PASOS IMPRESCINDIBLES
Sol, calor y buena cara: la rutina facial definitiva para sobrevivir al verano
El verano trae luz y energía, pero también desafíos para la piel. Con una rutina facial ligera, efectiva y pensada para esta temporada, es posible mantenerla fresca, cuidada y equilibrada, sin renunciar al ritmo y disfrute que el calor invita.

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El verano es una contradicción con patas: nos sentimos radiantes, pero nuestra piel no siempre está de acuerdo. Entre el aire acondicionado, las olas de calor, la sal, el cloro y ese sudor que no perdona ni en la sombra, la piel empieza a enviar señales de socorro.
¿La solución? Diseñar una rutina facial que no aburra, que realmente funcione, y que no nos robe ese tiempo de terraceo sagrado que tanto nos gusta en esta época del año. Porque sí, se puede cuidar la piel sin tener que encerrarse en el baño durante media hora.
Limpiar hasta el fin del mundo
No se trata de obsesionarse ni de usar exfoliantes a diario ni de hacer experimentos raros con bicarbonato. Es simplemente cuestión de limpiar bien, con constancia y con productos adecuados, tanto por la mañana como por la noche.

La limpieza elimina residuos de protector solar, restos de maquillaje, sudor, polución, y todas esas impurezas que se acumulan en la superficie de la piel. Y no, no basta con una pasada rápida con agua. Escoge un limpiador con una textura que se adapte a tu tipo de piel: espumas suaves si la tienes mixta o grasa, leches o bálsamos si es más seca o sensible.
Calma después de la tormenta (solar)
Después de un día al sol o una exposición prolongada al calor, incluso si usaste protección, es muy probable que notes la piel más tirante o sensible. Esa sensación de que la cara arde un poco o está más enrojecida de lo habitual no es normal: es una señal clara de que tu piel necesita una pausa.

Aplicar un producto calmante, como un sérum con ingredientes como el pantenol, la niacinamida o el aloe vera, puede hacer maravillas. Ayuda a reducir las rojeces, minimiza la irritación y devuelve el equilibrio a la piel. Un paso sencillo que muchas veces se pasa por alto y que, sin embargo, puede marcar una gran diferencia.
Hidratación sin drama
Beber suficiente agua es importante, sí, pero no sustituye una hidratación externa adecuada. En verano, cuando la piel pierde más agua por el calor y la exposición solar, es clave reforzar esa hidratación con productos que se adapten a la temporada.
Nada de texturas pesadas que saturan: lo ideal son fórmulas ligeras, tipo gel o sérum, que se absorban rápido y dejan una sensación fresca, sin rastro graso.
¡Que no quede ni rastro de manchas!
El sol es uno de los principales responsables de la aparición de manchas en la piel. Lo que hoy parece un bronceado bonito, puede transformarse en una pigmentación desigual difícil de eliminar.
Por eso, además de protegerte, es una buena idea introducir productos con activos despigmentantes o unificadores del tono.
Y sí, el protector solar es todos los días
Incluso si está nublado, si casi no vas a salir de casa, o si te da pereza. El protector solar no es negociable. Es el paso de tu rutina que puede marcar la diferencia entre una piel saludable y una que envejece antes de tiempo.

Reaplica si vas a estar al aire libre, escoge fórmulas cómodas que no dejen rastro blanco y no te olvides nunca de aplicarlo. Debes convertirlo en un hábito tan natural como lavarte los dientes o tomarte el café de buena mañana.
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