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Ojo con los talibanes de dar del pecho

Las 5 cosas sobre la lactancia materna que nadie te dice

Es políticamente incorrecto afirmar que la lactancia materna puede ser un tostón de dimensiones insospechadas. Tan políticamente incorrecto como decir que no quieres dar el pecho a tu hijo. Bueno, no, esto casi es blasfemia. Que la lactancia materna es lo más beneficioso para el niño lo sabemos todas. Que además, te ayudará a recuperar tu figura después del embarazo, también. Y que es un momento de vínculo especial entre la madre y ese bebé que ya no llevas físicamente dentro, por supuesto.

Madre dando pecho

Madre dando pechoiStock

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Pero lo que quizás no te cuenten es que la lactancia materna puede ser una auténtica pesadilla, y suele ser muy común que si tienes problemas para dar el pecho, cuando los manifiestes, sea a la matrona, al ginecólogo o a quien se tercie, te esgriman toda una serie de argumentos y de trucos para seguir adelante con ella a pesar de que a ti te desespere.

Porque admitámoslo, hay mucho talibán de la lactancia materna que no considera que tal vez para ti, eso que debiera ser tan placentero y maravilloso está siendo un auténtico calvario, en cuyo caso lo más conveniente es pasarse al biberón. Y nada de sentirse culpable, que los niños se crían también muy bien tomando biberón. Esto es lo que no te cuentan sobre la lactancia materna:

- Hay mujeres que tienen problemas para producir leche: sí, es más común de lo que se piensa. Mientras hay algunas que parecen auténticas vacas lecheras y pueden congelar reservas de leche, a ti te salen mini chorros de las tetas. Y ves que el niño se queda con hambre. Y encima, te sientes mal porque el niño se queda con hambre y tú no estás produciendo lo suficiente. Lo más común que te encontrarás en esta situación es que te digan que insistas, que persistas en darle el pecho. Y tú lo haces, pero sucede que pueden pasar meses (los más talibanes te dirán que no complementes con biberón porque el niño se acostumbrará a la tetina y no querrá el pecho, del que le cuesta más sacar) y que sigas produciendo lo mismo. Sin haberlos pedido, te llegarán mil consejos sobre cómo incrementar la producción de leche: que si bebas tres litros al día entre agua, zumo y leche. O que si la cerveza ayuda a producir más leche… Te dirán de todo, prepárate. Y es probable que tú te lo bebas todo, empeñada en dar el pecho, y que sigas produciendo poca leche.

- No todos los niños cogen bien el pecho: es más, es muy habitual que no lo cojan bien y si son muy pequeños, se te duerman en la teta. Y a los cinco minutos después estén reclamando porque no tomaron suficiente: los vuelvas a poner al pecho y se te vuelen a dormir.. Y así estarás todo el día con la teta fuera, te lo garantizamos. ¿Suena entretenido? No lo es.

Biberón
Biberón | iStock

- Si te incorporas al trabajo o no puedes estar todo el día con la teta fuera, está la opción del sacaleches. ¿Opción? Bueno, si produces en suficiente cantidad, claro está que lo es, pero como no produzcas, esto es como un objeto de tortura de la Inquisición. Es totalmente apropiado si quieres sentirte como una vaca. Y no digamos ya si le das al émbolo durante un rato y del pezón solo caen gotitas: le sentará a tu maltrecha psique de mujer recién parida como una patada en los mismos…

- Las grietas de los pezones: ay amiga, este es otro de los problemas que puede minar la psicología más sólida. Y no solo porque te afecte a la psique, sino porque es doloroso. También, miles de remedios (que si aceite, que si un resto de tu propia leche), pero vamos, que duele y la sola idea de volver a poner al niño al pecho te genera sudores fríos.

- Las tetas, después de la lactancia se te quedarán como huevos fritos. Y la frase es de una amiga que sabe de lo que habla. ¿Que se pueden recuperar después? Bueno, quizás, dedicándote a cuidarlas y a hacer ejercicio físico, algo que, no nos engañemos, con un niño pequeño de por medio, será bastante improbable.

En definitiva, que estás en tu derecho de querer dar el pecho a tu hijo. Y si todo va bien, la lactancia materna es una experiencia muy bonita. Pero ojo, que también estás en tu derecho de no querer darlo. Y nadie tiene por qué juzgarte ni ponerte una etiqueta de mala madre por ello. No lo olvides.

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