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Los juguetes son un plus

¿Y si me gusta más masturbarme que el sexo con otra persona?

Aunque lleguemos más rápido al orgasmo con nuestro vibrador favorito, esto no supone que el sexo con nuestra pareja sea peor ni menos divertido.

Sexo

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En uno de los capítulos de la mítica serie de Sexo en Nueva York, las chicas tenían que hacer una intervención con el personaje de Charlotte, que dejaba de lado su vida social para quedarse en casa durante horas teniendo sexo a solas con su nuevo conejito vibrador.

Esta idea que parece algo cómica, en realidad preocupa a algunas mujeres, que piensan que tener tan a mano la capacidad de llegar al orgasmo puede llegar a ser algo adictivo. Pero éste no es sino otro falso mito.

Como reflexiona la sexóloga Lara Herrero, “Me resulta muy extraño hablar de ‘enganche’ o adicción a un vibrador. Esto es uno de los mitos más extendidos en torno a su uso. En caso de producirse una adicción, en realidad, lo que estaría sucediendo sería una conducta adictiva de masturbación”.

Sin embargo, el fondo de esta cuestión es que por mucho que intentemos desterrar la palabra consolador del diccionario, seguimos pensando que los juguetes son sustitutos del pene. Ese es el gran mito en realidad. En primer lugar porque las sensaciones que provoca un dildo, sobre todo si es vibrador, son diferentes a las que provoca un pene, de forma que se trata de una herramienta para experimentar nuevas experiencias, que suma y no resta. De hecho, muchos juguetes sexuales, como por ejemplo, los succionadores de clítoris, no están pensados para ser introducidos, sino para demostrar que el orgasmo puede alcanzarse por diferentes caminos. Además, como siempre se dice, un dildo no te abraza por las noches, y es que los juguetes están pensados para añadir sensaciones a la experiencia sexual, no para sustituir a las personas, ni a partes de ellas.

Como insiste Herrero, “El uso de juguetes nos puede ayudar a conocer mejor cómo responde nuestro cuerpo ante determinados estímulos, para después ponerlo en práctica con nuestra pareja. Además, los juguetes eróticos no sólo pueden utilizarse en solitario, sino que también puede incluirse en las relaciones con pareja para añadir un toque diferente al encuentro y complementarlo”.

¿Y si me gusta más la masturbación que el sexo con mi pareja?

Otra de las cuestiones que frena a muchas mujeres a comprar un vibrador es pensar que si se lo pasan mejor con su juguete que con su pareja, la masturbación puede acabar siendo un problema. Otro error habitual.

Hay personas que siguen pensando que masturbarse teniendo pareja es algo así como ser infiel. Como si nuestra sexualidad perteneciese por completo a la otra persona, en vez de entender que nuestro sexo es nuestro, y solo compartimos una parte del mismo.

“El autoerotismo o la masturbación en solitario es una práctica sexual más, a través de la cual se puede disfrutar de la misma manera que se hace manteniendo relaciones sexuales con alguien”, responde Herrero.

En cuanto al hecho de que podamos “disfrutar” más del autoerotismo que del sexo compartido, la experta expone que hay diferentes cuestiones a tener en cuenta: “A solas nos conocemos, sabemos dónde tocar y dónde no; cómo hacerlo, variar el ritmo según nuestra apetencia. En pareja ese control suele perderse y, quizás por eso, muchas veces se disfrute más en solitario”.

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Placer | iStock

Otra idea que señala la experta es que “muchas sienten pudor y/o vergüenza por sus cuerpos y no les gusta que su pareja les vea desnudas. Mediante la masturbación, este problema no existiría”. Pese a ello, el sexo compartido tiene otras ventajas, sobre todo a nivel sensitivo y emocional. Es decir, que cada experiencia es simplemente diferente y no se trata de compararlas de forma excluyente, sino de combinarlas para ampliar nuestras formas de placer.

La parte positiva, además, es que si se llega al orgasmo de forma más efectiva con la masturbación, ese conocimiento lo podemos aplicar para disfrutar más con la pareja. “Una posible solución es trabajar la comunicación con la pareja. Y es que tendemos a pensar que nuestra pareja (por el mero hecho de serlo) ha de saber qué es lo que nos gusta, dónde y de qué forma.

Dando esto por sentado, posiblemente no se dé en el clavo, por lo que sería interesante hacerle saber exactamente lo que nos gusta. A primera vista puede resultar un ejercicio poco erótico, pero si, por ejemplo, lo incluimos dentro de un juego de caricias para ir guiando a la pareja, puede ser excitante y, además, la otra persona podría ir tomando nota”, concluye la sexóloga.

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