¿Hinchado?, ¿con reflujo?, ¿Acidez? Basta ya
Las 10 claves para una digestión perfecta
¿Eres de los que de 4 a 6 de la tarde las sueles pasar canutas? Pues mira, a lo mejor lo que tienes que hacer es mejorar tu digestión. ¿Cómo?, te preguntarás. Aquí van unas pocas claves.
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Hay dos tipos de personas: los que acaban de comerse un cocido y son capaces de ponerse a mover los muebles del salón y los que no pueden moverse más allá del sofá. Sí, la digestión divide en dos a los seres humanos. Son las dos Españas. El blanco y negro. Nosotros, que nos dedicamos a esto, ya estamos curados de espanto, pero para los que no tienen buenas digestiones, aquí van unos consejitos de corazón.
No hagas 'running' al acabar de comer. Hay gente que no le da un respiro al cuerpo ni después de haber tomado un menú degustación. Y eso tampoco debe ser así. Nuestro cuerpo, tras un almuerzo, necesita hacer la digestión con un ejercicio moderado. Tampoco es recomendable hacer la siesta con orinal y pijama, pero un paseo tranquilo es una buena opción.
Evita el alcohol. Si queremos una digestión ágil, lo peor que podemos hacernos es ponernos finos. El alcohol ralentiza la digestión de manera notable y si, además, nos tomamos uno de los llamados licores digestivos podemos liarla parda. De digestivos tienen bien poco.
Come y mastica lentamente. Nuestro cuerpo tiene un determinado ritmo para digerir los alimentos. Si comemos como si nos estuvieran apuntando con un revólver a la cabeza, no nos estaremos haciendo ningún favor. Por eso, es mejor que intentemos masticar adecuadamente los alimentos y comer despacito. Esto no es una carrera contrarreloj.
Añade comino o hinojo. Uno de los problemas más frecuentes en digestiones pesadas es la hinchazón. Por eso, el comino o el hinojo introducidos en algún momento del almuerzo pueden ayudarnos a aliviar esa sensación de estar inflados como un globo. La ensalada puede ser el plato ideal para esconderlos.
Veto a las bebidas gaseosas. Volvemos con la hinchazón... A veces pedimos un refresco o una gaseosa sin tener en cuenta que, aunque sean bajos en calorías, nos van a llenar el cuerpo de gases. Pasaremos una sobremesa de esas que a nadie le gustan.
Ojito con los fritos. Las grasas saturadas de los fritos son unas grandes ralentizadoras del proceso digestivo. Por eso, conviene que evitemos los fritos para no pasar una digestión terrible. O, como mucho, quizá deberíamos intentar que las frituras siempre se hicieran con aceite de oliva de virgen extra limpio. Así conseguiremos capear el tempora.
Un vaso de agua caliente y limón. Es verdad que quizá no suene muy apetecible lo de tomar este bebedizo antes de comer, pero lo cierto es que ayuda a equilibrar uno de los principales peligros con los que nos podemos encontrar después de comer: la acidez. Si nuestro estómago es tirando a blandito, esto es mano de santo.
Nada de café, opta por una infusión. La cafeína es uno de los peores enemigos de una buena digestión. Si somos de esos que no pueden rematar un almuerzo sin beber algo, lo mejor es elegir una infusión sin cafeína que nos permita afrontar tranquilos las dos horas siguientes. Que pueden ser duras, sobre todo si estamos enfrente del ordenador.
El bicarbonato, un viejo aliado. Nuestros padres y abuelos siempre recurrían a él ante una digestón difícil. Se lo echaban en un vasito de agua y, hala, a vivir. La clave es que rompe las partículas de los alimentos que son complicadas de digerir. Conviene tener siempre un botecito a mano por si acaso la cosa se pone cruda.
Y por último: pa-pa-ya. ¿Qué tiene esta fruta tropical que nos ayuda a que nuestras digestiones sean más benignas? Sus enzimas ayudan a digerir de forma más efectiva los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas.
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