Un año después de la entrada en vigor del estado de alarma, los sanitarios recuerdan cómo fueron esos primeros momentos de lucha contra el coronavirus. Los hospitales se llenaban de pacientes y los sanitarios nunca se habían enfrentado a nada parecido. Elena Álvarez, enfermera de urgencia del hospital Severo Ochoa, cuenta emocionada la lucha contra el virus desde los hospitales.
Urgencias saturadas
En pocos días las urgencias se colapsaron: "Las urgencias del hospital Severo Ochoa de Madrid tienen una capacidad de entre 80 y 90 personas y llegamos a tener 349 personas en las urgencias. A lo mejor, en un par de horas, empezaban a ahogarse, no podían respirar, la fiebre era ya desorbitada... No sabíamos como tratar aquello".
La falta de material
Uno de los principales problemas era la falta de material, no había EPIS, ni mascarillas, tampoco respiradores suficientes para todos los pacientes que llegaban: "Uno de los médicos que había me dijo: "Elena, si se vuelve a parar, no hagas nada porque no hay respiradores". Intentábamos estar con los pacientes, darles la mano, pero había veces que cuando te ibas a atender a otra persona y volvías esa persona con la que estabas ya había fallecido. Y había fallecido sola".
El respeto por las víctimas
"Cuando pasábamos por el pasillo con la camilla y el fallecido, la gente agachaba la cabeza y había un silencio sepulcral".
Los momentos emotivos
Otra de las situaciones a las que tuvieron que hacer frente eran familias que se contagiaban enteras: "También me resultó muy emotivo el caso de una madre que vino con su hijo con Síndrome de Down. Se contagiaron los dos y los dos llegaron muy malitos, no se separaban. Nosotros intentábamos que no se separaran el uno del otro y al final salieron adelante. Estoy súper orgullosa, y me emociono, del equipo que formamos en ese momento".
La solidaridad de los vecinos
Muchos sanitarios vivieron episodios de rechazo entre sus vecinos por el pánico que tenían de contagiarse: "Yo no lo he vivido, al contrario, los vecinos te dejaban colgado en el pomo de la puerta o el pan o comida o te dejaban un cartel de ánimo en el que ponía 'estamos con vosotros'".
Elena acaba con un mensaje de esperanza tras este año tan difícil: "Quiero ver la luz al final del túnel".