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El amor no es posesión

No: los celos no son amor

Muchas personas tienen la idea errónea de que sus parejas les pertenecen, algo que les hace ser posesivo/as, dependientes y controladores. Conductas que camuflan detrás de la idea de amor romántico… pero los celos no son amor, son un reflejo del miedo.

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El desprecio en la cara del hombre al que amas, aquella vez que te llamo vaca gorda y te dijo que por qué llevabas eso puesto. ¿A qué hora vas a venir? ¿Con quién has estado? ¿Por qué no me has llamado? Yo te quiero, no te vayas. Eres mía. ¡Dime que eres mía! Aquella vez que te pellizcaron en el culo en la discoteca y apareció la acusación en los ojos de tu pareja. ¿Quién era? ¡Sé que le conoces! ¿Me engañas con él? ¿Es eso? ¿Te lo follas?

Reacción habitual: ¡No! Yo te quiero, sabes que yo te quiero solo a ti, por supuesto que soy tuya. Le dices mientras le acaricias la cara e intentas tranquilizar sus puños, porque vuestra relación es así. ¿Eso es amor?

Cuando la mujer con la que compartes tu vida te coge el móvil para ver con quién hablas a estas horas. ¿Quién es esa? ¡La única mujer en tu vida debería ser yo! Ni siquiera tu madre. Porque sales a la calle y no puedes mirar a otras, porque les deseas solo con mirarlas. ¡Eres un cerdo! Vamos… no me niegues que te gustan todas. ¿No es así?

Reacción habitual: Cariño tú eres a la única, te quiero. Le dices para intentar aplacar el numerito que te está montando delante de tus amigas y amigos, porque te mueres de vergüenza, pero vuestra relación es así. ¿Eso es amor?

Incluso en las historias de ahora, aquellas en las que no hay príncipes, princesas, ni dragones nos encontramos con situaciones así, y sino, recuerdas el discurso de Christian Grey: Anastasia, di que eres mía. O la típica película para adolescentes donde la más popular tiene dominado a SU chico, porque es suyo y de nadie más, no le puede gustar, ni atraer a otra.

Perpetuamos una conducta a la que llamamos amor, estamos dejando a las personas pensar que eso es sentirse querido/as, pero los celos NO son amor. Son una evidente falta de autoestima, de miedo a la pérdida, falta de seguridad y confianza, los celos son posesión y nadie pertenece a nadie.

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Celos | iStock

Nos han tatuado en las tripas que si me quieres, que si nos quieren, que si estamos juntos, estamos solo para la otra persona y no vemos más allá. Y permitimos que nos elija la ropa, porque le gusta vestirnos. Y permitimos que nos robe tiempo con nuestras amigas y amigos, porque queremos pasar más tiempo con esa persona, pero con el tiempo lo que en un principio fue un permiso que tú concediste y te concediste a ti mismo/a se convierte en obligaciones para con tu pareja. Y aquello que creíste que era un cuento de princesas, príncipes y dragones se convierte en tu propia jaula.

Y de repente te despiertas de aquel sueño y te descubres chillando junto a un grupo de mujeres en la calle: ¡No soy tuya, soy mía!, o llorando al ver como has dejado que ella destruya tu vida, porque aquello que creíste que era amor, aquello que en realidad eran celos, aquello que eran sus propias inseguridades, sus propios miedos, te ha golpeado en la cara. A veces, literalmente. Y ahora, esos miedos, son tuyos.

Es triste que a estas alturas, cuando el feminismo tiene más vida, más fuerza y más integrantes que nunca, tengamos que seguir dando explicaciones. Es triste que todavía hoy haya mujeres que se disuelvan en otras personas y se pierdan a ellas mismas, las destruyan, las golpeen, las maten, porque ‘son suyas’, porque eso ‘es amor’. Es triste que sigamos creyendo esto. Al igual de triste es ver como hay chicos que se creen que la dominación sobre su personalidad y su conducta por parte de sus novias es cómo ha de ser una relación, que los chillidos y las voces forman parte de la comunicación, de las decisiones.

Ya es hora de que la frase “lo haría todo por ti” encuentre límites. Ya es hora de que enseñemos que una relación se basa en la confianza y no en los celos. Ya es hora de que aprendamos que tener una relación sana es quererte a ti misma/o en primera instancia, que no estás a la cola de nadie, que tú tomas tus decisiones, que tú eliges tu ropa, tus horarios, las personas a las que ves y abrazas, que no estás sola/o, que el amor no es una jaula. Que tú tienes la llave de tu vida y no alguien que se mete en tu cuerpo y en tu corazón.

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