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Por Óscar Vázquez

Me gusta el Rugby

Me gusta el rugby y el ruido rotundo de los tacos de las botas en el vestuario antes de cada partido. Me gusta que el árbitro sea un señor al que no se protesta. Me gusta el pasillo final entre ganadores y perdedores antes del tercer tiempo. Me gusta que este deporte crea en la cultura del esfuerzo, humildad y trabajo en equipo.

Me gusta la ceremonia de entrega de las zamarras y que las camisetas no tengan nombre porque no tienen dueño. Quien la quiere debe ganársela en cada entrenamiento.

Me gusta que al jugador debutante de los “All Blacks” le digan “deja esta camiseta en un lugar mejor de donde la encontraste”.

Me gusta que la final de la Copa del Mundo de Rugby de Japón se haya convertido en un evento planetario. Y me gusta que la disputen dos equipos que engrandecen este deporte.

Me gusta que este deporte crea en la cultura del esfuerzo, humildad y trabajo en equipo.

Dos estilos, dos sueños. Otra vez Norte contra Sur. Otra vez Inglaterra y Sudáfrica peleando por la Copa que lleva el nombre del inventor del rugby. Cuenta la leyenda que en 1823 un tal William Webb Ellis cogió un balón de fútbol con las manos para correr como un poseso hasta cruzar la línea de gol. Lo hizo en el pueblo que da nombre a uno de los deportes más hermosos. Duro e implacable pero hermoso al fin.

Ingleses y sudafricanos reeditarán la final de 2007 – triunfo de los “springboks” 15-6-, en busca de una copa bañada en oro de 38 centímetros que levantará el equipo más fuerte del planeta. Inglaterra buscará su segunda corona ante el único equipo que no ha perdido una final. El “XV de la rosa” intentará mantener el nivel de su inmensa semifinal ante Nueva Zelanda para frenar el descomunal poderío físico de los sudafricanos.

Me gusta el Rugby por Óscar Vázquez
Me gusta el Rugby por Óscar Vázquez | Antena 3 Noticias

Duelo de estrategas en los banquillos, -Eddie Jones frente a Rassie Erasmus-, y batalla decisiva en la dirección para definir el título. Del grado de inspiración de George Ford, Owen Farrell y Ben Youngs por parte inglesa y del acierto del rebelde y “bajito” medio melé “sprinbok”, Faf de Klerk, dependerá, en gran medida, la suerte de la final.

Un jugador vestido de verde con la gacela saltarina dibujada en su camiseta sueña estos días con emular al gigantón surafricano que levantó la copa del mundo delante de Mandela para unir a todo un país en 1995. En ese equipo solo había un jugador negro. Ese hombre de verde se llama Siya Kolisi y es el primer jugador de raza negra que capìtanea a los “sprinboks”. El mundo ha cambiado, el rugby también.

Vestido de blanco, con una rosa bordada en el pecho, hay otro jugador que sueña con una patada como la que dio a Inglaterra su único mundial. Ese drop en el último suspiro que hizo leyenda a Jonny Wlikinson y que convirtió en fetiche ese balón dedicado con una firma inconfundible. La de Wilko.

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