La noche te confunde
Llevas cenando mal toda la vida... y eso trae consecuencias
El problema es que lo haces demasiado tarde. Bueno, y también que no tomas lo que deberías
Publicidad
Sí, el desayuno puede ser la comida más importante del día, pero es posible que la cena sea la que más influye en nuestra salud. La cena puede echar al traste un día impecable en lo alimenticio o puede suponer el broche de oro a una jornada en la que hayamos hecho los deberes y nos hayamos comportado bien... Lo cierto es que, salvo honrosas excepciones, llevamos cenando mal toda la vida. Así de crudo.
En primer lugar, elegimos mal lo que nos llevamos a la boca. Lo que ocurre es que, para muchos, es el momento de volver a casa tras 12 horas fuera y muchos lo consideramos nuestro momento. Ahí empiezan nuestros problemas, porque sacamos toda la artillería, nos ponemos la tele y a vivir. Lo de comer embutidos, quesos ricos en grasas o dulces no es buena idea, ya que por la noche apenas quemamos energía.
Pero hay más problemas. Y otro de los gordos tiene que ver con la hora que, especialmente en España, suele ser bastante tardía. Como si nada, nos ponemos a cenar mucho más allá de las 22 horas sin reparar en que, quizá en una hora o menos después de haber tomado el último bocado, estaremos en los brazos de Morfeo. Los investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona han concluido, recientemente, que puede incrementar incluso en un 25% el riesgo de padecer cáncer. Casi nada y un motivo más para adelantar la hora de la cena.
Lo que pasa es que se alteran las hormonas que afectan el reloj interno del cuerpo, lo que aumenta el riesgo tanto de cáncer de mama como de próstata, ya que ambos están relacionados con señales hormonales. El estudio fue desarrollado con 872 hombres (621 con cáncer de próstata) y 1.321 mujeres (1.205 con cáncer de mama) que nunca habían trabajado en un turno de noche.
La verdad es que modificar lo que cenamos (y sobre todo, lo que cenamos) es algo que no tiene pinta de ser fácil. En España llevamos demasiados años viendo las noticias a las 21 horas y sentándonos a la mesa bastante después -pasadas las 22- para tomar la última comida del día. La idea es tener siempre en mente la hora a la que vamos a irnos a la cama para tomar la cena en consonancia. Si somos de esas personas con hábitos tardíos, quizá cenar tarde no sea tan malo, si damos después un paseo, por ejemplo. Para los que están acostumbrados a dormir a hora temprana, sin embargo, es mejor acercarse lo máximo posible al concepto merienda-cena. Su cuerpo se lo agradecerá con más salud.
Publicidad