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Di bye bye al Peter Pan

¿Qué buscan hoy las mujeres en un hombre?

Seguramente esta sea una pregunta que no han dejado de hacerse diferentes marcas, en plena competición por la atención de la generación millenials. Los tiempos han cambiado y las mujeres han sido agentes clave para consolidar un nuevo panorama social. En el terreno del amor y la pareja el ritmo es hoy más rápido e impreciso.

Pareja acaramelada

Pareja acarameladaiStock

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No solo observamos una transformación en la manera de establecer una relación, también ha variado la vivencia de la pareja e incluso se han resquebrajado los roles de género. Es cierto que el pack hipoteca, pareja, perro simpático e hijos continúa siendo un modelo recurrente, pero a su alrededor han surgido otras formas de desear, amar e incluso odiarse.

El perfil de hombre atractivo ha cambiado

Los hombres que tienen más bíceps que cerebro los preferimos en las revistas de culturismo antes que en nuestra cama. Nos gustan los hombres que se cuidan, pero que no veneren una musculatura exagerada. No queremos lidiar con tipos obsesionados con la pechuga a la plancha y el arroz hervido, adictos al gimnasio e inseparables de su batido de proteínas. El hombre que nos pone se cuida sin grandes sacrificios, cocina quinoa y le bastan tres días a la semana de running para ponerse en forma. En su armario se observa el gusto por la moda, pero sin estridencias: ni camisetas de tirantes ni camisetas con más escote que el nuestro.

Adiós a los chicos malos

El hit de Lo malo de Aitana Ocaña y Ana Guerra define a la perfección este cambio de tendencia. Persiste el gusto por un tipo varonil, pero emocionalmente demandamos un perfil de hombre que sea menos macho alfa y más sensible. Dicho de otro modo: un tío narcisista, entregado a la adrenalina y que pretende volvernos locas con sus apariciones y desapariciones nos aburre soberanamente.

Quizá incluso nos recuerda a algún chulito adolescente, inflado de ego y con olor hormonal, al que caímos rendidas durante aquella época convulsa de temprana juventud. Por suerte, hemos madurado y aprendido la lección. Hoy tenemos otras demandas: ni queremos ser las sumisas de los chicos malos ni las devotas del príncipe azul. El tío sexy deja de ser tan sexy cuando hace daño, controla nuestro tiempo, asedia nuestra autoestima y acaba por tratarnos como un trapo. Da igual que se vista de poeta atormentado o de empresario triunfador, nosotras lo tenemos claro: pa fuera lo malo, no no no, yo no quiero nada malo, no no no.

Apps de dating
Apps de dating | iStock

¿Quién necesita ser infiel pudiendo tener una relación abierta?

El salto generacional ha permitido que las mujeres sean más conscientes de su sexualidad, atreviéndose a tomar la iniciativa y a disfrutar del sexo sin compromiso. Esto ha propiciado que en el terreno de la pareja sean cada vez más mujeres las que ponen las cartas sobre la mesa y propicien nuevas dinámicas en las relaciones. Así, el compromiso con un hombre ya no es sinónimo de fidelidad sexual. Ante la amenazante (y nunca ausente) sombra de la infidelidad, deciden abrir su relación a otras personas y dar rienda suelta a fantasías sexuales con terceros. Quizá esta no es una característica propia de toda millenials, pero sí es una tendencia que cada vez es más aceptada entre mujeres jóvenes.

Completitos: los queremos con estudios y con trabajo

Sí, suena muy superficial. Pero corresponde más bien a otros dos deseos. Por un lado, nos gustan los hombres cultos, con conversación e inquietudes culturales. Nosotras, a menudo, encajamos en un perfil profesional sobrecualificado y poco reconocido. Quizá, por ello, deseamos salir con hombres de nuestro mismo nivel cultural, capaces a su vez de reconocer nuestro esfuerzo, talento y profesionalidad. Por otro lado, valoramos la independencia económica. Somos una generación que trata de lograr el equilibrio entre trabajo y ocio; y si queremos disfrutar de nuestro tiempo libre sin miedo a no llegar a fin de mes necesitamos cash, mucho cash.

Guerra abierta al tío camaleón que crece en las Dating Apps

Es difícil resistirse a las apps para ligar. Internet ya no es un espacio reservado para gente freaky y desesperada. Hay quien prueba por curiosidad y quien prueba y se queda. Con ellas, nuestra red de contactos se ha ampliado y han surgido nuevas oportunidades de conocer gente y meter ficha. Badoo, Tinder, Adopta un tío, Meetic… son ya viejos conocidos. Allí y donde acumulamos cantidad y variedad de pretendientes y amantes, muchas mujeres se preguntan dónde está la calidad en esas interacciones.

Ligar en un bar, intercambiarse el teléfono, ir al cine, tomar una cerveza y acumular tres citas para tener sexo con alguien es un ritual que ha perdido adeptos. Ahora el itinerario es otro: primero sexo y si me gustas, ya vemos cuando volvemos a quedar y cenamos. Este nuevo cortejo es más directo, explícito y selectivo, pero no evita que lidiemos con algún indeseable. Aborrecemos los tíos que juegan a ser encantadores antes de la primera cita y que después de follar, ponen excusas y desaparecen. Valoramos la sinceridad y queremos mantener a raya semejantes dramitas. Si os montamos un pollo ante semejante actitud no es porque estemos locas, es que estamos hartas de tipos inmaduros y con complejo de Peter Pan. Lo que nos gusta de un tío es que tenga las cosas claras: si quiere sexo, que lo diga, si quiere algo más, que lo suelte y no alimente el misterio. No olvidemos que esta generación de mujeres millenials es exigente, decidida y con poco espacio para los tabúes.

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