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OBJETOS PELIGROSOS

¿Qué debes hacer si tu niño se traga una pila de botón?

Ahora que todos estamos más en casa con la pandemia de COVID-19, es más frecuente que los niños estén jugando con sus juguetes que con pelotas y bicicletas al aire libre.

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Los juguetes infantiles a veces son electrónicos y tienen pilas. Ojo con los más pequeños de la casa, porque las pilas de botón no es que sean peligrosas, es que son peligrosísimas.

¿Por qué las pilas de botón son diferentes de las pilas “normales”?

Seguro que has visto millones de pilas de botón. Son pequeñas y redonditas. Muchos de los dispositivos electrónicos (no sólo juguetes) que hay en casa las llevan. Si tú fueses pequeña, ¿no te llamarían la atención estos objetos si los tuvieses a tu alcance? Ese tamaño pequeño, de unos 6 a 25 mm, lo hacen con el tamaño ideal, como el de una pastilla, para que al tragarlo pase prácticamente sin dificultad.

¿Sabías algunas curiosidades de las pilas de botón?

Que tu hijo no se asfixie al tragarse una pila de botón no te exime de preocupaciones. Por desgracia, al pasar al tubo digestivo no acaban nuestros problemas. Son pilas que, al entrar en contacto con cualquier tejido, pueden provocar una quemadura muy grave. De hecho, la parte negativa de la pila (la más estrecha) es incluso más dañina que el polo positivo.

Otro dato importante a saber es que este tipo de pilas dejan de funcionar antes de quedarse sin carga. Así que tú puedes dejarla por ahí pero aún tiene carga para provocar un daño. A mayor voltaje, más rápido produce el daño.

Pila de botón
Pila de botón | iStock

¿Crees que es infrecuente que un niño piense la maldad de tragarse una pila de botón?

Pues no lo pienses. Estudios americanos estiman que cada 3 horas un niño consulta en un servicio de urgencias por la ingesta de una pila de botón. Muchísimo más frecuente de lo que podríamos pensar a priori. Además, las pilas de litio de 20 mm (las más usadas en los mandos a distancia de la televisión) son más dañinas aún.

Los “candidatos ideales” a que se les ocurra semejante maldad son los niños de 1-2 años, ya que son exploradores natos sin sensación ninguna de peligro ante nada. Aunque, en general, los menores de 6 años siempre son grupo de riesgo para la ingesta de un cuerpo extraño.

¿Cómo sospechar que tu hijo se ha tragado una pila de botón?

En la mayoría de ocasiones no hay ningún síntoma. Sospecha si ves que tu hijo se está atragantando y falta alguna pila de botón del mando de la tele, obviamente. Pero si no hay atragantamiento, no vamos a notar nada de inicio. ¿Problema? La quemadura que ocasionará en la mucosa del estómago, incluso en tiempo tan escaso como las dos primeras horas. Los daños pueden llegar a provocar una perforación o un estrechamiento en el esófago también, parálisis de las cuerdas vocales, comunicación entre la tráquea y el esófago tras la quemadura o muerte por un sangrado importante si hay comunicación tras la quemadura entre el esófago y la aorta. No es ninguna tontería.

Las pilas de botón no sólo pueden entrar por la boca. A veces los niños tienen la “maravillosa” idea de introducirlas por otros orificios, tipo nariz u oídos. Si es así, lo que vamos a notar es dolor en nariz u oído o salida de un líquido maloliente por el orificio si la pila lleva varios días dentro.

Lo importante: ¿qué debes hacer si tu hijo se ha tragado una pila de botón?

No hay que salir corriendo para tener un accidente por la carretera, pero sí debes acudir a urgencias. No es algo demorable que pueda esperar al pediatra al día siguiente. En urgencias ya decidirán si necesita hacer alguna prueba o no. Las pilas de botón se suelen ver en las radiografías, pero no como una moneda, sino que veremos el doble anillo que tienen.

Si se confirma la sospecha, lo verá el cirujano y, muy probablemente, le harán una endoscopia para sacarle la pila de botón, por el alto riesgo de complicaciones.

¿Qué hacer tú como madre?

Prevenir, prevenir y prevenir. Los aparatos con pilas fuera del alcance de los peques de la casa y que el compartimento donde estén alojado a ser posible esté asegurado con un tornillo. Ya lo dicen: mejor prevenir que curar.

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