito sexual?. Aparte de la comunicación, se destacan otros dos factores:

  • Existencia de conflictos recientes o abiertos: Cuando la pareja está viviendo un conflicto, existe tal malestar que es muy poco coherente que se pueda dar un encuentro sexual y mucho menos que este sea satisfactorio. Es distinto cuando el conflicto se supera y existe una reconciliación.
  • Inseguridad: Si no se trata de una pareja estable o con el mismo nivel de compromiso y confianza para ambas partes, existe la probabilidad de que nazcan miedos asociados a la pareja y que esto se traduzca en una ansiedad visibilizada en los encuentros sexuales.

Problemas de ansiedad o del estado del ánimo

Cuando no gozamos de bienestar psicológico es casi imposible proponernos el objetivo de relajarnos y disfrutar del encuentro sexual. Los problemas psicológicos como la ansiedad o las alteraciones del estado del ánimo modifican nuestro nivel de alerta y nuestro sistema nervioso. A continuación se destacan dos causas:

  • Vivencia de situaciones adversas: cuando vivimos situaciones estresantes (por ejemplo: el Covid-19, despidos, enfermedades o el fallecimiento de un ser querido) aumentamos las probabilidades de sufrir un trastorno psicológico que como consecuencia provoque dificultades en los encuentros sexuales. Este hecho se ve agravado si no disponemos de recursos psicológicos para afrontarlo.
  • Autoexigencia: en una cultura “coitocentrista”, es decir, una cultura que basa las relaciones sexuales en la penetración, es habitual que el hecho de centrarse en la culminación genere lo que llamamos ansiedad anticipatoria. Es decir, la ansiedad que provoca la búsqueda de un resultado concreto sin disfrutar del proceso y con miedo a no cumplir con las expectativas. Pero, ¿cuáles son las expectativas exactamente?, ¿son necesarias o las podríamos adaptar a los deseos y necesidades reales de las personas que participan? La consecuencia principal recae en el daño a la autoestima.

Consumo de pornografía

A día de hoy, el consumo de pornografía es accesible para todos desde casi cualquier dispositivo electrónico. Incluso si no quieres consumir, tendrás numerosos anuncios en internet insistiéndote o amigos compartiendo mensajes con este contenido. Se trata de una práctica que se ha normalizado, sobre todo durante el confinamiento. Veamos algunas de las causas que provocan que el consumo de pornografía se relacione con disfunciones sexuales:

  • Expectativas: la pornografía normalmente nos muestra ciencia ficción en cuanto a posturas, en cuanto a cuerpos y en cuanto a satisfacción. La realidad normalmente nos muestra que las posturas complicadas son incómodas, los cuerpos no son “perfectos” (y no necesitan serlo) y no siempre las prácticas sexuales que se muestran serán satisfactorias. La pornografía no es educación sexual y mucho menos con el contenido que se presenta en la actualidad.
  • Nivel de estimulación: las personas acostumbradas a ver pornografía se encuentran con una gran confusión no solo con respecto a las expectativas, sino también con respecto al nivel de estimulación. La pornografía acostumbra a las personas a excitarse con un nivel muy elevado de estimulación y al encontrarse en una situación real, el nivel de estimulación no les resulta suficiente para la excitación.
  • Prácticas inadecuadas en el ámbito sexual: la pornografía puede llegar a mostrarnos contenido muy violento que puede presentar un gran problema de salud si posteriormente se quiere llevar a la práctica. Además, este tipo de contenido puede distorsionar nuestras fantasías y deseos sexuales.
  • Adicción: debido a la fuerte estimulación que contiene la pornografía y su fácil acceso, muchas personas pueden asociar la masturbación con pornografía a una relajación instantánea y que se convierta en un recurso ante la ansiedad o el estrés. Las consecuencias más comunes de esta problemática serían el aislamiento y las dificultades relacionales, sobre todo en la relación de pareja.

Consumo de sustancias

Consumir determinada cantidad de alcohol aunque sea “solo” los fines de semana, así como el tabaco, el cannabis y otras drogas se considera un factor de riesgo para sufrir disfunciones sexuales. Este tipo de consumo se incrementó en el confinamiento y para muchas personas está siendo difícil salir de él. Por supuesto, que esta costumbre junto con hábitos de alimentación poco saludables, así como la falta de deporte provoca que aumente todavía más la probabilidad de sufrir disfunciones sexuales.

Teniendo en cuenta este artículo, ¿te planteas realizar algún cambio en tus hábitos?

Para finalizar, es recomendable que si se detectan dificultades en el ámbito sexual, se consulte con un profesional, ya que existe tratamiento tanto farmacológico como psicológico.

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